Se llamaba Luisa. Siempre se sentaba en el último banco de la sala ,me costó saber que venía del Perú dado que casi nunca hablaba.
Los alumnos de una carrera musical distan de usar una vestimenta formal, pero Luisa se diferenciaba, siempre con su blusas blancas de flores celestes, su pelo bien tomado con cintas y con un candor que transparentaba sus mejillas.  Ella se mantenía distante de las contingentes conversaciones en clases de “Música y Cultura“.

Me siento orgullosa de esta asignatura, logré durante años de docencia hacer una buena simbiosis entre la cultura y la realidad musical en Chile y Latinoamérica. Un difícil trabajo, ya que 17 años de dictadura militar, nos impusieron una realidad deformada  nuestra sociedad.  Cuesta, entonces, reeducar a una sociedad herida y manipulada a través de la ignorancia.
Ese año fue particularmente especial, Pinochet había sido detenido en Londres por la Scotland Yard, donde sería enjuiciado por los grave crímenes de lesa humanidad y a pesar de que en Chile vivíamos la plena democracia, aun existía ese pudor inconcebible de las verdades y que en ese entonces, se convirtieron en oleadas de información que muchos chilenos aun desconocían o querían desconocer. Pero Luisa estaba muy ajena a estas situaciones.

Sin embargo, había algo en el brillo de su mirada que se apagaba lentamente, la experiencia con jóvenes me decía que algo le pasaba. Sin saber mucho de ella me acerque pensando que a lo mejor tenia a sus familiares lejos y le ofrecí ayuda.
- Estoy bien - me dijo - pero… ¿Le puedo hacer una pregunta?.
- ¡Pero claro! - le respondí
- Es que mis padres no están acá y cuando le pregunté a mi marido que es militar, no me miró con buenos ojos
- ¿Qué? ¿Eres casada? ¿Y qué edad tienes? - le pregunte con sorpresa
- Tengo casi 23 años y tengo un hijo de año y medio, mi marido no está muy contento que estudie música, él es de una familia con un largo linaje en las Fuerzas Armadas acá en Chile. Por eso cuando le pregunté si era verdad todo lo que ha salido en las noticias últimamente referente a los detenidos desaparecido y las razones por que Pinochet lo han apresado, no fue muy cortés conmigo y es que necesito saber la verdad. ¿Usted me puede ayudar?
-La verdad es que aun no salía de mi asombro, y sin preguntarle la razón de sus dudas, le explique que por supuesto, las verdades tarde o temprano salen a la luz.

Se estaba acercando fin de año y es la época en que los alumnos tienen que hacer un trabajo. Una composición de “música experimental”, donde, lo más importante, es jugar con los ruidos más que con las notas musicales, pero para hacerlo coherente, se debe utilizar una motivación bien definida, es decir, que no sea música abstracta. Entonces ellos se pueden inspirar en alguna experiencia, texto literario, sueño, lo que sea, pero que les sea muy motivante. Por esta razón un día Luisa se acerca
- Profesora, ¿Sabe? Me estoy inspirando en una pesadilla que he tenido desde mi infancia
- Bien - le dije - ¿Me la quieres contar? - Al verla de cerca constaté que sus mejillas ya no eran sonrosadas y en sus ojos se evidenciaban una distancia que revelaba algo de amargura.
-¿Te sucede algo? - le pregunté
- La verdad es que si - me contestó. Su voz se debilitó y casi tímidamente comenzó a contar su pesadilla con la que seria su motivación para componer el tema experimental:
- Tenia la edad de mi hijo, año y medio, y mi mamá, que no es la que tengo, me cantaba canciones de cuna mientras me peinaba y me preparaba para dormir. En esto sentimos un gran estruendo en la sala, la puerta la habían derribado y se sentían disparos mientras mi padre gritaba. Mi mamá me esconde rápidamente tras la cuna y siento muchos pasos de botines, escucho un disparo y veo que mi mamá, que estaba embarazada, cae al suelo. La arrastran de los pies dejando un camino de sangre hacia el comedor. Lo último que escucho son los tacones de los botines alejándose y el portazo en la puerta. Luego de eso, silencio… Al final de mi sueño grito con todas mis fuerzas: MAMÁAAAA! Allí siempre despierto toda sudada y asustada… -
La escuchaba estupefacta. Esa revelación hizo en mi una de esas sensaciones desagradables de presentimiento.
-Y mi marido no entiende o no quiere escuchar mis preguntas.
- Pero - le dije- ¿Acaso tu sospechas….? -
- Es que mis pesadillas... estoy relacionando, mis pesadillas con… Es que … ¡Soy adoptada! -
y Luisa rompió en llanto sobre mi hombro.

Pasó el tiempo. Luisa se separó finalmente de su marido. Él, por motivos que desconozco, logró la tutoría de su hijo. Luisa intentó suicidarse. Sus padres adoptivos al parecer no la apoyaban lo suficiente. Presentó su composición de música experimental, donde se escuchaban los ruidos de tacones militares, disparos, gritos de su padre y madre. De fondo sonaba el himno Nacional Chileno, la estrofa que nos obligaban a cantar en dictadura: “...Y nuestros nobles valientes soldados…“ Y finalizando con el estridente grito de un niño llamando a su madre.

Luisa no volvió a clases nunca más. Lo último que supe de ella, es que estaba en Argentina buscando información en la asociación de “Las abuelas de la Plaza de Mayo”.

Doris Ipinza.

https://www.abuelas.org.ar/