Afortunadamente, ha quedado demostrado que una movilización seria y con motivos justificados, como es la que presenciamos hace algún tiempo relativa al tema señalado en el título, ha provocado una reacción en todos los estratos: los políticos y el gobierno se subieron al carro de las modificaciones y anunciaron proyectos y comisiones para tratar el tema; dieron su opinión los ejecutivos de las administradoras, el creador del sistema conversó y defendio su idea, pero veo en todas las opiniones las mismas proposiciones de solución: aumentar el pilar solidario, o sea, aumentar el aporte del Estado a las personas de menores recursos; aumentar la cotización previsional, o sea, obligar al sistema a entregar más recursos a las AFP y aumentar la edad de jubilación. El aumento de la edad de jubilación es el mejor negocio que puede hacer una AFP por la simple razón de que hoy los trabajadores no llegan a la edad de jubilación porque los han despedido antes; con ello se ven obligados a jubilar anticipadamente lo cual les baja el monto de su pensión de manera importante, es decir, topón pa’dentro como dijo el jugador de crap.
 
Las jubilaciones han sido, son y serán un zapato chino para cualquier sociedad; están en entre dicho en todo en mundo y los distintos modelos de solución pareciera que tienen el lugar común de ser insuficientes para cubrir las necesidades de los grupos retirados de lo laboral. En nuestro país pasa lo mismo, pero desgraciadamente se ve agravado porque el sistema está controlado por los poderosos grupos económicos que se están devorando a las clases media y baja.
No más AFP, leemos como slogan en todas partes y yo creo que esa no es la solución; más todavía, creo que es un gran error. El invento de las AFP es una genialidad de los señores inteligentes de la época obscura de nuestra historia reciente, tal vez favorece al capital, pero si ese detalle se pudiera modificar, los chilenos a lo mejor podríamos mirar el futuro con mayor optimismo.
Estudiando y analizando algunas cifras generales, se me ocurre un camino de solución que podría implementarse; para ello, mi análisis parte de la base de que en términos muy simples, el aporte de las personas activas debería ser capaz de cubrir las necesidades de las personas pasivas. Si ese aporte fuera suficiente, es decir, si los números dieran para una pensión decente, entonces no habría ningún problema, pero tal parece que no es así, veamos:
Según datos de las AFP, los cotizantes alcanzan a 5.400.000 personas; la Superintendencia de Pensiones nos informa que el sueldo promedio de los cotizantes del sistema alcanza a los $ 630.000 al mes. Esto significa que el sector activo aporta mensualmente al sistema la cantidad de $ 340.200.000.000; en la misma fuente encontramos que el total de jubilados de las AFP alcanza a 606.000 personas. Si dividimos el aporte mensual por la cantidad de jubilados nos dará un valor de $ 561.386 lo cual se podría interpretar en el sentido de que, sin hacer ninguna inversión como hacen las AFP, es decir, directamente se podría financiar ese monto promedio de pensión para el sector pasivo. ¿Qué pasa entonces? ¿Será ése el monto promedio de las pensiones del sistema? Hay que tomar en cuenta que no hemos considerado ningún parámetro de rentabilidad ni de costo de administración del sistema y que tampoco hemos considerado aportes individuales de cada trabajador, solamente hemos hecho un cálculo muy simple que nos dice que las pensiones deberían promediar esa cifra. ¿Cuál será el monto promedio de pensión de los jubilados por AFP? Ese dato lo he buscado pero sin resultados.
¿Significa esto que deberíamos eliminar las AFP y hacer un reparto de este tipo? Parece que no, porque si el dinero acumulado por los trabajadores en sus cuentas individuales se hace trabajar, es decir, se invierte de manera adecuada, el monto disponible para repartir debería aumentar. Hagamos trabajar el dinero mediante una AFP sin fines de lucro y cada mes deberíamos aportar al pozo a repartir, la cantidad de $ 42.571.000.000 (monto calculado en base al las utilidades de las AFP durante el año 2015). Para ello se requeriría que esa nueva AFP fuera igual o más eficiente que las actuales y ello se podría conseguir con los mejores ejecutivos del actual sistema, muy bien remunerados y motivados (reconozco que esto es algo muy difícil de conseguir, pero, soñar no cuesta nada). Con este nuevo aporte, el monto a repartir sería de $ 382.771.000.000 y la pensión promedio subiría a $ 631.676. Pero no nos quedemos aquí, seamos más agresivos y agreguemos pelitos a la sopa:
Los bancos chilenos, principales causantes en mi opinión de las miserias de la gente, deberían aportar a esta causa en consideración a que son uno de los grupos más insensibles de nuestro país, cobrando intereses usureros y robando de manera legal de manera impía a sus clientes. En base a este simple criterio, yo les haría pagar un impuesto para pensionados, equivalente al 35% de sus utilidades declaradas en sus balances. En el año 2015, la banca tuvo utilidades que alcanzaron a los $ 2.550.158.000.000 (dos billones y medio de pesos); si a esa cifra le aplicáramos el referido porcentaje, obtendríamos un nuevo aporte mensual equivalente a $ 74.379.608.333. Con esto, nuestro pozo aumentaría a $ 457.151.000.000 con lo cual, nuestra nueva pensión promedio aumenta a $ 754.373, lo cual representa un 119.7% del sueldo promedio señalado al comienzo.
Todavía podríamos ponerle mayores impuestos al retail, que es otro de los monstruos que devoran todo en nuestro país (como unos verdaderos hoyos negros, los calificó hace algunos años don Carlos Cardoen); el retail podría aportar con más de $ 30.000.000 al mes si aplicáramos un impuesto adicional similar al de la banca, basándonos en su utilidad anual del año 2015. ¿Y si le sacamos una alita a la ley reservada del cobre?
Tal vez muchos me van a criticar por mis planteamientos simplistas, que no han hecho uso de matemáticas financieras, ni han tomado en consideración variables como las expectativas de vida, etc. Y tal vez tengan razón, pero en lo que yo estoy absolutamente en lo cierto, es en que para solucionar el problema de las pensiones haría falta algo más que lo que se plantea por los medios de comunicación y haría falta algo más de justicia social, cosa que es muy difícil, casi imposible de lograr, así que, mejor no me hagan caso.