Una noticia aparecida hace un tiempo en nuestro Decano me llamó la atención. Era de esas noticias que, generalmente, se leen y se dejan pasar porque no nos afectan en nuestras vidas diarias, tan llenas de ilusiones de consumo y de preocupaciones para llenar la despensa y de distracciones distractivas de lo importante.
 
La noticia decía: “Chile es el tercer país con mayor consumo de petróleo de la región” y agrega que el consumo de petróleo diario de Chile es de 327.660 barriles.
Pues bien, dejando de lado el tremendo desembolso que le significa a nuestro país el importar esa brutalidad de petróleo (aproximadamente siete mil seiscientos millones de dólares al año), me quedó dando vuelta la cifra e hice el cálculo de cuánto anhídrido carbónico emitimos al planeta con dicha cantidad de hidrocarburo: nada menos que 121 millones quinientas setenta mil toneladas de CO2.
Estamos emitiendo casi ciento veintidós millones de toneladas a la atmósfera cada año y nuestras preocupaciones por el cambio climático no pasan de leer noticias, mirarlas en la televisión y quejarnos del calor y los cambios de temperaturas; a lo sumo, una que otra asistencia a alguna marcha a gritar, pero nada más.
Lo paradojal del tema es que nuestra matriz energética (electricidad) se compone de hidrocarburos en un 50% mientras que a la energía solar se le ponen trabas de tipo legal en su desarrollo; lo paradojal del tema es que el transporte de cargas en el país se hace con camiones que consumen diésel mientras tenemos un tendido ferroviario desde Arica a Puerto Montt (con numerosos ramales transversales) que casi no se usa porque los poderosos del petróleo así lo determinaron hace décadas, quebrando a la empresa de ferrocarriles; lo paradojal del tema es que contamos con los suelos con mayor radiación solar del planeta y no somos capaces de aprovecharlos a plenitud, solamente tibias iniciativas que, la mayoría de las veces se encuentra con impedimentos de las “comunidades”. Sin ir más lejos, se está desarrollando un proyecto de una carretera eléctrica desde el norte hacia el centro, que se ha visto retrasada porque las “comunidades” se oponen a la instalación de torres y tendidos. Dicha carretera permitiría consumir gran parte de la electricidad solar y eólica que se produce en lugares alejados, en desmedro del diésel y del carbón; pero hay que respetar a las comunidades…
En Europa, los estudiantes están movilizados para que se tomen medidas contra el cambio climático; ya llevan un montón de protestas este año, mientras que en nuestro querido Chile, imbéciles que deberían recibir la pena capital, incendian nuestra naturaleza para provocar caos.
¿Qué se podrá hacer?... por ahora nada, porque ya nos estamos preparando, para el dieciocho y porque estamos pendientes de Venezuela y de las disputas por la capitanía en la roja, todas cosas que no le sirven a nadie… intrascendentes.
 
¡Tará de Dios poh!