Habías respondido por allá en Sept. del año que pasó y yo --ingrata-- te dejé sin respuesta, habiendo sido tu comentario digno como siempre.
No obstante (como solía decir mi querido abue -- era su palabra predilecta--), hoy al estar hurgando entre mis pasadas letras, reparé en este injusto detalle y déjame que humildemente pida tu perdón por el descuido y aprovechar para confirmar el cariñoso recuerdo que de ti tengo y que aquí permanecerá a pesar de mis ausencias.
Besos
Constanza.

Debo reconocer que en el instante de dar a luz esta expresión de versos, la molestia interna que vivía era mayúscula y el objeto de dicha desazón es leer en repetidas oportunidades aquí en este lugar textos insulsos que, como digo en mi poema, se dicen cosas que no se sienten, se estructuran ideas falsas a través de frases o metáforas que pretenden ser impactantes y carecen de una esencia.
Y lo más desagradable aun, es que ese tipo de intervenciones pueblan demasiado el bosque y los árboles insignes se pierden en el follaje.
Querida tía, perdón por no tener filtros.
Un beso inmenso,
Constanza.

Se establece que la sinceridad es una virtud, pero eso solo lo entienden los favorecidos con sabiduría, como muchos de ustedes; desgraciadamente, algunos la toman como una afrenta.
Disculpa, Enrique, que yo diga lo que siento y no mienta.
Un abrazo,
Constanza.