Reflexiones 1.
Publicado en Sep 30, 2019
No se puede tener todo en esta vida. Son muy pocos los que lo tienen. Amor, hijos, familia, salud, un trabajo que te llene… ¿Quien puede decir que ha alcanzado su felicidad y que la sigue manteniendo durante años? Esto puede sonar egocéntrico. ¿Qué hay de todas esas personas que viven en la calle, que no tiene para comer, que mueren día a día en todos los sitios del mundo? ¿Como podemos siquiera pensar en nuestra felicidad cuando hay tanto desequilibrio? Pero es como somos, como nos ha educado esta sociedad. Buscar nuestra felicidad sin pensar demasiado en los problemas ajenos porque bastante tenemos con los nuestros. ¿Y esas personas que parecen que lo tienen todo para ser feliz, pero siguen soñando buscando más? Si tienes dinero, quieres más. Si tienes amor, no es suficiente. Si tienes salud, podrías estar mucho mejor. Si tienes una buena familia, pero querrías cambiar algo de ella. Todos buscamos más de lo que tenemos, y eso a veces nos obsesiona, a tal punto que llegamos a deprimirnos. Pero es aún peor cuando padeces no lo puedes controlar, cuando una enfermedad te controla a ti, y tienes que recurrir a la medicación para ayudarte y aún así, no conseguirlo. ¿Como enfrentarte a tus frustraciones cuando no puedes pensar con claridad? Aun teniendo una vida mucho mejor de la que tenías antes, sigues imaginandote otra distinta que te satisfaga lo suficiente para conseguir un poco de felicidad, para luego te caiga un jarro de agua fría al volver a la realidad. Pero lo vuelves a hacer porque es tu vía de escape, y se convierte en un círculo vicioso del que no puedes escapar, y te vas hundiendo más y más hasta que no soportas el dolor y lloras sin control.
Echando la vista atrás, te paras a pensar que antes estabas mucho peor, con un borracho y fumado celoso con el que no había día que no discutieses. En el cada día era un infierno, pero aún así eras capaz de levantarte, de sonreír, de tener energía para hacer cosas. Entonces, ahora, que estás mejor que nunca, con la persona más buena que hayas conocido, sin discusiones, sin tonterías, con una vida mejor y una niña preciosa, ¿por que aún así, te cuesta levantarte cada día y no consigues tener ganas de hacer absolutamente nada? ¿Es sólo por tu enfermedad? ¿Es tu enfermedad una escusa? Puede que muchos piensen eso, que no puedes achacarlo todo a tu problema, que con tu fuerza de voluntad y tu mente puedes conseguirlo. Pero, ¿y si el problema también está en tu mente? ¿Como haces para enfrentarte a tu cuerpo y a tu mente al mismo tiempo? ¿Como haces para no sentirte culpable porque tu pareja trabaja mucho y tú te pasas el día sin hacer nada, sin ni siquiera poder ocuparte de tu casa y de tu hija? ¿Cómo quitarte de la cabeza la idea de que estás con una persona tan buena y paciente y que pienses que tú eres tan torpe y metepatas, que sientes que no se merece que cargue con alguien como tú? Tantas preguntas y sólo hay una respuesta. Y conoces esa respuesta pero te cuesta asimilarla. Sabes que no puedes seguir pensando así, castigandote de esa manera, porque no sólo lo sufres tú, sino que también lo sufren los que están a tu alrededor, porque llegas a un punto en el que no puedes evitar mostrar tu depresión y ellos notan que algo te pasa.
Página 1 / 1
|
Magnolia Stella Correa Martinez
Saludos Araceli.