El sol se consolida en el horizonte:
Es romo entre sus cúpulas azules.
Aquí abajo se reinventa la vida
y hasta el cansancio se repite la cópula.
El hombre sale a justificar sus injusticias
y a demostrar una fe falsa en lo incólume.
Yo me levanto latente de mi ánimo
y no abuso de mi tristeza abrasiva.
Desayuno mi té y mi cereal
y salgo de mi hospedaje a los primeros rayitos:
Pienso en los retos que he eliminado
y que de mí emigraron muchos dolores y palideces.
Más siempre resurgen nuevos obstáculos
que vienen del vaho de la vida...
Hoy quisiera confundirme con los ángeles.
Ser el guardián de alguna causa aniñada.
Sorber mis dedos como se chupan los cigarros.
Ir tranquilo y cuerdo entre remansos y artificios.
Corretear a la lumbre que persigue al vagabundo
y al viento que le roba sus cartones.
Quisiera ingerir uvas de manera holgada.
Ser cantar parsimonioso y la más suave estridencia.
Ayudar mágicamente a los enfermos de estrabismo.
Y ser caricia que llene el rostro de los justos.
Sacar de su necedad al torvo badulaque
y pasar la tarde en el mundo de los ingenuos.
Para ver sus sonrisas siempre entrelazadas
a pesar que en los potreros aún los asesinan.
Hoy quiero creer de verdad en mi prójimo
y ayudar a balancearse a mi conciencia.
El día ya es amarillo y majestuoso
y deja en las caras un color amaranto
que se me antoja pensar que es un rubor
que nos llevará a vivir en un nuevo Paraíso.