Una Explicacin Para el Mundo.
Publicado en Oct 20, 2019
Para todas aquellas personas de fuera de Chile que seguramente miran con curiosidad los acontecimientos que están ocurriendo en nuestro país, valga el siguiente artículo.
Habría que explicarles que bajo la aparente y falsa imagen de prosperidad con que se nos publicita, se esconden realidades que los medios de comunicación no divulgan al planeta porque divulgar realidades negativas afecta a la imagen del país y con ello los grupos económicos pierden posicionamiento para hacer negocios con el mundo. Tenéis que saber, amigos, que los grandes grupos económicos se adueñaron de todo en nuestro país; los chilenos hemos perdido el derecho a transitar por nuestras carreteras, todas construidas con el dinero de nuestros impuestos durante muchos años, a menos que paguemos peajes abusivos por hacerlo a las empresas concesionadas que están sentadas frente al mejor negocio del planeta: reciben el dinero contante y sonante en el acto de la pseudo venta y pagan a sus proveedores de servicios y bienes con plazos extremos que hacen que la mayoría tenga que recurrir a la banca para sortear sus dificultades económicas de caja. “La Banca”… otro monstruo que se adueñó de todos los recursos monetarios del país, sin respetar si es un particular, un joven, un jubilado, una dueña de casa, una pequeña empresa o una empresa del gobierno; todos caen bajo su avasallamiento y se ven obligados a pagar la usura que los inspira. Hay que señalar que la banca chilena es una de las instituciones que cobra los intereses más caros del planeta a costa de la miseria de sus clientes esclavos; hay que señalar que la banca chilena es la agrupación empresarial que figura en los rankings de ganancias anuales en el primer lugar, todos los años y hay que señalar que los hogares chilenos destinan hoy más del setenta por ciento de sus ingresos en pagarle a la banca por deudas contraídas bajo el influjo de publicidades forzadas. Los chilenos nos estamos muriendo de sed; la sequía provocada por la acción humana, tanto mediante la desertificación como por el cambio climático del que somos todos víctimas y causantes hace que los ríos, otrora rebosantes de aguas, hoy se hayan convertido en cauces raquíticos que no alcanzan, en algunos casos, ni siquiera para regar pastizales que alimentan a los ganados. Durante la época obscura de este país, me refiero a la época del gobierno militar, se apropiaron de los derechos de agua de todos los cauces del territorio mediante subterfugios inventados por sinvergüenzas y amparados por las botas militares de la época, sin encontrar resistencia alguna gracias al terror del fusil. Empresarios inescrupulosos, que los hay en abundancia, construyeron bocatomas clandestinas de agua en los nacimientos de los ríos y hoy aprovechan el recurso para regar ilegítimamente sus predios mientras el resto se consume de sed. Tendría que contarles, amigos, que en aquella época obscura del génesis del desgenéresis, mentes brillantes inventaron adueñarse por la fuerza de una parte de los recursos de los trabajadores prometiéndoles jubilaciones suculentas y usufructuando de esos dineros para el provecho de ellos mismos, negocio que a través de los años les ha generado ganancias extraordinarias que se reparten de manera grosera mientras que a los jubilados que se fueron integrando a medida que pasaban los años les fueron pagando miserias, todo amparado en leyes dictadas e inventadas, como decía, al amparo de la bota. Paralelamente, inventaron y obligaron a todo el mundo a tributar otra parte de su sueldo a favor de instituciones de salud que, a medida que fueron pasando los años, alzaron sus precios y bajaron las coberturas iniciales, dejando en el desamparo a quienes no tuvieran recursos extras para acceder a la salud. Mientras tanto, los gobiernos de turno y los correspondientes parlamentos, legislaban una y otra vez para maximizarles sus beneficios a costa de las gentes. Hicieron de la educación un negocio, creando universidades, institutos y colegios pagados y otorgando títulos profesionales de toda índole que no sirven para nada porque las actividades económicas fueron reducidas tan solo al comercio, a comprar y vender. Los egresados de nuestras carreras universitarias, salen hoy al mundo laboral sin ninguna chance de encontrar trabajo en la especialidad para la que pagaron formación, pero salen debiéndole a la banca… sí, a la misma banca de la que hablábamos recién, los costos de sus carreras que los mantienen endeudados por años. A la industria manufacturera del país la hicieron picadillo. Desprotegieron nuestras fronteras aduaneras mediante la baja o la eliminación de aranceles con lo cual dejaron entrar productos asiáticos que reventaron a los industriales y que dejaron en la cesantía a miles de trabajadores que tuvieron que reinventarse para poder vivir. Firmaron convenios comerciales con países como China, promoviendo la compra por parte de ellos de materias primas con poca intensidad de mano de obra mientras que ellos nos vendieron productos intensivos en el uso de mano de obra. Y no es que acá no supiéramos hacer bien las cosas, acá teníamos industrias de automóviles, de electrónicos, de todo tipo de manufactura que fueron pereciendo gracias a que se decidió comprarle a un país que no respeta los derechos de los trabajadores y que subsidia sus productos para poder vender barato. Y las pocas industrias que quedaban fueron o reventadas por el sistema financiero o absorbidas por otros más grandes con el consiguiente costo social que ello conlleva. Nos han hecho pagar por años y años, los precios casi más caros del mundo por los combustibles cuya distribución está concentrada en un par de manos poderosas que se coluden para impedir, ya sea por la vía de los hechos o por medios legales que las energías renovables reemplacen al petróleo y nos han hecho pagar por años y años los precios casi más caros del mundo por los remedios y productos farmacéuticos, coludiéndose entre ellos para mantener sus ganancias a costa de las enfermedades de la gente. Se apropiaron de las principales fuentes mineras del país gracias al empujón de los años de las botas y son dueños del cobre y del litio, de los cuales nosotros, pobres ignorantes, nos vanagloriamos diciendo que son “la riqueza de Chile”. Depredaron bosques nativos para plantar especies dañinas que les generan riquezas a ellos y pobreza a las comunidades; se adueñaron de las principales empresas creadas con el dinero fiscal: electricidad, agua, sanitarias, telecomunicaciones, todas hoy en manos de privados que cobran precios a su propia conveniencia, sin respetar el interés colectivo y social de su función. Permitieron, en un lapso muy corto de tiempo, que el ferrocarril que iba de un extremo a otro del país, se convirtiera en una pieza de museo y añoranza y fuera reemplazado por camiones que consumen el petróleo que ellos venden y que colabora de manera importante en el exceso de anhídrido carbónico que nos está matando. Producto de todas estas maniobras destinadas a enriquecerse de manera más fácil a costa de todos los chilenos, se desarrolló la delincuencia en todo el espectro imaginable: tenemos ladrones de bancos, ladrones de casas particulares, ladrones de autos, ladrones de cuello y corbata que se aprovecharon de posiciones de privilegio, carteristas, en fin, ladrones de todo tipo que, especialmente en el caso de los ladrones de cuello y corbata, se amparan en la inoperancia de un sistema legal obsoleto y plagado de corruptos e ineptos. La corrupción invadió incluso a las instituciones armadas cuyos jerarcas aprovecharon privilegios y mal entendidos derechos a mantención de secretos para robar los recursos de todos nosotros. La corrupción invadió incluso a miembros de gobierno (tal vez ustedes, amigos, no sepan que nuestro presidente es un ex convicto que ha cometido varias estafas), a parlamentarios y funcionarios que cuando fueron sorprendidos, forzaron al sistema judicial a no aplicar la justicia que debería haber aplicado. Esa es, amigos, la situación en nuestro querido Chile de hoy. A un alza del pasaje en el metro la gente respondió con protestas y, al amparo de esas protestas, el movimiento fue radicalizado por extremistas y no sabemos hasta dónde llegará. Probablemente en el mundo se lea la noticia de que hay una protesta por el alza de un pasaje de la locomoción, pero esa es la punta de un iceberg que tiene en su base una mole de injusticias y de abusos que ha saturado la capacidad de aguante de la gente. Y los desmanes que vemos (y que han causado que se decrete toque de queda para recordar tristes tiempos pretéritos) y que les muestran en los noticieros, con los cuales la inmensa mayoría de nosotros está en desacuerdo, son la respuesta de los más radicalizados, son la respuesta de quienes sienten que con el caos podrán cambiar las cosas para bien de los más necesitados de nuestro país. ¿Podrán?
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