Un hombre desesperado
Publicado en Nov 15, 2019
Todo estaba mal. No era una sensación común que la multitud describiría como un vacío o ganas de no hacer nada. No pasaba por mi mente. De hecho, fui bendecido con un don para desarrollar cualquier habilidad que quisiera por lo que aprender no significaba algún problema, lo disfrutaba con tantas ganas que me llevaba a muchas cosas más por descubrir. Incluso me involucre en distintas comunidades y grupos buscando quizá un sentido de pertenencia, quizá un sentido de vida, buscando algo que ni yo sabía qué era, supongo que eso hacen las personas cuando su vida está a punto de hacerse pedazos, van corriendo con personas en las que confían a pedir consejo sobre qué hacer o cómo actuar. Para mí ese acto consiste en una petición egoísta que se hace desde el individualismo, recurren a una persona creyendo que les dará la solución a sus problemas sin siquiera imaginar los conflictos por los que está pasando aquella persona, que pueden ser mucho más devastadores. Por eso nunca me vi en la necesidad de pedir ayuda en cualquier momento en el que me sentía devastado. Guardaba mis emociones y sensaciones muy dentro de mí, ponía una sonrisa amplia que para la gente ingenua y poco observadora era suficiente, pasaba de lado, seguro de mí mismo, mientras que en mi interior quería encontrar a alguien que me comprendiera o por lo menos se acercara a comprender mis pensamientos. Pero no la buscaba. Sólo observaba, cada vez me daban menos ganas de interactuar con la gente, personas estúpidas hablando estupideces. Entonces me escondía en las sombras sintiéndome a gusto por la calma que conllevaba la soledad. Pero vaya que la vida es una hija de puta, cuando crees que tus ideas han sido formadas, en un santiamén todo cambia. ¿Qué pasó? Dentro de esas sombras existían muchos entes con rostros desfigurados, corazones rotos, ausentes de fe, por primera vez sentí una ligera brisa de alegría. Encontré seres desesperados. Como yo. |
ruby
Susaania
Transmites bien la intensidad y la desesperación. Los pensamientos quedan bien reflejados y el ritmo es dinámico.
Me gustó.
Eduardo Santiago