LA MUERTE Y SU CAPA
Publicado en Dec 04, 2019
La muerte
¿Cuán profundo puedo cavar hasta alcanzar la magia que apresa mi muerte? Abandono lo efímero de mi carne en un despliegue de luces. Diferentes matices coaccionan una explosión de absoluta nada que rompe en silencio. Con nostalgia, paulatinamente pierdo mi cuerpo. El vértigo que me provoca no ser más que polvo me aleja aún más y, entre la oscuridad que invade mis recuerdos, revelo la verdad escondida tras la soledad. No le tengo miedo a la muerte, el olvido es mi pesar. En el fondo solo puedo estar seguro de mi propio razonar, los demás son irreales –tienen forma porque yo se la concedo–. Esta reflexión me apresa y oprime mas que cualquier otra. Si en cien años seré olvidado, ¿por qué vivo? Dejo de darle forma a lo que me rodea, son imágenes sin propósito. Estoy solo entre cuerpos imaginarios. Retrato aislado, deshabitado, viento desdibujado. Abandono bajo agobio diminuto rastro que decoro con espanto. Semejanzas del pasado rompe en llanto mi presente, la fiel adicción que me concede futuro inexistente. Resulta que la muerte es más creíble cuando te dejas fascinar por lo sincero de su permanencia. Su concepto calmo reconforta, inunda la mente de una paz que seduce al corazón. Con intriga me concede un mundo de posibilidades. No la cuestiono, la habito en conjunto a la experiencia que le brinda mi renacer. Su capa Niño, viste tu gabardina ocre y sombrero de vaquero, prepara tus cosas para adentrarte en tu árbol predilecto. Cuantos sueños has vivido; maravillas sin igual que, en tan solo una noche, el tiempo logrará arruinar. Luna llena, noche apresa, entierra estrellas. Casita de rosas muerte anhela y árboles deforman la tierra. Tras la niebla un cementerio apresa sus penas; risa macabra alerta cautela. Pisa una calabaza, descontenta protesta e invoca a sus compañeras. Lo atacan, castigan, por primera vez siente como lo arruinan. Entre llanto y miedo pide ayuda, pero nadie escucha. Del piso emergen esqueletos, furiosos reclaman silencio como siempre lo hicieron, mas nunca recibieron su debido respeto. Las calabazas, naranjas de enojo, dejan al pequeño y luchan por el orgullo de su reino. El niño arrastra su cuerpo entre pedacitos de calabaza de curioso aroma a sangre. Observa como diversas piezas de esqueleto se mueven en busca de su respectivo cuerpo. Lágrimas nublan su camino, imposibilitan su movimiento. Lo pisotean y, descompuesto, comienza a vomitar el odio que apresa adentro. Su pulso disminuye y con lentitud se deja llevar por la marea. Experimenta cómo se abren paso entre su carne lo que aparentan ser raíces; lo hunden bajo tierra y le permiten dormir después de tanta miseria. Guitarras fabricadas de carne y huesos rodean su visión. Una cuerda cuelga en medio de la habitación. Sombras lo atormentan, ¿será el ardor de su pasión? Le cuesta respirar, una lagrima solitaria lo abandona y besa el techo. Escucha aplausos, momento en el que comprende que así lo ven: Muerto tras el placer de renacer. El capitán despierta. Un enjambre de hormigas contempla con orgullo su brillo singular. Refulgente sol maravilla a esos ojos compuestos a base de numerosos lentes minúsculos que se unen entre si junto a hermosas antenas que por primera vez reconocen a su reina. Pero oculto el sol tras el reflejo de la luna, las hormigas asustadas atacaron su corazón. El pequeño entendió que era necesario y dejo que le destrozaran. Lloro por vez ultima, su preciada gabardina se bañó de un rojo intenso. Pero eso no le dolió, ni tampoco perder el corazón, mas si la cruda realidad de comprender que vivió la travesía de su adiós. |
Maria Jose L de Guevara
Hablar de la muerte es casi siempre una aventura, pero del modo franco y real que tú lo haces, desnudando sus esenciales consecuencias, la convierten en un fin absolutamente justificado.
En lo particular me quedo con el inicial segmento y le entrego mi total aplauso.
Felicitaciones y saludo afectuoso.
María José Ladrón de Guevara.
Franco Esteban Oate Retamal
Es extraño: el hombre nunca supo que estuvo en el paraíso hasta el momento que fue expulsado del paraíso.
Interesante el texto de la muerte, me gusto, hizo que me quedara a leer aún más y reflexionar en torno a como enfrentamos aquel final material.
Saludos estimado Siro, amigo en letras.
Esteban.