En las relaciones humanas las desavenencias hieren, lastiman emocionalmente, algunas más que otras. Ahora bien, cuando alguno de esa relación está consciente de que el agravio es irreparable, como parecer ser el caso del personaje de tu texto que expresa haber perdido la confianza en el otro ser y no le queda duda de que no va a cambiar su conducta, entonces qué propósito tiene exponerse a un nuevo agravio. A menos que el ofendido sea de personalidad masoquista. Ello me induce a recordar un adagio escuchado en alguna parte: “El amigo que te traicionó y la mujer que te ha sido infiel, si le das la oportunidad, te lo vuelven a hacer.” Afectuoso saludo.

Me gusto. Si se usa el jarron, es casi inebitable no dañarlo un poco. Genial tener siempre la delicadesa y mantenerlo bello.

Es imposible no reconocer que una vez rotas las confianzas estas no se puedan reparar para dejarlas en el sitio original; sin embargo, no es un tema a zanjar enceguecidamente con un definitivo portazo y se hace digno atender sus circunstancias, calificarlas y otorgar una nueva oportunidad si los argumentos lo ameritan. Sería un gesto humano.
Un cálido abrazo, Serena.
María José.