Sé que no soy para ti más que un pretexto:
La excusa fácil para ejercer tu libre albedrío.
Sé que juegas conmigo como hiciste con otros.
Más no lo hagas: Yo soy ruleta rusa.
Te apartas de mi fríamente y me inquietas
y a mi corazón sigues siéndole incógnita.
Te vas a poblados deferentes
sin decirme cuándo retornarás.
Haces lo que quieres: Yo no te pido cuentas.
Eres mayor y haces lo que te da la gana.
No sé que hacer con tu soltura arrolladora
con tu rebeldía que se abre a los espacios.
Bajan al desencanto mis vigorosos bríos.
Eres arrolladora fuerza y eres agridulce.
Siempre pones distancia a mi prefijo
y más de cien kilómetros nos separan a diario.
Eres eco, vaho y prominente espejismo
y eres la incertidumbre invadiendo mis rutas.
A veces parece que quisieras evitarme
y dejarme en los caminos de las desmemorias.
Floto de tu presencia a tus olvidos
arrojando remenbranzas y recuerdos.
Interpones entre ambos un gélido paraje
y de viernes a domingo mantienes tu distancia.
Es entonces que mi sangre corre y palpita en mis sienes
y se entierra en mis células y perfora mis costados.
Pero he decidido apostarlo todo a ti.
Has estrenado en mí el imperio de tus besos
y mi piel se hinca ante tí y se confiesa tuya.
Eres imágen fugaz que puede ser descalabro
y romper mi corazón secuencialmente.
Pero cuando vienes traes el olor de los amaneceres
y las granadas se desgranan en mis labios.
Mi boca busca la tuya para complementarse
y entonces ondeas sobre mis recios albores...
Tengo dudas de ti y tu persistencia:
Temo que me ignores y yo te siga persiguiéndo.
Hay una pequeña maraña en mi cabeza
que crece con tus ausencias abundantes.
Sé que no te importa irme cegándo y constriñendo
mientras me tengas: Sea lejano o cercano.
Pero no estaré aquí para siempre, vida mía
pues tengo el corazón del hombre fiero y valiente
que sigue su libertad y labra sus espacios.