Pinche país de mierda. País jodido y lleno de mentiras, no lo digo por su ecosistema, biodiversidad, lenguaje, arte y otras maravillas. Lo digo por las personas que están a cargo de él, un lugar en donde escribir esto me puede costar la vida pero es mejor hablar que callar la triste realidad. Se prometió un cambio y la gran mayoría confió y votó pero desde el principio algo olía a podrido. No nos equivocamos, siempre es lo mismo en este país con un pasado lleno de sangre, no debemos dejar que eso nos defina y nos enseñe como actuar. La historia es para no repetir lo que nos hizo daño, para agarrarnos de lo que nos une y no me refiero a los partidos de futbol o las estúpidas rifas que ilusionan a unos cuantos miles de mexicanos confundidos. No me da vergüenza ni lastima hablar de mi país, me da asco porque me revuelve las tripas tan solo pensar en lo que salió en los diarios el lunes 10 de febrero de 2020. Entiendo que quieras vender todos los tabloides pero exhibir esas imágenes tan explicitas sólo hace que se vuelva cotidiano y totalmente normal para los niños que haya desolladas hoy y mañana. Aún me duele Lesby y su muerte en la “mejor institución del país”, me enferma el hecho de que podamos comprar todos los litros de alcohol que deseemos y que con una buena cantidad de dinero todo crimen pueda quedar impune. Vivimos en un país surreal que desde los tiempos de Breton fue visto como el terreno de lo efímero, donde el estado tiene la facultad y los huevos de mandar matar a 43 estudiantes normalistas. No sólo son 43… Somos todos esclavos de esta sociedad enferma donde lo único que se busca es el bienestar propio. Las irregularidades seguirán hasta donde nosotros lo permitamos, Chaplin dijo que el pueblo tiene el poder en sus manos, para crear y operar las máquinas del sistema. Es hora de despertar y de darnos cuenta que no somos robots, somos gente que siente y no puedo pensar en otro sentimiento que no sea el desprecio hacia la situación actual en donde cada quien vive en su palacio de ideas inquebrantables. Supongo que cada quien puede hacer su lucha desde su trinchera, la cuestión es darse cuenta, abrir los ojos ante la fuerte realidad donde la policía no nos cuida; nos mata. Donde el gobierno no ve por nosotros, ve en nosotros un número, cifras que se reducen a billetes y billetes que se cosechan con sangre de inocentes: mujeres y niños mueren a diario y lo único que hacemos es burlarnos en las redes sociales. Trataron de abrir las puertas de palacio nacional para exigir justicia, para demandar lo que por derecho es nuestro como alguna vez dijo Juan Rulfo en un contexto totalmente distinto, rociaron gas pimienta y evitaron cualquier tipo de dialogo. Me gustaría escribir todo esto como un cuento, una novela en donde sólo existen pueblos fantasmas pero es la realidad, pronto no quedará nada más que eso, el recuerdo de lo que pudimos cambiar pero no quisimos vislumbrar. No pretendo aleccionar a nadie, simplemente me da asco despertar aquí donde sólo existen los memes y los muertos que no se acaban.