El último tren Pensaba:
En la juventud se vive la eternidad del instante.
Un día miré y me vi en un espejo
Con un rostro demacrado y viejo
De aquí en más esta Imagen vana,
Infestada, será dura y cotidiana.
En esta carne hecha de muerte:
Es el ocaso, la tarde corre inevitable;
como un río, en su curso irrevocable.
Con los años, o mejor dicho: Al final de los años, a este cuerpo uno no lo siente completamente propio, intuitivamente uno entiende que hay que devolverlo, entonces se hace mas que evidente: El desengaño del estuche se hace ostentoso y vacio, uno odia las necesidades físicas, los dolores físicos, los miedos físicos y el temor a devolver lo que era mío
En el último andén, en un espacio casi vacío, acomodar las valijas cuando casi arranca la noche. Yo, ya había perdido hace tiempo y allá lejos ese aire de juventud y con la vacilación de una cascara vieja que le infunde la noche, pensaba:
Hasta la ceguera y el vértigo, el impulso de la sangre me tapó los ojos, ciego a las culpas, solo veía el deseo y hoy me doy cuenta; fueron miserias flacas.
Pensando que la casa era sólo mía, ahora veo la posesión abstracta.
Algunas veces me siento como dos hombres a la vez: Uno, con un desafío; lograr el desapego balsámico, renegando de la propia identidad, pensando que así el hombre, se queda más limpio, con el ama luminosa, mientras te tira y tira la montaña de los deseos, como un imán del otro lado y el hombre va deseando matar a este cuerpo vacilante, hasta terminar la historia y cerrar este librito de cuentos; mientras el otro, ese otro anclado a la carne y la sangre aún, sigue añorando la juventud perdida, vive la fugacidad del tiempo y revive el cuento y no le sirve de nada o de poco, la certidumbre que le dan las cosas
La última despedida, para algunos por el miedo es como la del perro encadenado, que rompió a llorar, tira y tira de la cadena sin poderse soltar, para otros es como una convención, está aceptada, fácil, como quien atraviesa esa calle hacia otro espacio, más amplio, más firme; diría: Sagrado, para saludar a la Divinidad en el tiempo de la sucesión.
Cuentan algunos que han vuelto de ese viaje. Si alguna vez durmió suave y lentamente, es como ese sueño íntimo y secreto, en la soledad perfecta. Es hora de dejar el andén, ya se acerca el tren, como sol de mediodía, esa luz blanca quiere colmarlo todo, se van borrando los contornos y uno, así… va soltando la cuerda.
¡¿Qué será de esta pluma, ahora que deja de hablar
Con una flor en el pecho y un verso sin terminar?!
Enrique Gonzlez Matas
Enhorabuena con mi abrazo.
gonza pedro miguel
Raquel
En primer lugar deseo darte las gracias por gustar de "Deporte" y de "Traje gris"...No importan las palabras en devoluciones , más yo me he sentido feliz de solo saber que los leíste...¡Por ello.GRACIAS MIL!.
Y ahora paso a tu emotivo texto comenzando por el final..Final que llenó el alma de algo muy bonito y que a la vez hizo que se me humedecieran mis ojos.(no había humo por ninguna parte), además se atoró en mi garganta un nudo...(se desató con la lágrima).
"Que será de esta pluma ahora que deja de hablar con una flor en el pecho y un verso sin terminar?..¡Dios mío..!.Que tremenda sensación estremeció mi cuerpo..Tristes versos reflejan ese, a la vez , un hermoso final poético..
Hablas del último tren...De la vida ...Del recuerdo de aquella alejada juventud, la cual tiene atributos que ya están ausentes en este presente...Al igual que yo y todos quienes transitamos por esta vida, tarde o temprano vemos el desgaste de esa construcción corporal, modelo que Dios construyó a imagen y semejanza. Todos los seres humanos pasamos, pasaremos por ese cambio. De alguna manera somos como dos personas al mismo tiempo: una quiere luchar y arrancar las cadenas que nos martirizan por el paso del tiempo y ver cada mañana un nuevo sol--La otra persona , siempre dentro de una misma, se aferra a los recuerdos de un juventud brillante de momentos felices, de un juventud gladiadora en todos los aspecto,donde hasta la adversidad tenía colores radiantes. Juventud que siempre se mostraba como soporte del universo ,con sus dotes y aventuras, con sus amores o desamores...El tiempo nos quita algunas atribuciones corporales pero en su lugar nos pone otras; sabiduría, acercamiento, madurez, sueños maduros y cabales, momentos puntuales y un día a día a pleno para la amistad y la fortaleza de saber vencer y aceptar si hay algo ya distinto ¡ en nosotros mismos.!.Me dejó un poco triste el texto..Pero confío que solo sean expresiones vertidas y que son verdaderamente útiles para reflexionar sobre nosotros mismos y buscar que "El último tren tenga asientos específicos para ser felices...Fue un placer...Me gustó "El último tren"...(espero no lo sea Gonza)..Que Dios te bendiga..Hasta mañana...Rq
gonza pedro miguel
Raquel
Maria Jose L de Guevara
Apuesto a que sabes de lo que digo.
Mi cordial y cálido saludo.
María José.
gonza pedro miguel
Hay que preparase para la despedida, dejar los miedos y aceptar que un día nos pondremos a cuenta con el creador.
!Abrazo María José!!