LA NUEVA ADQUISICIN
Publicado en Feb 22, 2020
LA NUEVA ADQUISICIÓN. SEUDÓNIMO: MIA Soy la jefa de planta de un gran centro comercial, mi sección es la ropa de caballero y de señora. Tengo bajo mi responsabilidad doce empleados. Cada uno de ellos con objetivos a cumplir en ventas. Es un porcentaje alto de la nómina. Se cuida mucho la estética , las sonrisas y llegar a esa línea fina y delicada de atender pero no agobiar al cliente. Puedo decir que en todos los años que llevo al mando, los objetivos siempre se han cumplido, a base de reuniones, formación y estar pendiente de cada operación, aprendiendo de cada venta, trabajando duro, pero se han conseguido. Apareció ese empleado delgado, pequeño, encorvado y de una edad cercana ya a una pronta prejubilación. Venía de otra zona, se incorporaba después de una larga enfermedad; los médicos le habían recomendado estar cerca de la playa con lo que lo habían destinado a nuestro centro comercial. Parco en palabras se había presentado como Julián, le expliqué y le detallé nuestra forma de trabajar, la importancia de la estética... Lo miré de arriba y abajo... Sabía que los hombres apuestos o con gestos picarones vendían muy bien, recursos con los que el viejales Julián, no contaba. A todo asentía con la cabeza, sin sonrisas ni comentarios graciosos, parecía incapaz de establecer una buena comunicación, tan importante en nuestro sector. La sensación "me han encasquetado un estorbo" crecía en mi interior... Ya veía los objetivos de venta decaer, presagiaba malestar entre los compañeros al influir los objetivos en sus nóminas. Le adjudiqué la zona de saldos, la que menos margen de beneficios deja y menos daño nos puede hacer al no vender mucho. Los puntos estrellas son el de ceremonias, la zona de marcas y la deportiva: ahí tengo a los vendedores más atractivos y con el mejor don de gente, se les reconoce incluso al entrar porque son verdaderos imanes. La primera semana fue tranquila; Julián no destacaba y sus ventas al menos no decaían, cuando me pasaba a dar la ronda, veía a la rubia María José en sus altos tacones poniendo caras de verdadero asombro de alegría ante una señora gruesa enfundada en un traje que la actriz Julia Roberts llevaba en un anuncio, sin comentarios sobre el parecido. Luego estaba Alejandro , un rubio de ojos azules aspecto vikingo que derretía a las jovencitas en la zona juvenil de marcas, argentino, récord en ventas, sin comentarios también. Rocío y Marcos, los más esbeltos y con clase, sus movimientos eran un arte, su bien estar, su distanciamiento y sus palabras dictaban sentencia, lo habéis adivinado, ceremonia . Seguí paseando y viendo al resto y allí en el rincón, sin tanta luz, sin decoración que asombrara estaba Julián, hablaba con los clientes y lo que me llamó la atención era que los clientes se acercaban a él, les hablaba y se iban. Pero él no iba detrás de ellos para ofrecer sus servicios. Y en el rato que me quedé, se iba sucediendo la escena varias veces, se acercaban, él hablaba un rato y con una sonrisa se iban. Me acerqué a la caja y los que se habían acercado hacían cola para pagar sus compras. Ya con curiosidad, busqué los listados de sus ventas y claramente… Subían. A final de semana me sorprendieron sus cifras, su margen de beneficio no solo había crecido de forma espectacular sino que se podía comparar con los cinco mejores vendedores que tenía. No podía ser. Julián no nos había sorprendido ni con una buena imagen, ni con gestos ni una actitud extrovertida y llamativa, para nada. Pensé, puede ser la suerte del novato. Lo trasladé a una de las zonas fuertes, arriesgué. Y lo puse en ceremonias. Sí, no lo niego, temblaba ante el estropicio que podía armar y me convertí en la sombra de esa zona. Al principio la gente lo ignoraba y tal como en la otra sección se iban acercando, hablaban y se iban, él no hacía caras, ni iba detrás. Observé como una señora se acercó a preguntar por un vestido de madrina para la boda de su hijo, su cara era de preocupación, su único hijo se casaba. Julián la dirigió hacia los vestidos más sencillos y baratos, mientras le hablaba, el semblante de la señora iba cambiando de preocupación a relajación e iba respondiendo a las preguntas que le iba haciendo Julián y en un momento dado se vio a la señora hablar un buen rato, Julián la escuchaba atentamente, asentía y poco a poco se introducía en la conversación. La señora se quedó meditando y tomó un par de vestidos para probarse, salió y se quedó con uno de ellos. Yo pensé se la ha llevado a los más baratos cuando es carne de llevarse lo más pomposo y caro al tener hijo único. Por Dios, es tonto. Luego apareció una chica sencilla, delgada, tímida. Insignificante sería la palabra que la podría definir. Como quien pide permiso se acercó a Julián, buscaba un vestido para la reunión de antiguos compañeros del instituto después de veinte años. Se notaba que el instituto le había dejado huella por lo nerviosa que estaba e indecisa, seguro que no fue muy popular ni la reina del baile. Estaba claro. Tanta era mi curiosidad que decidí esconderme y estar cerca para oír la conversación. No, no estaba orgullosa de lo que estaba haciendo pero… La curiosidad era muy fuerte, incluso como para pasar la de ser descubierta. —Pues, verá, busco, no sé… Un vestidito sencillo, de color canela...como le he dicho para el encuentro de compañeros del instituto, después de ¡Veinte años! ni nos vamos a reconocer y seguro que ni sabrán quién soy— Julián la miraba callado y asentía, era como un sacerdote escuchando los pecados— Me pasé los años del instituto a la sombra sin destacar en nada, soñaba con esas chicas sin complejos, que no temían a decir lo que querían y tenían su primer amor. No, no me he quedado con amargura, he vivido mi gran amor y soy feliz con mi vida. Pero, volver a abrir la puerta de esa etapa me vuelve otra vez frágil y me siento minúscula, podría no ir pero no es eso lo que quiero, quiero afrontar aquella época y eliminar a esa niña oscura, no es mi intención volver al pasado y convertirme en la reina de la fiesta, sencillamente volver y no ser invisible, que sepan que existo... Pero solo pensar que voy me saltan todos los miedos, y me vuelvo tímida como era y he pensado en un vestidito discreto y no sé, ir y rezar para no tartamudear. No sé... La chica se había abierto ante Julián como un libro, como si hubiera ido a confesarse a la Iglesia. Lo que remataba la escena, era la actitud de Julián, si llega a ponerse un alzacuellos me desmayo porque hubiera clavado el cuadro. —Sí, entiendo, y ¿no crees que sería perfecto entrar y que todos se pregunten quién es la misteriosa chica? No tendrías que hablar, solo entrar con un vestido mortal de elegante y sofisticado. Cuanto más silencio y menos gestos más acrecentaras la curiosidad sobre la enigmática mujer elegante. Pero para eso tendrás que llevar un vestido como un guante, peluquería y zapatos acordes y dejarte llevar por tu timidez que te camuflará como enigmática y misteriosa, no hay nada mejor para el humano que confundir apariencias con realidad. Garantizado. Acto seguido se la llevó al apartado de vestidos exclusivos de marcas japonesas donde los precios son de infarto. Pensé, es tonto del todo, pero con lo sencilla que va esta mujer en su vida se ha gastado algo en ropa y él la lleva a lo más exclusivo. Con una sonrisa de complacencia la chica miró el precio, levantó la mirada y con otra sonrisa picarona contestó —Un precio justo para lo que he pedido. No creí ver lo que veían mis ojos, la chica radiaba felicidad y seguridad en sí misma. Cuando salió, corrí a ver qué precio marcaba el vestido, me tuve que sentar, la tensión me había subido más de la cuenta. —No lo entiendes ¿Verdad?—Julián estaba a mi lado y me hablaba al oído—Sencillamente perdemos el rumbo de nuestra vida y mi trabajo lo utilizo para ayudar las necesidades de las personas, pasas una enfermedad y descubres lo que de verdad es la vida. Yo también te he observado y veo como luchas por mantener tu liderazgo en el trabajo, te ha costado dos matrimonios y un hijo que ya no quiere saber de ti. ¿De verdad, ha valido la pena? Todos los días tienes que probar lo buena que eres en tu profesión. Cuando a escondidas, te vas al departamento de música y acaricias el piano que tienen, porque te recuerda la época en la que estudiabas y sentías la música que levantaba tu ser. ¿Te acuerdas…? ¿Qué tienes de tus sueños? ¿Qué tienes de familia? ¿Dónde está lo que amas...? Fue como abrir la puerta de mis inicios, de cómo me había perdido poco a poco, y ahora estaba en una lucha constante por liderar un trabajo y no veía nada más, ni vivía nada más… ¡Explosionó algo en mí!. Dos semanas más tarde el puesto de jefe de departamento de ropa estaba desierto y se buscaba un nuevo jefe, el nombre de Julián ya resonaba entre los favoritos... A veces, en casa, antes de irme a dormir y ante mi taza de chocolate recuerdo cómo volví a estudiar piano y me acuerdo de Julián, ahora jefe de todo el área comercial de nuestra zona y me surge una duda... ¿Ángel o demonio...? Aunque inmediatamente mi bebé reclama mi atención.
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Maria Jose L de Guevara
Francamente estoy bastante impresionada con el estilo que empleas en tus historias y con los recursos profundos que en ellas imprimes. Aquí, por ejemplo, está presente un factor psicológico (lo que me compete) y tu lo has dejado aparecer para la reflexión: Julián se vale del análisis de su interlocutor para descubrir la esencia de sus sentimientos y así poder manejarle objetivamente, porque se ubica dentro de su alma y consigue saber cuales son sus límites y potencialidades.
Esto debiera ser una práctica universal. Para ello bastaría que frente a cualquiera de todos nuestros anhelos nos preguntemos ¿Valdrá la pena el sacrificio que estoy dispuesta/o a hacer?
Continúa estando presente, Mar. Quizás debas tragar algunas ingratas amarguras que aquí se palpan, pero también se obtienen dulces y bellos placeres, por no muy abundantes que ellos sean.
Un cálido abrazo.
María José.
Mar
Un besazo