Viajar
Publicado en Feb 27, 2020
Cada vez que viajo y conozco un paisaje nuevo, logro comprender que hay una parte de mi infancia que revive, y por ese motivo, me da satisfacción y placer realizarlo cuando puedo. Es que, realmente, cuando hacemos algo que nos da bienestar, si lo intentamos conectar con la infancia, lo mas probable es que,profundizando, encontremos el porque de ese bienestar. Siempre me atrapó lo natural, lo extremo, o lo que para mi era extremo en ese entonces y a esa edad. Escalaba árboles, jugaba en terrenos linderos, corría, saltaba obstáculos, y creaba mi propia historia que se basaba en la supervivencia y en todo lo relacionado a lo natural, que es lo que siempre estuvo incluso antes que cualquier ser humano y no fue creado por este. Me pregunte en varias ocasiones si tuve una buena infancia en cuanto a juego y desarrollo de la imaginación. Y entendiendo que realizaba libremente lo que estaba a mi alcance y que no existían preocupaciones ni responsabilidades, puedo llegar a la conclusion de que la repuesta es si. Gracias a esos juegos en la infancia, el hecho de viajar me conecta tanto conmigo mismo que me genera bienestar pleno. Subir una montaña, un cerro, quizas elijo compararlo con perseguir un deseo, que de hecho todo ser humano tiene uno. Se requiere de plena voluntad y constancia, no se tiene en cuenta quizás profundamente cada paso que se va dando,pero uno sabe que va avanzando, hasta que, por seguir ese deseo con real satisfacción y sentimiento se llega a la meta, como se llega a la cima de un cerro, de una montaña. Y a partir de ahí, todo lo que resta es apreciar lo logrado, lo alcanzado por uno mismo y celebrarlo.
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Maria Jose L de Guevara
Buen descubrimiento hiciste, Gonzalo, para tu enriquecimiento personal.
Saludos afectuosos.
María José
Gonzalo