1. Los demonios mentales. Ya no soporto esta mente, estoy muy cansado la verdad amigos míos, las calles no me son más que un insoportable ir y venir, día tras día aplanando el cemento. Salgo a caminar de mi oscura habitación para no escuchar las voces de mi mente, aquellas que me vuelven loco, gritan todo el día, peleas de pensamientos que no dejan en paz ¡Ya no les quiero escuchar! Mi vejez al parecer me trajo un pequeña esquizofrenia de regalo, no es lo que hubiera pedido de regalo de navidad, pero acá estoy, hablando solo como si en verdad cientos de personas me escucharan y sintieran cortar sus tímpanos con el filo de mis lamentos. Aprendí mucho en mi vida, secretos que la mayoría de las personas solo escucha en el cinema de su estupidez, puede que sepa perfectamente que clases de seres aúllan en mi mente a diario, no son demonios de cachos, menos aun son rojos con un tridente, ni con una cola terminada en flecha, muy por el contrario son energías animadas, ya que vida no tienen, son vibración pura, de tinieblas electromagnética, que cuales parásitos se posan sobre su victima para hacer de huéspedes indeseados y succionar toda la energía ensuciando con las heces de sus ideas aquellas células de luz que tenemos por herencia divina. Cuando ya el cáncer es completo, no queda más que la muerte, pierdes todo, amigos, amores, familia, gustos agradables y solo te dedicas a consumir la porquería que ofrece esta sociedad enferma de materialismo. Es en ese entonces cuando miras a un espejo y ves a un ser devastado por el sida de la mente, por la sífilis del pensamiento, por el verde pus de las acciones y al mirar la propia miseria y el trabajo que costará limpiar todo uno suele dejarse llevar por el agua puerca del “ya no hay remedio”. Mientras estaba sentado en una plazoleta de mala muerte un joven se me acercó y me preguntó si estoy bien, es lo más amable que escuchado en décadas. Me miró a los ojos y me dijo con una voz muy dulce; Da la batalla Alejandro, aun hay tiempo, solo no has peleado con tu verdadera fuerza, si eres hijo del Padre Creador la batalla la tienes ganada, si eres un cobarde, húndete más de lo que ya estas, recuerda, Marcos 4:24 Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Luego el se fue y se despidió con una sonrisa. Salí de la vista de la gente, vomite todo el trago y droga de mi cuerpo, me bañe y decidí terminar este escrito y comenzar una nueva vida, ya no escuchando a los demonios mentales, a los cuales si uno les deja entrar una vez en la casa harán zamba canuta y del dueño de casa harán solo un vasallo más en la extensa hacienda de sus porquerías.