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Publicado en Mar 24, 2020
La luna esperaba siempre la misma hora para poder despertar. Una luna tenue, inmiscible en cualquier tipo de gravedad sobre la que las personas piensan que se mantiene. Una luna desquiciada porque solamente la observan unos pocos y no siempre con la misma admiración. Una luna que supura un brillo fugaz pero traicionero. Este brillo no es más que pura envidia reflectada por una estrella que la deja aparecer cuando todos se han ido. Esta luna se siente cómoda pese a tal infame forma de vida. Lo que otros no saben es que esta luna se siente abrigada por las caricias de las nubes, por el olor a brisa nocturna que le ayuda a respirar y sobre todo porque las pocas personas que pueden apreciar su belleza, en realidad, son unas privilegiadas.
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