He allí el último vestigio:
Un planeta sin hombres y sin espantos.
He aquí el desquite del minuto
que logró conquistar todo despueblo.
Atrás quedaron hombres y creencias.
Guerra, paz, miedos y coartadas.
Las conciencias cruzaron al olvido.
Sólo quedan amilanadas cadaveras.
De golpe vino la ceniza
y el estruéndo atómico ennegreció al mundo.
Sólo quedaron formas rotas
y fondos ya jamás acompañados.
El fuego consumió las imágenes
y se llevó al vulgo y sus cultismos.
Los presagios demostraron su fuerza
y fue entonces el final de lo cierto.
El planeta es ahora cementerio azul
que vaga enquistado al universo.
Ha perdido su oxígeno rasante
y tan sólo es un residuo más en el espacio.