DE METÁFORAS, DEL IMAGINARIO COLECTIVO Y DEMÁS
Publicado en Jun 19, 2020
De metáforas, del imaginario colectivo y demás. Le dijo Caperucita al Lobo: «Qué Grandes Valores tienes». Y el Lobo contestó: «Son para comerte mejor». Santiago Alba Rico "Con todo, pero sin mostaza" Escuché al vuelo en el cafetín donde escribía esta mañana, le decía un parroquiano a la guapa mesera al momento de solicitarle un emparedado. Con todo menos sin algo, extraña paradoja, -Si es que hubiera alguna paradoja que no fuera extraña- ¿Existirá en el mundo material o inmaterial algo que tuviera todo, menos algo? ¿Acaso todo no significa todo? ¿Entonces? Me propuse tratar de dilucidarlo como un ejercicio mental. Para empezar debo reconocer que partía de una premisa torcida, si algo lo tiene todo, es lógico que no le falte nada. ¿O no es así? Entonces porqué solemos decir "Ese hombre es muy rico, no le hace falta nada, solo el amor" Vaya contradicción con la que solemos expresarnos. ¡Si a ese hombre rico le falta el amor, entonces no lo tiene todo! Luego entonces cabe la interrogante, ¿en dónde radica el intríngulis del asunto? Probablemente en la vehemencia o la imprudencia con la que hablamos, aunada al desinterés de nuestros escuchas. Vivimos pues, debo reconocerlo, en los tiempos de los malos entendidos o sobrentendidos. Un mundo cautivo entre las prisas del decir y las de oír y entender. El imperio de la metáfora, dice un respetable ensayista de mi país. Entendida la metáfora como un recurso poético y hasta prosístico utilizado por todos los que escriben o creemos o nos hacen creer que escribimos. Finalmente escritor es el que escribe, dice la RAE, que se las trae. En ese contexto, bienvenida la metáfora. Pero no se considera tanto, cuando se aplica indiscriminadamente en la vida cotidiana. "Voy que vuelo, pues se hace tarde", "Era un hormiguero ayer durante la manifestación", "Cuando me tocó por ahí, sentí la gloria", "Eres mi vida, mi mundo y mi universo". Y si embargo todos entienden lo que se quiso decir, aun sin ser literatos ni poetas. Por qué tan cerca de los convencionalismos al hablar y tan lejos de la literalidad. Él metaforiza, ella metaforiza, todos metaforizamos y, en ese metaforizar se nos va la vida. La metáfora nutre, da vida al imaginario colectivo y éste le da certeza a fuerza de imponerlo por la repetición interminable, ausente de raciocinio, provocando la exclusión de la literalidad y con ello decimos y escribimos al margen de las propias palabras, cautivos de "lo que se quiere decir", metaforizamos pues. Borges, entre sus dieciséis consejos para escribir señala que es preciso evitar, entre otras cosas, lo siguiente: "Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias". ¿A qué se refiere el invidente iluminado cuando habla de metáforas agrícolas y bancarias? Seguramente hace referencia a las metáforas que desde un planteamiento de los antiguos griegos, pasó a los imaginarios romano y medieval, como algo verosímil. En estos imaginarios agrícolas y animistas en buena medida, el número, como tantas otras cosas, se percibía, efectivamente, como si fuera una planta. Los textos matemáticos de estas épocas están cuajados de metáforas vegetales y alimenticias, las cuales al repetirse y volver a repetirse ya hemos perdido la conciencia y el sustrato imaginario del símil que hacía vero-símil la metáfora, y lo que era vero-símil se nos ha quedado en simple ‘vero', verdad pura y simple, es decir, purificada. Así tenemos el concepto de "raíz cuadrada", una metáfora convertida casi en paradigma irrefutable. La idea ‘raíz cuadrada de 9', por ejemplo, que todos sabemos que es 3. Tan claro lo tenemos que nunca se nos ha ocurrido preguntarnos cómo es posible que un cuadrado tenga raíz, como si fuera una planta. Y cómo es posible que esa raíz (o sea, tres) tenga la suficiente potencia para engendrar al cuadrado entero (o sea, para engendrar el 9, que es la potencia cuadrada de la raíz 3.) Ah, aquellos griegos tan imaginativos y las generaciones posteriores que no han logrado deshacer el entuerto. Respecto a las metáforas bancarias mencionadas por Borges, se me ocurre pensar, sin ser una metáfora, que cuando alguien dice de cierto cacharro, éste permite "ahorrar tiempo", que ha "invertido mucho tiempo" en una tarea o se angustia ante lo que considera una "pérdida de tiempo", está viviendo el concepto tiempo como algo que se puede ahorrar, invertir y perder, es decir, lo está viviendo como si fuera dinero. Metáforas, simple y llanamente. Ante estos "hechos puros y duros". "Los hechos hablan por sí mismos", tal vez lo que se impone es continuar metaforizando, después de todo "perder el tiempo" o "tener razón" da casi lo mismo, "las cosas son como son y no de otra manera". La vida es una metáfora, un símil de la realidad, escribió alguien. Entonces, al escribir abordemos el tren de la felicidad infantil, ese que corre sobre una vía elíptica que lo obliga a pasar siempre por los mismos lugares, frente a los mismos paisajes para llegar al destino de siempre. Si esa es la felicidad o la manera para lograrla... ¡Adelante!, alimentemos la metáfora del trenecito infantil: Vueltas y vueltas sin pasar de los límites auto establecidos. Habrá entonces que escribir de todo, menos de temas distintos.
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