Eduardo
Publicado en Jul 15, 2020
TERCERA Y ÚLTIMA PARTE DE LA NOVELA EDUARDO
Personajes de la novela Eduardo: Josefina (Pepita) madre de Eduardo Eduardo hijo de Pepita Sofía, vecina que ayudó a Pepita Marcela, señora que llevó a Pepita a vivir en su casa Juanita, amiga de Pepita y la que le fiaba los mercados Mario, esposo de Juanita Clímaco, amigo de Eduardo Padre Reynoso, sacerdote que aconsejó a Pepita Carmen, enfermera y compañera de Eduardo Milena, madre de Pepita. Se inició la novela en Bogotá, con Pepita como madre de Eduardo y su triste vida en la niñez. Se conocieron los buenos comportamientos de Eduardo, su deseo de ser presidente, el apoyo de la madre y de muchas personas que los conocieron en viajes. Cuando se proyectaba continuar con campañas presidenciales, todo se interrumpió con la presencia de “Corona virus”, empezó el cambio de costumbres, de pensamientos, de actitudes y mucho más. La novela dio otro rumbo diferente, adecuarse a la realidad. Se presentó problema por decisión absurda de Pepita, Eduardo fue expulsado de su propio hogar -decisión dolorosa- A partir de la ausencia de Eduardo se desarrollaron otras historias contadas en la segunda y tercera y última parte de la novela. Así reaccionó Pepita ante su injusta decisión: ¡Oh, Eduardo! Hijo mío, ¿dónde estás? han pasado mis noches en desvelo, pensando en ti, recorriendo nuestros pasos desde tu nacimiento ¡Cuánto amor, cuánta paz, cuántas ilusiones! ¿Cómo pude derrumbar tanta felicidad? ¿Cómo puedo recuperar la paz si de nada ha servido pedir ayuda a las autoridades, a las redes, a los medios de comunicación?: A nadie le importa mi vida, abunda el individualismo, estoy sola, abandonada y triste, deseosa de recuperar a mi hijo. ¡Oh Dios mío! Eres mi única esperanza, ayúdame, protege a mi hijo, perdónalo, está equivocado, pero tú sabes que él es bueno, tú le regalaste bellos sentimientos y comportamientos sanos, honestos, inteligentes, pero como todo ser humano comete errores y los errores se pueden corregir. Ilumíname la forma de corregirlo cuando regrese. En mis reflexiones he recordado ésta frase de mi hijo: “Si nos vamos a respetar mutuamente, no habrá problema” Es una solución, pero creo que debo inducirlo a la religión católica, es mi deber como madre, no sé qué hacer, necesito la ayuda de un sacerdote, llamaré al celular del padre Reinoso de mi parroquia, para que me aconseje lo que debo hacer. No lo intentaré más tarde, ya mismo. Después de tan prolongadas reflexiones con el padre Reinoso entendí mis errores como madre y me arrepiento. El padre Reinoso dijo: La Carta Magna de nuestro país acepta la libertad de cultos, aunque mejor sería creer en Dios, no se le puede obligar. Lo importante de toda la historia que cuentas con tu hijo, es que él es buena persona, a nadie hace mal. No debiste pedirle que se fuera, habiendo podido dialogar y llegar a un acuerdo. Te felicito por amar a Dios, pero en ningún caso se debe llegar al fanatismo. ¡Qué mala fui! No debí hacer escándalo por su cambio, no despedirlo, no embriagarme, haber agradecido su cariño, su protección. El padre dijo que cambiar de opinión no es pecado, yo creía que era pecado,[LRdL1] [LRdL2] que mi hijo se había convertido en un demonio. Recuerdo que muchas veces cuando iba a la tienda de Juanita ella decía que los ateos eran demonios, insistía en las alabanzas que debemos a Dios, me aconsejaba que me aislara de los ateos y de otras religiones que no son la católica. Siendo ella mi mejor amiga, yo la acompañaba a grupos de oración, allí se hacían rituales cuando aparecía la virgen a las cinco de la tarde. Juanita, es mi paño de lágrimas, todas las veces que me veía llorando al contarle mi pasado me obsequiaba dos tragos de aguardiente, para calmar mis malos recuerdos, ella nunca me dio más de dos tragos, decía que después de beberlos, entre risa y llanto, yo maldecía, con groserías a los que me violaron, le gusta verme reír, me obsequiaba un tamal, panela o pan. Con ella y el esposo desahogaba mis penas, pero nunca le conté a Eduardo la forma como me desahogaba con mis amigos. Yo fingía ante mi hijo tranquilidad, alegría y muchas veces en mi insomnio nocturno añoraba un traguito de aguardiente, no, aguardiente no, mi hijo dice que cambie el aguardiente por vino o whisky, pero no más de dos tragos. Han pasado más de cuatro días, sigue mi malestar, tristeza, llanto…no quiero desayunar. El dinero se agota, la nevera vacía, nada para comer, sólo lentejas fríjol y arroz, pero voy perdiendo apetito. Me espanta mi presencia en el espejo. Quisiera beber más y más, pero nada hay de licor, solo agua de panela. Si Eduardo no regresa moriré de tristeza. Ya no quiero tejer, no mirar por la ventana, no ver televisión. Eduardo siempre decía, que yo era la mejor mamá del mundo, talvez silenciaba mis defectos. Creo que no he sido tan buena madre. No lo dejaba escuchar la música que le gusta, no lo dejaba ver en televisión el programa “Cosmos” que tanto le gusta, lo obligaba a rezar el rosario, lo obligaba a que me acompañara a las cinco de la tarde a mirar a la virgen que me manda escarcha verde desde el cielo, aunque él decía no ver la escarcha, lo interrumpía cuando trabajaba en su computadora, le mandaba que sacara la basura, que hiciera los mandados, que pagara los servicios, que no se demorara tanto hablando por teléfono, que se vistiera como yo quería a pesar de darme cuenta que lo molestaba. Cuando era niño lo obligaba a que se bañara con agua fría, a que no trajera amigos a la casa, no lo dejaba descansar, lo quería ver ocupado a toda hora. Yo creía que lo estaba educando muy bien, con todo el cariño que por él siento. El padre Reinoso y Eduardo han dicho que soy fanática, pero nadie me ha explicado qué es ser fanática, Bueno, no todo lo que hice es malo, lo enseñé a ser disciplinado, respetuoso, apoyé su campaña política con responsabilidad, trabajé bastante para pagar sus estudios. Cada día me siento más desesperada sin mi hijo. Mis amigos Juana y Mario, me llaman, me consuelan, me ayudan a investigar sobre el paradero de Eduardo. Ella dice, que tenga paciencia, que siga orando y alabando a Dios que en algún momento hará que aparezca Eduardo. Pasan los días, sin saber nada de mi hijo. Ya estoy desesperada, ya no me importa la cuarentena, saldré a la calle mal vestida despeinada, buscaré por todas partes a Eduardo, si no lo encuentro me uniré a los indigentes, sin que importe enfermarme y morir pronto. Juanita se enojó cuando le dije todo esto, dice que pienso como loca, que espere, que es posible darme la sorpresa de decirme un día el lugar de asilo de Eduardo, me canso de suplicarle que me aclare lo que me acaba de decir, pero me dice: espere con paciencia. ¿paciencia? La gente entiende los sufrimientos cuando los tienen en sangre propia. Juana y Mario, han averiguado en las inspecciones de policía el paradero de Eduardo, no han logrado nada, porque hay muchos nombres repetidos, pero un agente de la Inspección se dio cuenta de que otro ciudadano, también lo busca, se comunicaron con él, quien resultó ser Clímaco el amigo de Eduardo. Juanita preguntó el número del móvil de Clímaco y lo agregó en su whatsapp, para comunicarse. Clímaco relató a los amigos de Pepita lo ocurrido la noche que Eduardo quiso aceptar la invitación a que pasara unos días en su casa, les contó todo cuanto ocurrió esa noche, Igualmente, los amigos le contaron a Clímaco la situación en que se encuentra la madre de Eduardo. Permanecieron mucho tiempo buscando soluciones. Clímaco ofreció ir personalmente a la Inspección de policía a solicitar ayuda para encontrar a su amigo. Al día siguiente, pudo ir a la Inspección de policía, el inspector llamó a algunos hospitales, dio el nombre y datos de Eduardo, efectivamente estaba en un lejano hospital, Clímaco agradeció al Inspector y se dirigió a dicho hospital. En información buscaron las características de Eduardo, y una enfermera que se hallaba presente, invitó a Clímaco a que se retirara un poco del lugar, dijo tener en una carpeta la historia de un paciente que encontraron en una calle, estaba herido, sangraba su cabeza, su cara y su cuello. Antes de ingresarlo a un hospital, el paciente, así, adolorido relató hasta donde pudo su triste historia, que fue grabada e impresa, por quien lo recogió, luego fue recibido en el hospital para valorar su mal estado de salud, su escalofrío y su llanto. Gracias enfermera, por favor, dígame quien entregó esa carpeta, No lo puedo revelar en este momento, ni puedo entregar la carpeta, si quiere, puedo leer el relato del paciente, claro que sí El relato dice: La noche que fui obligado por un tipo a subir a un auto, comenzó mi calvario. El hombre, mostró su arma, me amenazó si protestaba, luego siguió a mucha velocidad por rutas desconocidas, pregunté qué es esto, ¿qué quiere de mí? Respondió: cállese, le dije que no proteste o le disparo… No estoy protestando estoy preguntando. El hombre pidió que le entregara mi celular, mi maleta con ropa, mi computador, mi dinero, mi billetera, mis llaves y me sacó a golpes del auto, me dejó tirado en esta calle, no sé dónde estoy, no sé más, estoy mal, Me llamo Eduardo… Clímaco pregunta a la enfermera si Eduardo resultó positivo del virus, pero la enfermera se niega a informar el estado de Eduardo, aunque Clímaco le suplica que le informe; unos agentes de policía ordenan a Clímaco que se retire, la enfermera le entrega una tarjeta con su número de celular y su nombre, para que la llame y ella va informando el estado de salud del paciente. El detalle de la enfermera lo tranquiliza un poco. Clímaco sigue rumbo a su casa, comenta con su familia lo ocurrido, llama a los amigos de Pepita, les cuenta todo. Juanita se desespera llora, Eduardo debe estar grave no se sabe si estará vivo o muerto. Clímaco marca el celular de la enfermera, “correo de voz”. Cada hora vuelve y marca el celular de la enfermera por fin ella responde, no informa el estado de Eduardo, se limita a preguntarle el nombre, si es familiar, a qué se debe el interés de saber el estado de Eduardo, Clímaco responde a todas las preguntas que hace la enfermera. Desesperado de no lograr saber el estado de su amigo le pide a la enfermera que por lo menos le diga si su amigo está vivo, ella dice que sí está vivo, pero que por ahora no puede dar informes, que la siga llamando y que cuando sea posible le va informando. Él le da las gracias y se despide. Clímaco está indeciso, no sabe si llamar a la madre de Eduardo y contarle, consulta a los amigos de ella si es prudente contar todo o parte de lo ocurrido. Juanita dice, digamos la verdad, Mario cree que mejor es decirle que está vivo y que se está recuperando en un buen hospital, piensa que es mejor visitar a Pepita, pero no se puede dice Juanita, porque están prohibidas las visitas, tocará llamarla al celular, ella está desesperada, Clímaco opina que es mejor tranquilizarla tal como piensa Mario. Pero si Pepita pregunta si Eduardo está afectado por el virus, ¿qué decimos? Pues la verdad es que no sabemos nada del accidente ni del robo, sólo que la enfermera nos va informando, sí es lo mejor, termina el diálogo. Juanita llama a Pepita, ella responde con voz desalentada. Hola Pepita, tengo buenas noticias ¿verdad? ¡donde está Eduardo? Está en un hospital, lo están valorando, aún no se sabe qué le pasa, pero una enfermera dice que se está recuperando y nos va informando sobre la salud de Eduardo, que permanezcamos en casa. Juanita quiero hablar personalmente con la enfermera y usted, no se puede, la enfermera dice que ella informa para que no salgamos de la casa, pero las dos somos vecinas, nos podemos ver, espéreme en la portería, bueno, pero con careta, tapabocas, guantes, ¿y guantes para qué?, para tocar el botón del ascensor, no, bajo por la escalera. Hola Pepita, por fin nos vemos, casi no la conozco esta distinta, cabello corto y rubio, si… nada importa cómo me vea. Todo está bien Pepita, no se preocupe. Permanecieron más de una hora hablando, Juanita relató lo que le pareció importante, se despidieron. Pepita regresó a su apartamento, gracias a mis amigos, me ayudan, me aconsejan, quiero orar y pedir a Dios que mi hijo se recupere, que no lo afecte ese maldito virus. El cuarto día Clímaco se comunica con la enfermera. Señorita Carmen, por favor, dígame ¿cómo está Eduardo? Va mejorando, ya abre los ojos, pronuncia unas palabras, ¿Qué palabras?, madrecita, madrecita…permanece conectado con suero, pero, ¿está contagiado “de corona, virus?” Creo que no, no estoy segura está sin oxígeno, bien cuidado, señorita ¿Cuándo le dan de alta a Eduardo? Cuando se recupere, ¿lo podemos visitar? No, imposible, pero si me llama le voy informando, me deja usted más tranquilo, seguiré llamando. -Listo. Clímaco llama a Juanita y le cuenta lo que dijo la enfermera, Juanita se tranquiliza, agradece y dice que de inmediato llama a Pepita, ya la llamé, -dice Clímaco- está enojada conmigo[LRdL3] no me quiso escuchar, cuéntele usted lo que dijo la enfermera. Eduardo pregunta a la enfermera ¿dónde estoy? ¿qué tengo en la nariz? Enfermera, qué me pasa, ella responde: Eduardo hace días está aquí, usted estaba inconsciente, pero ya se va recuperando, ¿qué hospital es este? Este es el hospital Carmen, ha estado muy bien cuidado, pero he tenido mucha pesadilla ¿si? Como qué, pues que hay un virus que produce una enfermedad muy grave que mata a muchas personas. No es una pesadilla, es vedad[LRdL4] ,[LRdL5] ¿yo tengo ese virus? No, está bastante mejor ¿qué tengo en la nariz y en la mano? En la nariz nada y en la mano suero[LRdL6] . Usted está muy débil, Tómese este caldo de pollo, gracias enfermera. Usted ha sido excelente enfermera, me cuida como nadie, pero no entiendo, pasan días y más días, sin que nadie más me cuide ¿por qué usted hace todo sola? Me da los alimentos, me aplica el suero, arregla mi cama, toma mi temperatura, dialoga, me cuenta lo que sucede para distraerme, me prende la televisión, me hace preguntas y no veo médicos ni otras enfermeras. Bueno Eduardo, como usted ya está consciente, casi recuperado no dudo en contarle lo ocurrido: Un día, como a las seis de la mañana, iba yo en mi auto hacia el hospital donde trabajo, pero en el camino vi a un hombre sangrando y quejándose, me acerqué, pregunté, señor, ¿Qué le pasa? No respondía, sangraba por varias partes del cuerpo, sentí mucha lástima, insistí que me contara. Con mucho desaliento y dificultad me contó lo del ladrón que lo golpeó, no pudo seguir hablando, yo grabé en mi celular su relato, traté de alzarlo, llevarlo a mi auto, no podía, lo arrastré, con todas mis fuerzas lo llevé a mi auto, luego al hospital donde trabajo, allí lo examinaron, requería un nivel de atención especial, pero no lo hospitalizaron. Viendo yo que no hablaba y que no sabía a dónde llevarlo, resolví traerlo a mi apartamento, como enfermera que soy, podía atenderlo, como ve ya lleva más de un mes viviendo aquí. En horas nocturnas yo cocinaba lo del día siguiente, preparaba sus medicamentos, le aplicaba suero para su recuperación, la empleada que hace el aseo de este apartamento ayudaba a cuidarlo mientras yo trabajaba. ¿Entonces no estoy en el hospital Carmen? Jajaja…Así le dije, porque me llamo Carmen, me puedes llamar Carmita y tratarnos de tú, ¿te parece? Claro que si Carmita y a mí me puedes llamar Edu, siii, me gusta. Bueno te sigo contando la preocupación de tu amigo Clímaco, me llama con frecuencia para saber cómo va tu salud, él piensa que estás en el hospital donde trabajo. Verás Carmita: Él era mi mejor amigo, me invitó a vivir en su apartamento cuando le conté el problema con mi mamá, me insistió que fuera, aunque era tarde y no me abrió la puerta, no me recibió y por eso me pasó lo del ladrón, debe estar arrepentido de no recibirme, es mejor que le digas que ya casi me dan de alta. A propósito ¿cuándo me das de alta? Cuando estés perfectamente recuperado, estás débil, falta más reposo, unos veinte días más. ¿Me puedes contar el problema que tuviste con tu mamá? Claro que sí, no solo te contaré el problema, sino lo que ha sido mi vida y la de mi madre y tú también cuéntame de tu vida. Pasaron veinte días, contamos nuestras historias, Carmen quedó muy conmovida con la historia de mi madre, ha llorado, ha reflexionado, dice que quiere conocerla, quererla, servirle en lo que necesita, porque merece mucho cariño. Carmen opina, que el gran disgusto de mi madre al enterarse de que soy ateo, debió ser por influencia de la amiga al decirle que los ateos son demonios. Pobrecita, es de admirar la forma como se porta como persona, como madre, como amiga, tal vez otra se hubiera vuelto drogadicta y mala persona, ella con sólo dos traguitos de aguardiente y la ayuda de Juanita y Mario, ha vivido dignamente. Al escuchar yo, las reflexiones, sentimientos y comportamientos de Carmen, siento mucho agradecimiento con ella, me parece que es una chica hermosa, bondadosa, inteligente, instruida, despierta confianza: -Qué pena Carmen-. No sé de qué manera puedo pagar tanto trabajo, tanta, bondad, escuchar mi historia de vida, querer apoyar y querer a mi madre, es algo maravilloso, tanta paciencia suya conmigo. Quisiera regalarle el universo que tanto admira, regalarle mi corazón, jamás la olvidaré. Mañana mismo vuelvo a donde mi madre, supongo que mucho ha sufrido por mi ausencia, ella es noble, estará feliz cuando mi presencia la sorprenda. ¡Vaya Eduardo¡, no pensé que se quisieras ir mañana mismo, me da mucha tristeza su ausencia… deme tu mano… déjeme darte un abrazo, abundan lágrimas en sus mejillas. Carmen, diga todo lo que siente y lo que quiere. ¿La verdad? Sí, la verdad. Me he encariñado con usted, he pasado buen tiempo acompañada, pero no puedo pedirle que se quede conmigo y no con su[LRdL7] [LRdL8] madre que tanto lo necesita. ¡Qué linda, qué emoción! Bella princesa. -Sus miradas de enamorados, son incontenibles- Ahora va mi verdad Carmen: No he conocido una chica mejor que tú, eres increíble, te amo, estoy enamorado, deseo abrazarte y besarte, pero no pretendo presionarte a eso, Yo…yo, sí te presiono, lo abraza, se besan apasionadamente, son felices, pero ¿cómo separarnos así tan enamorados? –dice Eduardo-algo debemos hacer, si, algo –dice Carmen-. Tú vives sola y mi madre también, te propongo que nos casemos y vivamos donde mi madre, No te precipites, eres ateo y yo, casi lo soy, no practico la religión católica, sí, creo en Dios. No es necesario casarnos, simplemente vivir juntos, me parece perfecto, pero mi madre no aceptará si no nos casamos por lo católico, bueno, como quiera tu mamá, pero viviremos en mi apartamento, sería perfecto, pero para mi madre, no sé lo que dirá. ¿Por qué no la llamas?, ya te dije, que quiero sorprenderla, entonces ¿qué hacemos? Ya sé, -dice Carmen- mañana o cuando quieras la sorprendemos los dos, quiero conocerla y que me conozca, muy buena idea mi amor, así será. ¿Mañana? Cuando tú quieras amor. Sí mañana, ya la gente sale a todas partes, cumplimos con el protocolo, quiero llevarle flores a tu mamá, gracias amor, eres la mujer más linda y más buena del mundo, gracias amor. Pepita invita a Juanita a ir al hospital y saber cómo está Eduardo. Juanita, Nooo, cómo se le ocurre Pepita, ¿no ha visto en las noticias que, por rebajar un día impuesto, la gente se derrumbó, como se derrumba la tierra? No hubo organización, han debido ordenar que primero se hicieran las compras sólo por Internet y no así a la loca, en centros comerciales. por eso ha aumentado el número de contagiados. La gente es rara se quejan de pobreza, pero en vez de comprar alimentos, compran electrodomésticos, sin aislamiento, acumulados. No juanita no vi eso en la televisión sólo miro entrevistas y quiero sorprender, con una entrevista que vi de un buen periodista. Creo que entrevistó a mi madre: una señora que fue bailarina que tuvo una hija que no conoce porque desde muy pequeña la entregó a la madre de un capitán de la marina que es el padre de esa niña, que por su trabajo no podía vivir con ella, por muchos viajes y presentaciones. La señora ya tiene sesenta años y vive triste pensando que cómo será la vida de esa niña, no sabe su nombre, nada de ella, si vive o no, tampoco sabe nada de la mamá del marinero. Añora saber de su hija, ahora que vive sola y siempre piensa en esa hija ¡Vaya, Pepita!, qué sorpresa. ¿Y por qué la entrevistan? Porque ella tiene una academia de baile importante, ¿y cómo se llama? El periodista la presentó como Milena Acuña y la Academia se llama “Danzas Milena”. ¿Qué piensa hacer? Quiero conseguir el número de teléfono del canal donde hicieron la entrevista, lo difícil es que es en el extranjero ¿en qué País? En Argentina, no se preocupe Pepita, Mario sabe mucho de informática, le diré que averigüe. Bueno, si le interesa, claro que sí, es mi madre ¡cómo no querer conocerla! Ojalá Mario me haga ese gran favor, si encuentro a Eduardo él me ayuda, también saber bastante de Internet, he intentado preguntar por google, pero muestran otras academias de baile, no la de Milena. Pepita hemos dialogado bastante, es hora de almuerzo, le comentaré a Mario y después te llamo, bueno Juanita, Gracias. Yo quería morir, estoy desesperada por no ver a mi hijo, pero la entrevista del periodista a esa señora Milena, ha cambiado mi vida, ya, no sólo pienso en mi hijo, también en mi madre, los dos ocupan mis pensamientos. Deseo de todo corazón recuperar a mi hijo, también conocer a mi madre, podernos encontrar, saber de la vida de ella y contarle mis penas. Creo que Dios y la virgen están fortaleciendo mi espíritu, es un verdadero milagro haber podido ver la entrevista del periodista y Milena, si, ella es mi madre, es un verdadero milagro que apareciera en estos momentos de angustia y, que se abran puertas de esperanza, de ilusión y de paz. Juanita llama a Pepita, quiere darle la sorpresa de que Mario ya consiguió el teléfono del periodista y el de Milena, la llama, le cuenta, Pepita se emociona, quiere llamar ya mismo a Milena, Agradece mucho a Juanita, se despide y llama a Milena. ¡Aló, quien habla! Habla Milena, yo con ¿quién hablo? Habla Josefina, me dicen Pepita, creo ser la hija que usted abandonó y me dejó donde mi abuela paterna, ¡Queee! ¿Cómo? No puede ser, quién le dio mi número de teléfono, ya le cuento: En estos momentos de pandemia y cuarentena, me ha gustado ver entrevistas en televisión, vi, cuando un periodista la entrevistó, todo me hizo pensar que usted es mi madre, entonces unos amigos averiguaron el teléfono del periodista y el suyo ¿qué opina? Será la felicidad más grande de mi vida, sería la realidad con la que vivo soñando, Te quiero visitar ya ¿Dónde vives? Vivo en Bogotá carrera 23 No. 69- 23 Qué bueno vivimos cerca, yo vivo en Chapinero, estamos en cuarentena, prohíben las visitas, pero diré que soy tu madre, así me dejan pasar, si Milena la espero ansiosa, ojalá no me diga Milena, sino mamá cuando estemos convencidas de que somos madre e hija, bueno ya mismo tomo mi auto y te visito. Juanita y Mario llamaron a Pepita, ella respondió: no saben cuánto les agradezco estoy feliz con mi madre, ya sabemos que somos madre e hija, cuando le conté todo lo que mi abuela me contó. No he dejado que mi madre regrese a su casa, le suplico que me acompañe, le he contado mis sufrimientos, ella también me ha contado los de ella, hemos llorado, ya nunca más nos separaremos, lo que falta para mi felicidad es que regrese Eduardo, conozca a su abuela, la quiera y que seamos felices. Llegó el día en que Eduardo y Carmen resolvieron sorprender a Pepita con su buena salud y con su novia, con la que quiere que sea su compañera de toda la vida. ¡Vaya sorpresa! Amalia abrió la puerta de entrada al apartamento de Pepita, les dijo qué necesitan, si vienen de visita, perdón, pero está prohibido, no pueden entrar, déjanos hablar replicó Eduardo, ¿quién es usted? -Preguntó Amalia-, venimos a vernos con mi madre ¿Quién es su madre? –preguntó Milena- Mi madre es la señora Pepita, y ¿usted quién es? -preguntó Eduardo-¿Ustedes son hijos de Pepita? Yo, si, ella es mi novia. Pepita, vio a su hijo, olvidó lo del aislamiento social, lo abrazo, lo besó y lloró de felicidad. Todos estaban extrañados, Eduardo pregunta: mamá, ¿Quién es esa señora? Ella es mi madre, tu abuela, ¿tu madre? ¿mi abuela? No entiendo. Sí hijo por fin tengo la dicha de conocer a mi madre, pero ¿quién es la señorita que viene contigo? Es mi novia. Bueno, calma, sigan y tomen asiento, ya les cuento cómo descubrí que Milena es mi madre, se calmaron, pasaron día y noche aclarando historias, sorpresas, angustias ocurridas en tristes momentos y sentimientos producidos por la pandemia. Me dediqué a ver entrevistas y tuvo la suerte de encontrar a mi madre. Milena, relató la entrevista tal cual, Pepita interrumpió y siguió contando lo que sufrió, la ayuda de los amigos la tristeza de que faltaba recuperar a su hijo. Ya todos reunidos contaban y comentaban sus historias y los problemas actuales sobre la pandemia que sorprendió al planeta tierra. Eduardo preguntaba a cada uno ¿Cómo les parece la cuarentena? Pepita dijo, para mí la cuarentena es positiva, evita el contagio, he sufrido, pero ni comparable con lo que sufrí en mi niñez. Milena dijo: una cosa es la pandemia y otra la cuarentena. La pandemia es como un monstruo que estruja y asusta al mundo entero, por no saber en qué terminará esta desgracia. La cuarentena es prevención, evitar contagio, para cada familia es distinto, para unas es positivo, para otras es insoportable el encierro, los problemas familiares, la difícil convivencia, el cambio de costumbres, para mí es la felicidad más grande de mi vida haber sido entrevistada por un periodista y haber encontrado a mi hija, ¡que viva la cuarentena! Eduardo dijo: esta pandemia es una dolorosa sorpresa universal, tanta gente enferma, cuántos muertos en este mundo, cuánto cambio, unos positivos otros negativos, valoro lo que tengo, no deseo tener lo que sobra, sólo lo necesario, deseo ser solidario, no pensar sólo en mí, sino en otras personas que sufren y ayudarlas. La cuarentena para mí fue negativa en parte por el problema de salir regañado de mi casa, pero, he encontrado la felicidad más grande, estar unido a Carmen, quien recuperó perfectamente mi estado de salud, nos enamoramos, nos amamos y queremos ser compañeros eternos. También mucha felicidad conocer a mi abuela, estar de acuerdo todos con que mi madre viva acompañada de mi abuela y Carmen y yo nos casemos como mi madre propuso “por lo católico”. Carmen dijo: Para mí la pandemia, es algo terrible, de acuerdo con lo que dice Eduardo, pero también hay algo positivo, el cambio de costumbres puede ser positivo, quizá nos volvamos más conscientes, más solidarios, más justos, menos vanidad, más realidad y en cuanto a la cuarentena a nivel mundial ha sido positivo, menos contaminación del aire, más unión familiar, más creatividad, no obstante, lo malo es la desobediencia de quienes no creen y no cumplen con los protocolos, pero lo peor, lo más triste y doloroso es cuando se enferman nuestros familiares de “corona virus”, no poder visitarlos, no poder ayudarlos, dejarlos en circunstancias desconocidas, no poderlos ver ni aliviarlos con palabras de amor, ni abrazarlos ni consolarlos y peor cuando mueren y no podemos asistir al entierro ni que los despidamos, que no recibamos la compañía de quienes nos quieren consolar, dejar en otras manos a nuestros seres queridos. Tanto diálogo, tanta historia y tanta sorpresa tuvo despierta a la familia, sin deseos de dormir, aunque sí todos con mucha hambre Eduardo y Carmen abrazaron a Pepita y a la abuela, se despidieron y prometieron darles nietos y bisnietos, visitarlos, integrarnos en todo, querernos y amarnos para siempre. FIN [LRdL1] [LRdL2] [LRdL3] [LRdL4] [LRdL5] [LRdL6] [LRdL7] [LRdL8]
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raymundo
Lucy Reyes
Deseo que tú y tu familia estén pasando bien esta pandemia, encerraditos en casa.
Cordial saludo.
LUCY
Elvia Gonzalez
La vida tiene tantas vueltas, tantas piedras en el camino, que pepita fue capas de perdonar el abandono de su propia madre y reconociendo que se equivoco con su hijo, intentado invadir los pensamientos y convicciones individuales de Eduardo. Por acontecimientos circunstanciales de la vida, Edu, encontró el amor, sino hubiera quedado pegado a las faldas ahora de dos mujeres, en definitiva, la vida les resolvió y acomodo el destino y el futuro a todos. felicitaciones, has desplegado una muy buena historia con todos sus sabores, misterios y soluciones, como siempre, tienes pasta para estos relatos. grato leerte siempre.
Lucy Reyes
Te mando un abrazo de agradecimiento.
Lucy.
Elvia Gonzalez
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Lucy Reyes
Lucy
Mara Vallejo D.-
Tantico tarde para visitarte, amiga mía.
Esperaba la 3a. parte, llegó y solo hasta hoy la veo.
Agruparé mi comprensión, emociones, sentimientos y, te diré que soy fan de tus novelas, más aún, con esos finales felices. . . .
Felicitaciones.
Abrazos a todos
Cuídense.
María
Lucy Reyes
Cariñoso abrazo
Lucy
Raquel
En estos capítulos de "Eduardo" , paulatinamente , gradualmente y , sutilmente han ido apareciendo distintos personajes que han dejado sus huellas en cada capítulo..La historia alrededor de Eduardo trajo historias personales y muy importantes.Se han llevado a cabo con precisión y prolijamente cada eslabón que conforma la historia desde los desencuentros hasta llegar a los encuentros que corresponden a cada actor de esta hermosa novela, riquísima en expresiones de preguntas, de respuestas, Me emocionó cuando se encuentran hija y madre de casualidad a través de un programa de TV.
Me encantó el casamiento propuesto en este tiempo de pandemia, en donde aparece también la necesidad de observar que debemos ser más solidarios, más caritativos, más unidos, más justo, más real en cuanto a lo más cercanos a las relaciones en sociedad..Y haciendo una observación más amplia a nivel mundial en cuanto a la contaminación del medido ambiente..En las observaciones que hacen los personajes cuando están con el tema del casamiento en pandemia, expresan el verdadero valor a la unión familiar....Una historia que muestra similitudes de sentimientos en seres humanos que estamos fuera de esa historia de "Eduardo" cuando hablan de que si alguien se contagia de corona virus no se los podemos acercarnos, consolarlos, visitarlos , abrazarlos...Es exactamente lo que estamos viviendo y lo que Eduardo y familia también vive en la historia.
¡Qué alegría me dio leer que Eduardo se enamoró y que se casa.¡o se casa con Carmen..la enfermera , le salvó la vida..Y quedaron unidas hija y madre...Madre y abuela de Eduardo..a quienes ellos, Carmen y Eduardo prometieron darles nietos , bisnietos y visitarlas, y amarlas para siempre..Y ellos Eduardo y Carmen felices hasta que la muerte los separe (como dice el sacerdote en juramento al casarlos)..Hermosa hsitoria de esta novela amiga Lucy..GENIAL!!!!! besos raquel
Lucy Reyes
Después de terminar la historia de la novela, pienso que es como un reto en el que a unas personas no les guste, opinen diferente, o no se concentren bien. Es cuando se despierta la ilusión de saber qué conceptos se han despertado, si son negativos los conceptos sirven para reflexionar y de pronto encontrar lo negativo. Si los conceptos son positivos sirven como estímulo, como apoyo, alegran. A los conceptos negativos y positivos se les debe mucho agradecimiento, aunque pienso que es difícil ser sinceros y decir no me gusta tu novela, pero que sustenten los motivos, lo que facilita para corregir si es verdad.
Raquel, no sé si he dejado de leer textos del portal, porque me pidieron un favor de que analizara y comentara un extenso expediente de un caso interesante. De pronto lo expongo en la página, mezclando lo real con algo ficticio. Por fortuna ya terminé de dar mis conceptos e ideas.
Raque, leí en tus comentarios que alguien te dice que no cambies, yo te digo lo mismo “Nunca cambies” sigue igual con tus poesías, tu amistad, tu cariño, tus bellos y sinceros comentarios, tus detalles y modo de ser, eres una amiga virtual muy querida.
Un cariñoso abrazo de agradecimiento.
Lucy
Raquel
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
La novela ha sido escrita con el cuidado de equilibrar el deseo de Eduardo de ser presidente, la condena social por ser ateo, la Pandemia que ha tenido no solo el sufrimiento lógico de las cuarentena sinò que en cuatro puntas de la novela se logró hilvanar la historia única de reencuentros antes no considerados posibles Eduardo de estar en la calles golpeado y robado, la enfermera que lo encuentra y lo cuida donde en el tiempo corto encuentran el amor, la madre que por una situación fortuita por un programa de Tv encuentra a su madre, el encuentro de todos y la posibilidad de contar cada historia particular e ir encadenando sus historias personales Una posibilidad de recomponer varias cosas, los conceptos rígido de la religión, la posibilidad de aceptar “al otro” que puede o no coincidir con el catolicismo, el deseo de ser en la política algo más que un ciudadano, en encuentro casual de su pareja por parte de Eduardo, reencuentro histórico de madre-abuela y abandono de su alcoholismo transitorio llevado por sus penas
Trae una serie de reflexiones en el transcurso de sus lectura, sufrimiento de cada personaje y reconciliaciones de golpe bajo
Felicitaciones Lucy un final concreto
Lucy Reyes
Cordial saludo
Lucy
Lucy Reyes
Volviendo al escrito de mi novela, procuro llevar un lenguaje claro que me entiendan y principalmente que todo sea críble.
Gustavo, nunca cambies, tus comentaros son muy importantes.
Te mando un abrazo de agradecimiento
Enrique Gonzlez Matas
El llanto, la alegría, la inesperada resolución de los problemas... mantiene viva la atención en la búsqueda por el final.
Feliciidades de nuevo con mi abrazo-
Lucy Reyes
Un abrazo de agradecimiento querido amigo virtual.
Lucy