Cien años de Charles Bukowski
Publicado en Aug 16, 2020
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Por Roberto Gutiérrez Alcalá
 
Si la niñez de Charles Bukowski fue un mal sueño inducido por las constantes golpizas que le propinó su padre, su adolescencia quedó marcada literalmente por un severísimo acné que lo empujó a apartarse aun más de sus congéneres y buscar un refugio en la literatura.
A los quince años, cuando un montón de granos purulentos ya había brotado en su cara, Bukowski se puso a escribir su primer cuento, cuyo protagonista estaba inspirado en el barón Manfred von Richthofen, un héroe de la aviación de la Primera Guerra Mundial.
En Hank. La vida de Charles Bukowski, de Neeli Cherkovski, el propio escritor estadounidense –nacido el 16 de agosto de 1920, hace ya un siglo, en Andernach, Alemania– rememora el hecho: “Le habían arrancado la mano y seguía luchando para quitar a todos aquellos tipos del cielo. Todo eso es psicológicamente imposible, ya lo sé; pero no olvides que yo tenía la cara llena de forúnculos mientras todos los demás estaban haciendo el amor con sus compañeras de clase y todo eso.”
Al cabo de dos años se entregó por vez primera a otra de sus grandes pasiones: el alcohol… La literatura, el alcohol y, más tarde, las mujeres serían los salvavidas a los que Bukowski se aferraría obstinadamente para mantenerse a flote en una sociedad en la que parecía no tener cabida.
En 1944, en el número de marzo-abril de Story Magazine, salió publicado un cuento suyo: “Consecuencias de una larga nota de rechazo” y, en 1946, en Portfolio: An International Review, otro más: “A 20 tanques de Kasseldown”.
A pesar de que, en su momento, Bukowski se sintió complacido por esos “triunfos literarios”, no podía ignorar que eran ridículos en comparación con la gran cantidad de manuscritos rechazados que tenía en su haber. Así pues, desilusionado y harto del desdén editorial, prácticamente dejó de escribir.
En 1952, luego de haber vagado por Estados Unidos, comenzó a trabajar como cartero en la oficina de Correos de Los Ángeles, California; sin embargo, en 1955, una úlcera sangrante lo sacó de la jugada y lo colocó al borde de la muerte.
Una vez que la libró y se marchó del hospital, regresó a su puesto de trabajo, aunque pronto se convenció a sí mismo de que le resultaba imposible soportar la rutina diaria y el acoso ininterrumpido del supervisor, por lo que renunció.
Entonces se dedicó a escribir poesía –una poesía sencilla, directa y brutal, como sus textos en prosa– y a seguir bebiendo, con todo y que los médicos le habían dicho que, si no paraba de hacerlo, moriría.
Poco a poco, algunos de los poemas que mecanografiaba de noche en una máquina de escribir mientras bebía y escuchaba música clásica fueron apareciendo en diversas revistas underground
En 1957 se casó con la poeta Barbara Frye, pero el matrimonio duró sólo dos años. Obligado por la necesidad, Bukowski no tuvo más remedio que volver a trabajar en la oficina de Correos y ser presa nuevamente de la odiosa rutina diaria y la desesperación.
En 1964, fruto de su relación con su novia Frances Smith, nació su hija Marina.
Finalmente, la buena fortuna se hizo presente en su vida en 1966, cuando un sujeto llamado John Martin le compró cuatro poemas a treinta dólares cada uno y los publicó como los primeros textos de la naciente editorial Black Sparrow Press.
Tiempo después, con el dinero obtenido por la venta de su colección de primeras ediciones de D. H. Lawrence, Martin hizo crecer su editorial y pudo ofrecerle a Bukowski un sueldo vitalicio de cien dólares al mes con la condición de que abandonara su empleo en la oficina de Correos y se dedicara por completo a la literatura. Bukowski aceptó y no tardó en darle a Martin el manuscrito de su primera novela, Cartero, la cual fue publicada en 1971.
A esta obra le siguió un sinnúmero de libros de prosa –Se busca una mujer (relatos), Factotum (novela), Mujeres (novela), La senda del perdedor (novela), Hijo de Satanás (relatos)…– y poesía –El amor es un perro del infierno, Guerra sin cesar, Poemas de la última noche de la Tierra…–, en la mayoría de los cuales se autorretrató y retrató la cara oculta del sueño americano: la de los perdedores y olvidados.
Bukowski murió el 9 de marzo de 1994, a los setenta y cuatro años, a consecuencia de una leucemia.
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