Tazn de arroz.
Publicado en Sep 20, 2020
Tazón de arroz. Cada domingo mi abuela se levantaba a las seis de la mañana, caminaba en silencio para no despertar a sus nietos, antes de que el sol saliera ella se dirigía a la pequeña galera a buscar el tarro de arroz, sus pequeñas getas se deslizaban entre el pasto sin prisa, a su lado lo acompañaba el labrador que mi abuelo le había regalado años antes, siempre la observé desde la ventana viendo como disfrutaba su andar de cada semana, en ocasiones recogía las pequeñas flores que florecían en los costados del camino. Nunca deje de admirar la calma que tenía para disfrutar la vida. Después de su paseo se sentaba en la mecedora con un plato de peltre y el tarro, a la par del amanecer escogía los buenos granos y desechaba los malos, al terminar con pasos suaves iba hacia la pequeña cocina, yo alzaba la manta para ver como sacaba esa gran cazuela de barro con sus frágiles manos, así eran todos los domingos, cuidando a todos sus nietos con amor. Al levantarnos nos esperaba un tazón de esponjosos granos de arroz y un té de hierbas, la brisa del aire intentaba levantar el mantel de cuadros, los pájaros volaban sobre nosotros y la hierba acariciaba nuestros pequeños pies, su apacible voz daba las gracias a Dios por el desayuno de hoy haciendo que todos proclamáramos la oración, los lugares de nuestros padres siempre los dejábamos desocupados para sentir su presencia, a la edad de 76 años nona perdió a sus hijos en el ataque de un pueblo enemigo en la guerra que se daba entre los rebeldes y el gobierno, fue cuando asumió el papel de padre y madre con nosotros. Fue en ese entonces que aprendí sobre los plantíos de arroz, cuando por fin maduraban la felicidad inundaba la casa pues eran tiempos de sequía en la región. Aún en esas circunstancias nunca faltó un tazón de arroz en cada domingo del año, al crecer comprendí porque siempre recorría los plantíos y senderos con tanta paz, sin preocuparse por los peligros del exterior, ella nos dio otra oportunidad de seguir nuestros sueños, de vivir, mientras otros se encontraban en el sucio piso inevitablemente pereciendo, nosotros tuvimos la cama y comida que a muchos le habían arrebatado, nona cumplió con la promesa que hizo con sus hijos hasta el final de sus días: Darnos otra oportunidad en esta vida. -Briana Farrera.
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Elvia Gonzalez
Briana Farrera
Raquel
Briana Farrera
kalutavon
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