Breve reflexión sobre la actualidad
Publicado en Sep 25, 2020
Han pasado poco más de 75 años desde la caída del tercer Reich y las heridas del holocausto y la barbarie nazi han dejado secuelas difíciles de sanar y aún queda la pregunta en el aire ¿ Hasta donde puede llegar la maldad del hombre? Ya Hobbes hacía hincapié de que el hombre es el lobo del hombre o la antítesis formulada por Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe, empero se le da un valor moral a la naturaleza, un ente demasiado abstracto para dotarlo de un valor cualitativo así que refuta la segunda tesis. Es cierto que desde siempre ha existido una discrepancia entre lo racional y lo emocional como si el individuo pudiera fragmentarse en dos, una especie de Doctor Jekyll y Mister Hyde, sin embargo parece que la parte mala, la parte egocéntrica y totalmente destructiva haya tomado el rol protagónico y se haya instaurado en el poder tanto político como social y personal, de lo macro a lo micro.
Haciendo un repaso por la historia, la maldad ha sido una constante en la vida de la civilización, parte como eje de la religión con sus mil sobrenombres que se le ha dado alrededor del mundo, es el concepto dicotómico por excelencia, es la tesis de la antítesis, es el diablo, es el mal que el hombre ha redimensionado en algo abyecto. Sus manifestaciones han sido diversas, en la tradición occidental judeocristiana el pecado es en esencia lo malo, la desobediencia, posteriormente se lleva a lo tangible en su representación del asesinato de Abel por Caín, ya no es sólo un concepto sino que se extrapola al plano del hombre. La cultura se ha edificado sobre la conquista y el poder- tema adyacente de la maldad por una falta de autoconciencia, una suerte de epifanía que a mi parecer tiene una clara expresión en el pasaje hegeliano de el amo y el esclavo- , pero no sólo con la victoria sino con el exterminio, con el placer de matar, siendo la representación extrema de violencia y un acto de crueldad, no bastaba sólo con vencer sino que era necesario reafirmarlo por y para el deleite de la maldad; como por ejemplo las guerras santas- que de santas no tienen nada ya que se mata en nombre del ser supremo haciendo entrar en conflicto todo el sistema moral y ético de la religión ya que en unos de sus preceptos fundamentales dice que “no matarás”-, la aniquilación por parte del imperio romano hacía sus pueblos conquistados, las expediciones de Atila y Gengis Kan, el aniquilamiento de los pueblos mesoamericanos y sudamericanos por parte de los europeos siendo esta una de las atrocidades más abominables de la historia, las guerras napoleónicas, los estados monárquicos, las subsecuentes guerras mundiales, los genocidios de los estados totalitarios del siglo xx y no sólo el exterminio judio, cabe mencionar como apéndice de las atrocidades humanas las purgas estalinistas, maoístas, franquistas y el nacional socialismo. Centrémonos ahora en lo que nos atañe, una elucubración acerca de la ética, pienso- y esto es una mera subjetividad y modo de entender de un servidor- que la ética, el ethos ha sufrido un cambio conceptual desde la Ética aristotélica hasta nuestros días. Etimológicamente el ethos es “comportamiento” “costumbre” una forma en que Aristóteles pretendía como sinónimo de virtud, de bondad; en nuestros días ética y moral suponen lo mismo, empero la diferencia radica en que la ética es una forma reflexiva de la moral, una condición sine qua non se apreciaría la función pragmática de la abstracción. La moralidad embarca generalidades, influencias por la cultura y la ética se catalogaría más como un constructo específico y reglamentario que exige la sociedad. Quiero que esto sirva de preámbulo para tocar un tema bastante sonado como lo es la segunda guerra mundial pero no por eso insensible, las atrocidades cometidas por las SS y en especial el juicio de Eichmann y la reflexión de Hannah Arendt. El pueblo judío ha sido expulsado de su territorio, tuvo que buscar su tierra prometida, su estado israelí para aterrizarlo en términos políticos actuales, el judio se ha visto como errante expiando una culpa por no haber ayudado al hijo de dios y por una supuesta inferioridad racial respecto al ario, es una figura mitológica que escapa y que pena alrededor del mundo cargando una cruz simbólica que lo segrega como portador de lepra, un ser inmortal que huye y se esconde. Ese mismo judio es el que fue hacinado en campos de concentración y que su cuerpo fue objeto de estudio para el “avance científico” desde la perspectiva nazi, por supuesto, fue el mismo que se vio distanciado de su familia y en casos la miro cuando era asesinada, ese mismo hombre que se retrata en decenas de películas y que nos silencia el alma y nos enchina la piel imaginandonos el horror inenarrable de ser metido en cámaras de gas. Existe el otro extremo, los miembros del partido nacional-socialista, soldados con una actitud servicial y una adoración cuasi divina por un ideal y por un orador. Tenemos que contextualizar la segunda guerra mundial: Alemania fue derrotada y humillada en la gran guerra, necesitaba un líder que unificara el país y que le diera un ideal por lo que luchar, con la música de Wagner de fondo, la filosofía vitalista de Nietzsche y la grandeza de su gente salió avante de la desgracia, funestamente el Führer culpó a los judios de usureros y de poner en riesgo la soberanía alemana creando un sistema político llamado nacional-socialismo donde el control era total por parte del estado, era un orgullo ser ario y su destino era la grandeza, pero más que nada la opulencia por el simple hecho racial, el resto de la historia es conocida, lamentablemente conocida. Hannah Arendt acuñó la expresión “la banalidad del mal” al realizar un profundo análisis de Eichmann, un ex oficial de la SS que fue condenado por crímenes contra la humanidad. Me sorprendió la actitud tan pasiva y ecuánime y por completo de total indiferencia del señor Eichmann, siendo consciente, si, pero no sintiéndose en lo absoluto culpable, él sólo obedecía órdenes como un autómata, un burócrata que seguía un procedimiento y en cuanto esté acababa iba felizmente a casa a fumar su pipa o a comer un bistec. Cercado en su jaula de cristal blindado parecía que el cristal fungía simbólicamente como una barrera con el otro, con los que estaban del otro lado presenciando su juicio y que vivían una pesadilla que querían borrar de sus memorias. Él se presentaba ante un público punitivo e inquisidor que lo único que deseaba era la muerte, -sin embargo la venganza sólo aviva el fuego iracundo e irracional del odio- desollarlo y pisotear sus huesos, con muecas que dejaban pensar en un diálogo interno de “ si, lo hice, pero tenía que hacerlo, era mi deber”, un deber demasiado fatuo y banal para él, para su limitada conciencia conductual. ¿Hemos tocado los límites de la maldad o aún falta por descubrir las profundidades ignominiosas del hombre? Se puede decir que Eichmann no era malo en sí, ni tampoco estaba alienado, era un ser adiestrado y mecanizado que no actuó de una mala manera o con un rescoldo de odio o ira, fue parte de un sistema, pieza de un gran puzzle equilibrado y armado de tal manera que la moral se viera tergiversada para las finalidades nazis. Pero, ¿Qué es lo que sigue?, la distopía presentada en 1984 de George Orwell no se llegó a cumplir, cierto que existe la vigilancia del supra estado, del gran hermano, el que todo lo ve, pero la sociedad actual se dirige más al tópico de Huxley en “ A brave new World”, se nos presenta un mundo donde amamos nuestra esclavitud, un hedonismo continuo que no permite el pensamiento crítico, es una especie de “soma” -como se diría en la novela- que nos adormece y que ha hecho que la sociedad vea lo patológico como algo normal, se entra en un constante conflicto de valores con lo que es y lo que está, con lo que se supone que debe ser y con lo que es en realidad ¿ Cómo se inculcará al niño, con una conglomeración de valores que deben ser seguidos para una correcta convivencia social, o se le enseña a sobrevivir en este mundo de lobos?, ¿Qué es lo que se quiere ser, lobo u oveja? La pregunta está en el aire y espero que los vientos de cambio soplen a favor de la toma de conciencia y de responsabilidades. Los totalitarismos del siglo pasado nos demostraron que la maldad está presente, clavada en nuestra sociedad y en ocasiones enfrente de nosotros, pasando inadvertida o tapandonos los ojos ya que no queremos ver lo retorcido del mundo que nos rodea, los sistemas capitalistas sólo acrecentaron las desigualdades sociales, unos tienen mucho de todo y otros mucho de nada, el comunismo suprimía la libertad del hombre, como diría Sartre en una de sus frases más elocuentes, profundas y bellas: El hombre está condenado a ser libre, pero es cierto que también Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él. La pregunta final es ¿Qué han hecho de nosotros? Qué es lo que hacen los medios de comunicación, las redes sociales vendiendonos la felicidad a través de una marca o de un logo, marcandonos los cánones estéticos, ser consumistas de lo innecesario, derrumbando los valores que cimentaron la sociedad y la familia creando como diría Bauman una sociedad líquida, desechable, reutilizable, rotativa, e infeliz que procura llenar su vacios emocionales y existenciales por medio de drogas o estimulantes de dopamina, algo que nos impida pensar, pensar es una actividad solitaria, confidencial que incita a la creación, a ser subversivos de una manera tácita pero contundente contra el sistema, y aunque esto suena a romanticismo mi anhelo como persona, como individuo social, como padre, como hijo, como amigo y como ente del cosmos es que algún día el hombre llegue a una nueva era, a ser en el sentido ontológico uno mismo con los demás.
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Julio Beltrn