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Publicado en Sep 30, 2020
llegar a la hora en que la flor del cardo regala destellos.
Sentarme a la vera del camino, sentir el pasto tierno entretejerse en mis plantas, sentir las palmas saborear su aroma verde. dejar al mundo seguir su marcha y yo quedarme a un costado quedarme sentada callada mirando respirando sintiendo el viento fresco que da alivio la canción de pájaros que me reconocen... el andar de los insectos en el pasto el susurro de los árboles que me esperan … mirar como el cielo cambia sus colores, sentirme azul, gris, rosa, oro sentirme blanca de algodón esponjosa dócil suave esperar a oscuras la llegada de luciérnagas partir con la frescura de la noche en mis hombros, sabiéndome parte de este pedacito de suelo.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Una poesía que da sensación no de nostalgia sinò de paz, con ese natural y fresco relato de la protagonista que separada del mundanal ruido de la ciudades, logra ese espacio de soledad donde todo lo que la rodea, es lo que en definitiva ignoramos o postergamos por diversas circunstancias. El silencio, el aroma de flores y césped y esa quietud que permite observar la llegada de luciérnagas en el anochecer. Buenas imágenes y sentidos alertas.
Felicitaciones Rita
kalutavon