***Solo amigos... ***
Publicado en Oct 04, 2020
“La amistad es un amor como todos los demás”.
Juan C. Reyes (mi profesor). Éramos solo amigos; lo confieso absolutamente. Nuestra amistad se remonta a nuestros días de infancia, desde el día que, con mi familia, llegamos para vivir en el barrio, justo al lado de su casa. Tenía él tres años más de edad que mí y ya, entonces, era un atractivo jovencito de doce muy atractivo para todas las muchachas de la vecindad; yo me incluí. Caucásico, de hermosos y verdes ojos de mirar cariñoso; siempre despeinado y eternamente sonriente; inquietamente locuaz y dueño de una voz grave que al oírle por primera vez intimidaba, pero al continuar oyéndole, subyugaba. Todos quienes le conocían terminaban queriéndole por su grata personalidad; sin embargo, para las chicas de su edad tenía un ingrato defecto: Era demasiado mujeriego y, prácticamente, no había una en el femenino círculo de amistades que no hubiese tenido una aventura amorosa con él… Excepto yo, que aprendí, precisamente de sus particularidades, a ser solo su amiga… y la mejor: Conseguimos respetarnos en nuestras inquietudes, a compartir lo material y lo secreto, a consolarnos, a comer de un mismo plato y a reír sin dudarlo de las mismas estupideces que se nos presentaren. Hemos sido como verdaderos hermanos y considero francamente que nuestra relación ha sido muy hermosa; por lo demás, yo he tenido bien asumido que el interés sensual que alguna tuve por él, se transformó, en definitiva, en un auténtico y puro sentimiento fraterno. Lo único que siempre diferenciamos entre ambos, fueron nuestras vidas amorosas. El día de la velada de fiesta de mi matrimonio, cuando para mí el festejo había llegado a su fin, incluso me había ya cambiado el vestido de novia por uno formal y me disponía, junto con mi esposo, a abordar el auto y partir a nuestra luna de miel, pero apareció intempestivamente mi impredecible y querido amigo, me arrastró con sumo cariño hasta uno de los balcones de la sala, donde quedamos solos, lejos de la muchedumbre y del festivo ruido, y entre unos sermones sobre su gigante deseo para mi felicidad y unos emotivos abrazos, me confesó que él jamás iba a tener la dicha de experimentar lo que yo gozaba en ese instante como increíble tesoro; y le pregunté extrañada por qué me decía eso. Me respondió cabizbajo: -Porque jamás seré capaz de dejar de amar a todas las mujeres que tenga a mi lado, y al unirme con una sola de ellas en sagrado matrimonio, terminaré haciéndole un infame daño, ya que le sería constantemente infiel… Sería un maldito canalla. Dicho eso, tomó resuelta y sutilmente mi barbilla con su mano y me besó en los labios suave, larga, e increíblemente. Luego, sin decir adiós, abandonó el lugar con su magia acostumbrada y yo quedé ahí sola, anonadada y estática, como petrificada. Hoy día hemos continuado siendo amigos como siempre… Y ya han pasado treinta años desde que nos conocimos.
Página 1 / 1
|
Magnolia Stella Correa Martinez
Gracias Maria Jose.
Mara Jos Ladrn de Guevara
Saludos, Magnolia.
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Un ensayo interesante y un tema que se manifiesta muchas veces en la vida de todos. La diferencia entre amistad y amor entre un hombre y una mujer que crecen desde su adolescencia, comparten secretos, emociones, temores o conquistas en forma casi diaria, es un paso o un escalón que lleva un sinnúmero de situaciones en donde generalmente debe ser uno de los dos, quien en algún momento, tome distancia con sus validas excusas que son en definitiva, parte de su propia defensa y renunciamiento inconsciente. El preciso momento en que toma el compromiso que marca el fin, aparece abruptamente la duda. Los vínculos de tipo afectivo que naturalmente llevan estas situaciones producen en el tiempo un reconocimiento que siempre hubo entre los protagonistas una relación secreta y cercana, pero con renunciamientos implícitos que puede llamarse respeto o temor. El final de toda esta historia –la caricia y el beso-justamente es el sello de esa ruptura, con una confesión sin palabras del real sentimiento que hubo y que se reconoció finalmente y en forma tardía en la sorpresa que debe haber sido dolorosa. Décadas después esa amistad regresa convertida en algo más maduro y responsable; pero siempre habrá un vínculo más allá de la amistad. Los vínculos dados en esa amistad de cercanía tan estrecha siempre son estresantes en su final, donde las dudas establecen una angustiosa relación entre pasado y presente y donde los sentimientos dormidos acuden a cubrir esos vacíos como si el vivir, fuese el único destino que cubre la tierra donde una negación dejo de habitar esa relación. La razón y la mesura se impusieron a la indecisión, y era predecible tal vez el final y tal vez correcto y sano.
Felicitaciones María José
Mara Jos Ladrn de Guevara
Un abrazo, amigo.
FLORIMAR DAVILA - TALEPCIO