Avalando a las ratas, como Georg Trakl.
Publicado en Oct 13, 2020
Escuché en alguna clase, la siguiente frase, dicha después de manifestar el poema de "Las ratas" de Georg Trakl enfrente de los estudiantes: «Es como abrir una caja tonta de cartón, con un pedacito de carne seca adentro». Según se pudo deshilar argumentos y contraargumentos, correspondientes al auge del expresionismo, ya fuese tardío o dinámico, una moda pasajera, o un suceso inevitable del modernismo, al final la frase se perdió como un ademán tosco en una pelea de bar. Frente a las explicaciones que tenía que entregar, para no perder la concentración en los alumnos, la frase no dejaba de decirme algo que en su momento no pude analizar, y necesitaba desmenuzarla en un momento con más calma… «Es como abrir una caja tonta de cartón, con un pedacito de carne seca adentro». Entendía que el poema sugería una guerra entre el ambiente y el ser débil que se acuna en su interior, ese ser odiado que lucha en contra del mundo… “la plaga”, sin embargo, la analogía de “la caja tonta de cartón”, me decía algo más, que existe un poder en el derrotado, pues el que parecía querer huir –las ratas-, al final son quienes se apoderan de todo y alteran ese ambiente que se supone es la fuerza máxima ¡Claro! Es la premisa clave del expresionismo en Georg Trakl, ahí en esas líneas, el ambiente, el entorno poderoso, es derrotado. Según el lector, podría responderse: “tú eres la luna, el silencio y el granero; yo soy la rata que lloriquea en las sombras” … Ése es el pedacito de carne seca que irremediablemente pudrirá a la caja cartón. El poema inicia con: «La blanca luna otoñal brilla en el patio», después dirá: «El silencio habita en las ventanas vacías: de pronto, las ratas emergen suavemente»; finalizando con: «Y ellas, como locas, chillan de avidez y cubren la casa y el granero, pleno de frutas y semillas: en la oscuridad, vientos helados lloriquean». El estudiante que mencionó la querida frase, la concluyó con unas risitas infantiles, parpadeando un ojo y arrugando toda su cara, como si lo carcomiera la vergüenza y esperase que todos lo entendieran como una broma, y así como prácticamente la gritó, se cayó durante toda la clase. Debo decir, que no sólo me pareció la mejor réplica al poema, sino que al igual que esa cajita, la respuesta era un ejemplo similar a los significados que hallé en esa frase. Cuando finalizó la clase, el estudiante se fue con el semblante apagado, creyendo que se había revelado como el tonto del salón; los hechos me superaron, y no le dije nada de lo que realmente sentía con respecto a su comentario, sólo lo dejé ir. Entendí nuevamente la fuerza que posee este poema, porque después de todo, quien tenía el poder allí era yo, era quien habilitaba las respuestas y las censuraba, y aun así, Salí como un derrotado, porque ese era mi deber, manifestar a través de mí, la avidez de sus palabras que al final lograron atraparme; y ese presunto derrotado, salió victorioso, a pesar de tener el semblante más triste en el aula.
Es así como esta pequeña anécdota me obligó a seguir un ejercicio de respuestas, en donde la presencia del “derrotado” siempre supone la victoria, a pesar de los adjetivos taimados, de las aclaraciones agraviadas… Una especie de continuación al poema, y un aval a esos hermosos seres llenos de aflicciones: las ratas.
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Magnolia Stella Correa Martinez
Buen texto Jonathan.
Saludos.