La Bella Ejecutiva...
Publicado en Oct 08, 2009
Cierto día, el más maduro de los doctores reveló a una ejecutiva de ventas el secreto para conservar su piel sedosa y lozana para toda la vida, para prolongar su belleza más allá del tiempo y alcanzar la plena juventud como las actrices inmortales.
Motivada, la ejecutiva viajo con un camionero por toda la costa, comprándoles a los campesinos el poderoso fruto que, según el concejo del viejo doctor, obtendría aquel prodigioso resultado. Una mañana soleada se montaron en el camión y partieron, visitando los diversos cultivos. Al llegar al sitio cultivado procedía de inmediato a recolectar el fruto, recorriéndose toda la hacienda, seleccionando los frutos más carnosos, maduros, y olorosos. Los campesinos quedaban encantados de poder prestarle tan importante servicio a la bella ejecutiva pero no ocultaban la extrañeza de que un fruto tan aromático, utilizado en la elaboración tan minuciosa como placentera del chocolate, pudiera ser tan importante para ella. Al cabo de una semana, los obreros de la chocolatera regresaron a la casa de la ejecutiva bajando cada uno de ellos los barriles de madera plenos del anhelado fruto procesado, perfectamente sellado para que el valioso contenido llegara intacto a la bella ejecutiva. Muy emocionada de contento al ver a los obreros acercase a su casa, ordenó a sus empleados recibir el producto que con tanto celo había obtenido los obreros. Luego mandó vaciar dos barriles en la tina donde solía disfrutar de prolongados baños de hierbas y flores, que era uno de los secretos de su incansable y agradable hermosura. Al vaciar el segundo barril, la tina lucía llena y dispuesta. La bella ejecutiva, emocionada, llamó a su empleada y le pidió que la dejaran sola. Al quitarse la bata de baño apareció su espléndido cuerpo: la piel era del color de la canela y ostentaba una plenitud adolescente mas en sus ojos destellaba la sed de los iniciados en los más refinados y secretos placeres, los predestinados por la divinidad a alcanzar la plenitud del éxtasis y el amor. Al quedar desnuda bajó, apoyándose en la baranda de aluminio, los escalones que la sumergieron en la profundidad de la piscina revestida de mosaicos de gres. Y la bella mujer se hundió, con un gemido, en aquel líquido chocolatozo y amargo, aún tibio, como una tierna flor de jardín abriendo la pálida carne de sus pistilos. Mientras con sus esponjas favoritas se frotaba el cuerpo, la bella mujer pensaba -tal vez- en los brazos de su jefe que tan desprendidamente algunas veces la habían acariciado en todo su cuerpo para satisfacer su apetito. Y yo, que observaba la escena de la película sentado por unas dos horas en la butaca, sentí un estremecimiento frente al magnífico espectáculo de aquella hembra real moviéndose como una gatita caliente en medio de la humedad espesa. Sensación similar a la fascinación de ahora, al verla altiva y ausente, sentada a mí lado en la butaca del imponente avión de pasajeros.
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gabriel falconi
te mando mis estrellas