No sé si esperabas ya tu partida,
pero nosotros contábamos con tu presencia
por incontables días,
con tu voz tranquila y caminar pausado, 
con tu equipaje lleno de libros y de cuadernos
con los que ibas y venías a diario.
No sé porqué la vida se afana en soprendernos
con cada vuelco inesperado que nos reserva.
No lo sé.
Qué tanto ha compartías la belleza de las letras
en más de un café literario
provocando en juveniles almas 
cierta inclinación hacia la belleza,
cuando no eras el puente maravilloso
por el que poetas consumados compartían
su encuentro con la palabra y con la vida
y que a todos contagiaban.
Y esa manera muy tuya de convertir a tus estudiantes
en reporteros, diseñadores y publicistas,
en ese afán de registrar los hechos consuetudinarios
en publicaciones periodísticas.
No sé porqué la vida se empeña en sorprendernos tanto
al recordarnos que tan sólo estamos de paso.
Somos lo que tú fuiste,
seremos lo que eres hoy.
Mientras tanto,
nos quedaremos con la memoria de tus pasos.