Cuidado con lo que deseas!
Publicado en Nov 06, 2020
Perdío en aquel deseo lo mejor de ella, solo quedó un esfoso de su ser... una tenue luz a punto de extinguirse por completo.
Estaba recién en segundo año de universidad, con la vida por delante, con los bolsillos llenos de sueños y ambiciones, sería la primera profesional en su familia. Tal vez eso le jugó en contra, demaciada responsabilidad para alguien. Desafortunadamente su burbuja de cristal se destrozó antes de tiempo, estaba embarazada, y para colmo de remate el padre del bebé que cargaba en su vientre le dio la espalda, desesperada sin saber que hacer, rogaba a Dios día y noche que su bebé muriera, que ese embarazo no llegara a término, que en el último de los casos el bebé naciera y falleciera de muerte súbita. No fue sino hasta el quinto mes que la madre se dio cuenta que su pequeña, su orgullo, el orgullo de la familia estaba embarazada, le preguntó mil veces, todas le respondio que no, finalmente la llevo al doctor y se comprobó su embarazo. Ambas lloraron, no de alegría, la familia era humilde, no tenían muchos recursos, trabajaban largas jornadas para darle educación, ella también trabajaba y estudiaba, para alivianar un poco la carga a sus padres. Rogó y suplicó a su madre que no le contara nada a su padre, pero esta hizo caso omiso de la petición. Él no le dirigió la palabra, ni para bien, ni para mal, durante dos largos meses no le hablo, finalmente un día dijo; toma, te traje leche, en su corazón sintió un alivio, de cierta forma su padre la había perdonado. Era buena en los estudios, una de las mejores de la clase, continuó asistiendo a la universidad durante su embarazo y finalizó el año académico sin que nadie supiera o sospechara siquiera que estaba embarazada, era su gran secreto, algo que ella había decidio incluso olvidar, por que no lo deseaba, por que no lo quería, odiaba el hecho de pensar siquiera en ser madre, sabía lo que eso significaba, adios a todos sus sueños. Pasaron los días y las noches, para ella los unos iguales a los otros, ya no reía como antes, ya no inundaba el ambiente con su presencia. Una sombra es lo que parecía, un espectro, solo un cuerpo vacío sin emoción alguna. Practicamente no dormia por la noches, solo imploraba y suplicaba no tener a ese bebé. Era su deseo más ferviente, no estaba preparada, no aún... El tiempo pasaba tan lento, pero no hay plazo que no se cumpla. Tuvo un parto natural con todo el dolor y sacrificio que eso conlleva, incluso dando a luz, aún en su corazón deseaba que todo fuese un sueño, una pesadilla, de la cual pronto despertaría. Un varón, un hermoso varón, perfecto. A penas lo escuchó llorar y lo pusieron en sus brazos, todo aquel deseo que albergaba su corazón de perderlo, de que muriera, desaparecieron... y su ser se lleno de amor, de alegría, de dicha, y lloró, como nunca antes lo había hecho, se vacio completamente para poder llenarse. Ahora todo era luz, amor y felicidad, ya no temía por su futuro, lucharía por su hijo, con dientes y uñas se aferraría a la vida y ganaría la batalla por él. Todo iba de maravilla, toda la familia la apoyaba, incluso agrandaron la casa para tener más espacio para la nueva vida que llegaba a colmar de alegría el hogar. Luego de tres días en el hospital volvieron a la casa, ella estaba feliz, sonreía en todo momento, llenaba de mimos a su pequeño, lo adoraba, lo amaba, era su motor, su luz, su energía. Pasado unos días fueron a un control rutinario al hospital, el doctor le comentó que el bebé podría tener un "pequeño soplito al corazón" y que lo enviarían a otra ciudad a hacerse un electrocardiograma, y aconsejo que debían quedarse en el hospital para monitorear al bebé. Ella no entendía nada, tampoco le dio mayor importancia, Sin embargo una enfermera que la conocía sugirió al doctor que la enviaran a la casa con su bebé, y que si notaba algo extraño, como que el niño no quisiera tomar pecho o cualquier otra cosa fuera de lo común, lo llevara al hospital de inmediato. Trancurrieron los días y nada anormal pasó, ella se olvidó hasta del examen que había solicitado el médico. Como la hora médica no se confirmó, llego la ambulancia a su casa para avisarle que no podía dejar de ir a realizar el examen a su hijo. Arregló a su bebé, se arregló ella, lo cargo embrazos hasta la parada más cercana y viajaron en bus. No pasaron más de cinco minutos de espera en aquel centro asistencial cuando ella escuchó el nombre de su hijo por el alto parlante, Vicente Ignacio pase a la sala 303. La esperaba en la puerta una cardióloga muy joven, amablemente la hizo pasar y le explicó que le tomaría primero la saturación a Vicente, a penas puso la maquinita en el dedo índice de su hijo, su rostro se transformó de dulce a penoso, la miró y dijo; tu hijo viene con el último soplo de vida, lo pasaremos de inmediato a la UCI. Ella estaba en shock, sin emociones, llamó a su madre, a su padre, a sus tíos, a sus vecinas, pero nadie le respondía el teléfono, estaba sola y no comprendía lo que sucedía a su alrededor, observaba en silencio como llenaban de tubos y mangeras a su pequeño e indefenso hijo, sentía como caían las lágrimas por sus mejillas, pero no sentía nada, no se permitía sentir nada. Casi al anochecer llegaron sus padres, e inmediatamente hablaron con la enfermera a cargo, quien dijo que cada minuto que pasaba Vicente perdía sus neuronas por la falta de oxigenación en su cerebro, que intentarían estabilizarlo para poder operarlo, pero que si lograba sobrevivir sería un vegetal. Lo intentaron todo, en la segunda madrugada ella sintió un grito desgarrador... Pamela... Pamela... se encontraba en el balcón, corrió lo más rápido que pudo, cuando entró a la sala, vio a la enfermera que estaba dándole respiración asistida y vio también como le corrían las lágrimas, le movio la cabeza en señal de que se detubiera, se acercó a su hijo, a su amado hijo, le quitó todas ls mangeras y tubos que tenía conectados en el cuerpo, lo cargó en sus brazos, lo besó, lo acarició, no quería despegarse de él, jamás en la vida había sentido un dolor tan desgarrador... Y se dio cuenta que su deseo finalmente se había cumplido y junto con ello había perdido lo mejor de sí...
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kalutavon
Pamela
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