TANATOSIS
 
 
Las exiguas fuerzas aún lo mantenían casi en su último hálito de vida. Con el cuerpo entumecido permanecía inmóvil en aquel desértico terreno, pero todavía en lucha mental por sobrevivir a las circunstancias.
 
Los sintió llegar, se acercaron poco a poco, con sigilo, seguro terminarían muy pronto con su vida. Ellos se mantuvieron en cercanía de su cuerpo aterido a pesar del calor sofocante del mediodía. Intentó mover las piernas para ahuyentarlos, fue inútil, ¡las fuerzas lo habían abandonado!
 
Por instinto apretó el arma que mantenía en la mano, entonces los oyó recular atemorizados y en aquel momento perdió el sentido. Cuando despertó el terror lo invadió, ¡los sintió más cerca! Lo observaban con sus ojos vacuos como de muerte. Con dificultad entreabrió un parpado y los vio con su vestimenta negra, eran su cortejo fúnebre.
 
En el postrero esfuerzo por sobrevivir decidió su última jugada, la definitiva. Apartó su mano del arma y esperó inmóvil. Unos minutos después el líder ocasional, el más sanguinario de quienes lo rodeaban se aproximó dispuesto a atacar. Intentaría primero arrancarle los ojos para dejarlo ciego ¡el hombre herido lo sabía muy bien!
 
El moribundo reunió las pocas fuerzas que le quedaban para realizar el esfuerzo final, el cual le significaba la vida o la muerte. ¡Al primer ataque de su enemigo lo agarró por el cuello! La lucha fue cruenta a vencer o morir por ambas partes. En el fragor del combate el moribundo clavó sus dientes en el cuello del otro y bebió desesperado la sangre de su oponente. Sacio su sed con el líquido sanguinolento y percibió al resto de los buitres alejarse en vuelo desordenado.