Hace ciento veinte años, en un hotel de quinta, murió Oscar Wilde
Publicado en Dec 02, 2020
Por Roberto Gutiérrez Alcalá
Oscar Wilde conoció a lord Alfred Douglas, alias Bosie, en 1891, y poco después entabló una relación amorosa con él, lo cual dio pie para que el padre de Bosie, el marqués de Queenberry, denigrara al escritor nacido el 16 de octubre de 1854 en Dublín, Irlanda, con una nota que le dejó en su club y que decía: “Para Oscar Wilde, que presume de sodomita.” Instigado por Bosie, Wilde denunció al marqués de Queenberry por difamación e injurias; sin embargo, éste fue absuelto y acusó a su vez a Wilde de sodomía y grave indecencia... Fue así como el 3 de abril de 1895 se inició en Londres el proceso judicial contra el autor de El retrato de Dorian Grey, El fantasma de Canterville, El príncipe feliz y La importancia de llamarse Ernesto, entre otras obras. Durante los exhaustivos interrogatorios a los cuales fue sometido, Wilde hizo gala de una actitud desdeñosa y arrogante, al punto que, cuando le presentaron una carta que lo comprometía demasiado y el juez le preguntó si reconocía que era inmoral, respondió: “Es mucho peor. Está mal escrita.” Wilde perdió el juicio y fue condenado a dos años de trabajos forzados en la cárcel de Reading. Allí escribió De profundis, una extensa carta dirigida a Bosie que sería publicada en 1905 y en la que se lee: “Voy a empezar diciéndote que me culpo terriblemente. Aquí sentado en esta celda oscura, vestido de presidiario, infamado y hundido, me culpo. En las noches de angustia perturbadas y febriles, en los días de dolor largos y monótonos, es a mí a quien culpo. Me culpo por dejar que una amistad no intelectual, una amistad cuyo objetivo primario no era la creación y contemplación de cosas bellas, dominara enteramente mi vida.” En mayo de 1897, Wilde recuperó su libertad y viajó a Dieppe y Berneval, en Francia, bajo el seudónimo Sebastian Melmoth. Por aquella época escribió su Balada de la cárcel de Reading, la cual publicaría en 1898 con el nombre C. 3. 3., que hacía referencia al bloque C, piso 3 y celda 3 que ocupó en ese lugar. Luego de pasar una temporada en Nápoles con Bosie, se trasladó a París, donde, además de escribir Una tragedia florentina, se entregó al alcohol. Finalmente, el 30 de noviembre de 1900, a los cuarenta y seis años, murió en un cuarto del Hotel d’Alsace, en el barrio latino, a causa de una meningitis, pero no sin antes convertirse al catolicismo. Los restos de quien escribió en alguna ocasión: “Lo grave de los errores no es cometerlos, sino pagarlos”, descansan en el cementerio de Père Lachaise, en la capital francesa. De él, Borges dijo: “Los largos siglos de la literatura nos ofrecen autores harto más complejos e imaginativos que Wilde; ninguno más encantador.”
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