Máscara
Publicado en Dec 25, 2020
Logré alguna vez desdoblar la máscara. Lijar aquel rostro hasta obtener sus personalidades.
Las ví existir entre el vacío de la máscara y el espíritu que le daba brillo a sus ojos. Vi amor, pena, dolor y odio entre ellas. Las vi reconciliar el pasado y sobrevivir al futuro. Vi cómo se mezclaban y renovaban, se quemaban y renacían. Con un objetivo común, luchaban por y entre sí, abandonadas a una voluntad mayor. Una voluntad que habita en lo profundo junto al pudor del deseo, junto al temor de vivir. Junto al ímpetu vitalista del alma y del cuerpo. Justo en la escisión del espíritu y su persona. Vi personalidades difusas desplazarse por caminos sinuosos y contradictorios. Caminos que enfrentaban a cada parte del ser entre sí; enemigo de sí mismo. Con pudor vi las patéticas conclusiones derivadas de tan complejas discusiones. Conclusiones constructoras de realidades fantásticas, y fantasías decadentes. De realidades efímeras y sueños ideados entre las salvajadas del discurso bélico. Una realidad que fue paraíso e infierno; cielo y tierra; mar y fuego; valle y montaña. Entre sus discursos se hacía notar el alcance de sus ideas; su límite. Las personalidades, en su permanente hambre, lo consumían todo. Ni el amor ni el odio externos escapaban la foraz fuerza del deseo de cambiarse a sí mismo. Ni la tragedia más grande parecía conmover los métodos; mentalidad volutiva bélica. Una tragedia que exige la calma en la tormenta. La soledad no se hizo esperar, a lo largo de los cansados discursos de las partes cansadas. Las mismas palabras sólo fueron escuchadas un par de veces; se aparentaba cambio. Los sinónimos, sin embargo, no lograron disfrazar los sentires; falló la sintaxis. Una forma de sentir más pura que cualquier discurso. Al acabarse las palabras, en la soledad del silencio, me encontré con decepción y esperanza. La decepción de quien se ve al espejo por primera vez. Una esperanza más sabia de lo evidente a ojos y oídos, que ha compartido más de una esencia. En la soledad del desdoble, y de la guerra por la propia conquista, lo encontré finalmente; Una convergencia de espíritus que conforman uno, y su contraparte. Una máscara que portaré consciente del espíritu que sus ojos reflejan.
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