Cuando la muerte se aburre.
Publicado en Feb 04, 2021
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Una mujer pasaba por los pasillos del hospital. Era alta y esbelta, de melana rosa y deslumbrante hasta los hombros, dejaba un camino de cenizas por donde pasaba, quizas por el fuego de su mirada o por el cigarro que llevaba entre los labios. No logrando ser interceptada por los ojos humanos que por su lado se cruzaban, evitando que los ojos amarillos de la dama interceptaran en ellos.
Ella era la muerte, sensual y cruel, paseaba por los pasillos en espera de una desgracia, queriendo arrebatar una jugosa vida, de aquellas que le daba el placer de destruir. Hace tiempo no tenía una buena presa, y ese día había ido a divertirse, sabiendo que dos amigos harían de su trabajo todo un espectáculo.

La muerte se detuvo en seco en un pasillo, respirando el dulce aroma que traía uno de los mejores sentimientos. Miro hacia un lado, donde otro pasillo se extendía, y, al final de este, un muchacho la miraba, melancólico, como deseandola, pero sabiendo que no estaba a su alcance.

Tristeza. —Susurró su nombre como si limpiara su arma, lista para ser disparada una vez más. El niño ladeo su cabeza a un lado, y le sonrió, aunque en aquella sonrisa no había sentimiento alguno, era tan vacía como el hueco en sus ojos.

Tristeza tenía apenas la apariencia de un crío, que no lograba superar los 15 años, pero él era más viejo que ella, como si el primer humano en ese mundo allá contemplado la melancolía antes que la destrucción. Además, sus fracciones tiernas e incapaces ocultaban el hecho de que era el más fiero e incontrolable de todos los sentimientos y estados, incluso amor solía apartar la mirada cuando pasaba por su lado, aturdida por el aura despechada que aquel niño emitía, pero que lograba llenar el corazón de todos los humanos, y, a la vez, unirlos.

—Muerte, ¿A que vinimos aquí?

La voz de tristeza era una suave canción de cuna para bestias, una melodía vacía que nunca fue pronunciada por ninguna madre, pero que estaba llena de verdades y dulzura, como si no hubiera ido hasta allí para acabar una vida, aunque, luego de tantos siglos de trabajo, cualquier vida humana arrebatada era saboreada sin apetito.

—Es un reencuentro. — Caturreo la mujer, casi al mismo tiempo que un viento frío le mordía el cuello. Conocía ese sentimiento que por siempre ella llamaba algo parecido al placer, y supo que su segundo invitado ya estaba paseando en los pasillos.

La muerte no volteo, pero sentía que venía caminando por allí, gracias a la manera en que las enfermeras comenzaron a correr, viéndose desesperadas por llegar a su destino, escuchandose a lo lejos los gritos de desesperación y desamparo. El área de psiquiatría se volvió un zoológico de humanos gritando y lamentándose, pareciendo más dementes los doctores que los propios pacientes. La muerte respiro profundo, inhalando el aroma de  enfermos que se veian arañando la soledad.

Él iba caminando hacia ellos, por el mismo pasillo donde se escucho el más agudo y horripilante grito de agonía de una mujer que daba su último respiro al dejar su cuerpo caer de lleno por el ventanal que decoraba la habitación en la que antes se hospedaba y trataba de recuperarse de un cáncer que todos sabían había llegado para quedarse. La mujer del cigarro, por pura diversión, se quedó mirando hacia tristeza, ansiosa por ver la expresión que pondría cuando viera a los ojos a su querido amante.

Soledad y tristeza se encontraron en los pasillos.
Entre ellos: La muerte.


Fue una combinación devastadora para ese hospital, que al final del día ya no tenía pacientes, pues cada uno sucumbió ante su enfermedad (O su delirio).
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Foto del autor Sophie Toop
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Descripción

Entre los pasillos, soledad y tristeza alzaron la mirada para encontrarse. Entre ambos, la muerte le dio una calada a su cigarro.

Palabras Clave: Muerte tristeza soledad hospital sentimientos emociones reencuentro

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



Comentarios (1)add comment
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Mara Jos Ladrn de Guevara

Cuán exquisito cuento narrado por una original forma verbal en donde se ponderan los auténticos actores de una escena de dolor y se manifiestan en esencia cada uno de ellos.
Felicito tu intervención con esta muestra de sentimientos.
Un abrazo
María José.
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February 06, 2021
 

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