A medida que pasa el tiempo, las consecuencias inevitables del tomar decisiones surgen, salen a flote, y te hacen sentir miserable, incompetente, inservible ante una sociedad que busca continuamente la excelencia, la apariencia y la experiencia.
No me siento triste, tampoco enojada, es la envidia que corroe mi corazón y me hace infeliz al ver mi realidad, mi penosa realidad; hoy es 8 de marzo, día internacional de la mujer y al verme a mí misma no me siento contenta peormente conforme, por un segundo deseé desaparecer del mapa, del camino, de la vida, pero no por despreciarla, sino por acabar con el oleaje de mis pensamientos que me debilitan, quiebran y noquean.
Al ver profesionales contentos con sus carreras me pregunto si fue fácil para ellos o tuvieron que luchar contra su propio núcleo cercano para conseguirlo, si es lo primero los felicitaría porque les fue regalado un don único y muchas veces difícil de obtener, por otro lado, si fue guerreado o luchado me daría pena no haberlo encontrado por aquellos tiempos donde me dé seguridad para poner en práctica lo que en realidad me apasiona, o lo que comúnmente se dice: “lo que quería ser”.
En otro caso, verme frustrada por la relación entre mis padres, la cual lo proyecto con la relación que ahora tengo y que no me causa ni ilusión ni alegría, el contemplar una relación rota, gris, en la cual me cuesta luchar a causa de la memoria, recuerdos y que son inevitables en pensar y sentir dolor, ese vacío de saber que busqué algo y no encontré y ver que el intenta dar migajas o algo que le pedía y ya no influyen, ya no hace ningún cambio dentro de mí.
Sin olvidar también la parte profesional, se siente muy feo verse despedida sin razones, dando lo mejor y que simplemente te abrieron la puerta con una patada para fingir una sonrisa y decir: gracias, y tratar de buscar un trabajo donde explotar las capacidades y habilidades y así ser mejores cada día y no encontrarlo, o intentar tener uno y que no te den razones suficientes por las cuales no te contratan… me siento como cuando te ofrecen un producto en un medio de transporte y son pocos lo que te hacen caso, y los que prestan atención solo pueden expresar: pobre, espero le vaya bien.
Me siento como en una galería de arte, es como llegar a un punto de la vida y admirar el boceto de la obra de arte que vas armando, y en mi caso estoy inconforme, lo observo y lo critico, lo observo y da ganas de tirarlo a la basura, de empezar de nuevo, sin embargo, ver a mi alrededor a muchos que, borrando, mezclando colores, mejorando sus bocetos y obtienen lo que quieren… yo no sé cómo empezar a mejorar mi vida; es muy fácil buscar en internet sesiones psicológicas, pero esto que siento es diferente.
No salgo de la realidad en donde muchos me aprecian y me valoran, donde sé que cumplo un rol importante en sus vidas y en sus caminos, a pesar de ello, la oscuridad que siento muy profundamente es desgarrador, mata inspiraciones y aspiraciones, quita alegrías. Solo espero que dentro del transcurso de la tarde pueda sentirme mejor ya que superarlo es muy difícil…. No sé desde cuando empezó esto, pero ruego a mi Dios amigo que lo disipe lo más pronto posible.