Quiero hacerles llegar estas palabras de reflexión, esperando sean de aliento en estos momentos tan aciagos que nos toca vivir y que representan el mayor reto que debemos sobrellevar como especie y como hermandad.
Me preguntan si creo que vamos a salir de esto, que si tanta mortandad tendrá un final.
Les recuerdo que no existe mal que dure cien años, y ésta pandemia no será la excepción, ¡vamos a salir adelante!, venceremos este y cualquier otro mal que sobrevenga a la humanidad.
Caros hermanos, nos toca orar, elevar el rostro a los cielos, apartarnos de sentimientos bajos, distanciarnos de la mezquindad, de la indolencia y dejar de ser simples gusanos del lodo de la tierra.
Llegó la hora de reconocer cuán distantes hemos estado del Creador, por muy alta que sea la cumbre dobre la cual reposamos, muchos nos habíamos apartado de esa condición que nos caracteriza como seres humanos: la capacidad que tenemos de amar, de sentir el dolor ajeno como nuestro, de acudir en auxilio del prójimo cuando lo necesite, de pedir con suprema humildad por el bienestar de los demás y no replicar de forma  desasida “Que Dios te lo pague” procurando desvincularnos de cualquier retribución que debamos dar por el auxilio recibido,  lavandonos las manos como Pilatos y delegando en el Dios Supremo la responsabilidad de contribuir con quienes nos rodean y nuestra sociedad.
Es hora de recuperar la condición humana y entender el papel que representamos en el planeta.
Comenzando por dar gracias al Creador por el milagro de la vida, y pedir encarecidamente por la paz de aquellas almas que emprendieron el viaje a la eternidad mucho antes del tiempo acordado…
Su partida debe enseñarnos que, a pesar de ser el tiempo muy corto, aún podemos hacer mucho por nosotros, por el país y por la humanidad.
Mientras quede una persona en pie habrá esperanza, y eso ninguna tempestad, por bravía que sea, podrá arrebatárnoslo.
¿Y es qué acaso servir a los demás no es una noble misión de vida? Pienso firmemente que si, y en parte para eso hemos sido creados…
Recordemos del Libro Sagrado:
Mateo 20.28
“Así como el hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar vida en rescate por muchos”
Y Marcos 9:35
“Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”
Es palabra de Dios…
Llegó el tiempo de dar sin esperar recibir, de cumplir con nuestras responsabilidades, tanto dentro de la familia como en la sociedad y por extensión para con el Planeta Tierra.
Está naciendo una nueva humanidad, El capullo se rompe, pero ya no seremos más aquel gusano que ayer se arrastraba, ocultándose de la luz y de sus iguales, negándose a cumplir con sus responsabilidades, no, ahora el universo nos brinda otra oportunidad dándonos alas y libertad. Nos ha hecho entender que todos somos iguales, y que sin fraternidad no sobreviviremos. No desperdiciemos neciamente el momento, esa puerta que se abre, debemos hacer que la vida tenga sentido de hoy en adelante. Vivamos, honremos el sacrificio de quienes partieron siendo cada vez más humanos. Trabajemos en procura de alcanzar la verdadera felicidad y que a lo sumo, en una década, logremos la construcción de un mundo mejor.
Que Dios bendiga a la humanidad.