Hoy el sol increpa al mundo
e inventa pececitos de colores
que arroja a manotazos en los ríos.
Las calles se pueblan de cristales
y cada benefactor tiene su maña.
El tiempo está en plena disidencia
y amanecemos en una patria reinventada.
Pena y elocuencia se conjuran
y perduran los obesos atenidos.
Las cosas son latentes en su otrora
y mis ojos siguen extrañas humaredas.
Los modistos se muestran otoñales
y caen encima de sus pómulos.
La plaza está plagada de hipócritas
y las cuentas se saldan a nalgadas.
Las mujeres sólo piensan en su vientre liso
y los niños en piñatas con carita de piraña.
Hoy se ha congelado hasta mi escritorio
y mi pluma se ha engolado en el subsótano
y no puede dibujar o plasmar ni un muñequito,
mucho menos los embates de una barcarola
y el asiduo meneo del oleaje indomable.
El papel y el lienzo andan de humor macabro
y de pronto se han vuelto lambiscones.
Son azules los sicoporos machos
y los sombreros de ala, friolentos.
Hoy los chismes matan al asesino
que sufre la fuerte insolación que da una chispa.
Veo mutar y cambiarse compromisos
y romperse matrimonios antes del primer encuentro.
Los hombres charlan satisfaciéndose oralmente
y consiguen placer y goce en sus necesidades.
Se aprovechan todos de la palabra provecho
y es una gran victoria andar entre deleites.
Sucede que hoy es 30 de febrero
y que este día no puede brotar del almanaque
pues enceguecerá cualquier entendimiento
y llenará el orbe de lujuria y altercados.