¡¡QUÉ RISA...!!
Publicado en Sep 20, 2022
¡¡QUÉ RISA...!!
Me despertaron aquellos golpecitos insistentes en la ventanilla de mi coche. Toc, toc, toc… Vaya nochecita de marcha tan potente la que me pegué, lo malo, es que solo tenía recuerdos hasta las cuatro o así de la madrugada; del resto, no me dejaba acordarme el alcohol. Toc, toc, toc… Envuelto por completo en la niebla de la borrachera que aún llevaba, tardé en reaccionar. Toc, toc, toc… Poco a poco fui percatándome de que lo que oía, también, eran pitorradas de coches enfadados que me rebasaban por la izquierda, ya que estaba parado así sin más, justo en medio de mi carril, y en una de las principales calles de entrada a Mi Pueblo. ¡Qué extraño…! Toc, toc, toc… Lo raro, es que eran ya más de las 8 de la mañana; lo malo, es que llevaba un pedal tremendo y estaba parado en un semáforo; y lo peor, es que me había quedado durmiendo mientras ese semáforo estaba en rojo… Lo que no sabía, era cuánto tiempo había estado ahí tirado con el motor en marcha, con la cabeza apoyada en el cristal de mi ventanilla dándome todo el sol en la cara, y roncando hasta babear con la boca abierta de par en par. Toc, toc, toc… El susto me lo pegué unos segundos después -mientras aclararaba aquella espesa niebla etílica- cuando giré la vista a la izquierda, y me cruzé con la de aquel guardia civil al otro lado de la ventanilla… ¡Joooder…! Era aquélla una mirada severa aunque diríase que a la vez como hilarante y asombrada, incluso tierna… Hasta me pareció detectar la mueca de una ligerísima sonrisa en su cara. Me hizo aquel agente el gesto imperativo de que bajase la ventanilla, tras lo que me saludó de forma reglamentaria, llevando el canto de su mano derecha recta y a la sien. — ¿Buenos días, se encuentra Usted bien…? — Pues hommmbre, mire yo… — ¡Salga del coche, por favor…! Me interrumpió drástico al ver que sí, que yo al menos reaccionaba. Cegado por los rayos de sol mañaneros a tan tempranas horas, salí del coche a trompicones todavía bajo los efectos de tanto cubalibre: todo borroso, confuso, muy mareado… Tanto es así, que el agente, muy suave y amablemente me agarró del brazo y me acompañó a la sombra de la acera opuesta, introduciéndome en una especie de soportal que estaba abierto, y haciéndome sentar con cuidado en un banco de madera que había junto a la entrada… Pasaron los minutos, y despacio, fui pudiendo enfocar tanto la vista como los pensamientos, hasta que conseguí hacerme una ligera idea de lo que me estaba pasando. Me levanté de aquel banco procurando dar muchos menos trompicones, salí de nuevo a la calle, y allí estaba el agente tomando notas junto a mi coche… Y lo mejor, fue cuando al girarme mareado con intención de volver al refugio del soportal, levanté la cabeza y con algo de dificultad, pude leer en el frontal de las puertas aquéllo de TODO POR LA PATRIA. ¡Ostiaaas…! No sólo, iba conduciendo borracho perdido y me había quedado durmiendo al volante parado en un semáforo en rojo, sino que además, el semáforo donde tan plácidamente dormía, resulta, que encima era el que estaba justo frente a la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Mi propio Pueblo… ¡Mira tú qué casualidad coooño…! Y claro, setenta y dos horas me tuvieron cómodamente alojado allí mismo y a pensión completa. Creo, que absolutamente todos los agentes de la Casa Cuartel se interesaron con verdadero cariño por mí, y por conocer la mayor cantidad posible de los detalles de mi digamos que peripecia… Fueron amabilísimos conmigo, a la vez que también condescendientes y comprensivos con aquel suceso tan insólito y chocante, que había yo digamos que protagonizado. Años más tarde, uno de aquellos agentes me confesó todavía con sincero cariño, que pasaron unos ratos estupendos riéndose de mí todo lo que quisieron. ¡Qué cosas…! Yo ahora también me río. ¡Venga, supéralo…! Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.
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