Quizá sí es lo que sospechábamos y no comprendemos, quizá sí es la respuesta a esos ruegos al cielo o a la luna.
Quizá ese sinsentido que nos perturba profundamente el alma y nos hace temblar, sea eso que rogamos y que está aquí y ahora.
¿Quién nos puede decir que no estábamos predestinados a esto y que llegaríamos a la cita del destino, quien puede osar a decirnos que no nos merecemos cada gramo, cada gota, cada partícula de este amor tormentoso?
¿Hicimos, acaso, méritos para que esas cosas que acontecen en las películas hollywoodenses nos terminen impactando en el rostro y convirtiendo nuestro pecho en un nido de temblores, arritmias y taquicardias?
¿Fuimos tan nobles, tan puros y tan castos que el señor de los libros nos bendijo con este amor? ¿Acaso ese infinito errar de las cosas, de los mundos, de las estrellas y constelaciones nos juntó como polvo sobrante?
Vinimos del corazón de estrellas destruidas, somos polvo de estrellas.
Todas esas preguntas, todos esos intentos de nivelarnos y acomodarnos son infructuosos, lo vimos y vivimos. Internamente nos damos cuenta que no existe el escenario en el que seamos felices, o al menos no juntos.
Hemos usado palabras para acecharnos, para cercenarnos y para engrandecernos. En el mismo magnífico y fatídico acto nos celebramos y nos ofrendamos al vacío. Tengo tantos poros en el alma y hoy duelen.
Pensé en dos o tres tristezas y acaso esta sea la última, pensé en dos tres resurrecciones y acaso ya no pueda. Conscientemente me doy cuenta que no soy lázaro y que tras esta muerte, no hay milagro posible.
Las calles no son las mismas, el aire no es el mismo y acaso estas estrellas que me contemplan como espectros silentes sea lo único que en esta noche nos une. Deja el teléfono apagado, es más fácil, acaso, al no verte.
Y sin embargo a pesar de ese beso jamás dado, esos abrazos jamás concretados, esa canción jamás bailada y esas miradas jamás cruzadas, quisimos forzar la realidad y el andar de este viejo y amargado universo.
Somos polvo de estrellas y allí vamos. Desde allí vinimos y allí, al fin nos encontraremos.