Sal
Publicado en Jul 02, 2021
Por Roberto Gutiérrez Alcalá
A partir de lo que, miles de millones de años después, unos seres más o menos inteligentes que habitaban el planeta Tierra denominarían el Big Bang o la Gran Explosión, el universo -entonces del tamaño de una diezmilmillonésima parte de un grano de sal- había comenzado a expandirse y dar origen al espacio-tiempo, las partículas elementales, la materia, la gravedad, el plasma, las estrellas, los planetas, los hoyos negros, las galaxias... Sin embargo, llegó un momento en que el universo alcanzó su tope, por llamarlo de algún modo, y empezó a contraerse de manera inversamente proporcional a la velocidad con que se había expandido, por lo que, al cabo de un periodo igualmente largo -durante el cual las galaxias, los hoyos negros, los planetas, las estrellas, el plasma, la gravedad, la materia, las partículas elementales y el espacio-tiempo desaparecieron como tales-, volvió a adquirir el tamaño de una diezmilmillonésima parte de un grano de sal. Con su portentosa vista, Dios pudo observar sin ningún problema cómo aquella densísima partícula descendía por el éter y la recibió en la palma de la mano; a continuación bajó un poco la cabeza y la probó con la lengua. -Mmm..., sabe a sal –dijo.
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