NI TANTO NI TAN POQUITO
Publicado en Aug 02, 2021
Roberto, trabajador del puesto de verduras en la plaza de mercado del pueblo, está ocupado desgranando arveja; de repente, un cliente pide que ¡por favor! le pesen una ata’o de cebolla.
Gildardo, el dueño del negocio, está encargado del manejo de los pagos de los clientes y al escuchar el pedido que hace el comprador, dice: “oí Roberto, que pesés una ata’o de cebolla…”. Ante la imperante orden, el trabajador reacciona de inmediato, y de mala gana contesta: ¡pues que lo pese él, que yo estoy ocupado en otra cosa! Frente a la altanera expresión de su trabajador, el dueño del negocio contesta con soberbia: ¡vé este hijueputa, es que vos no sabés que al cliente hay que atenderlo?! Sin inmutarse por el improperio lanzado por su patrón y sin intimidarse por los varios clientes allí presentes, Roberto responde en el mismo sentido: ¡vea hermano, más hijueputa es usted! Plop… Gildardo, ¿quién es el patrón, sos vos o es él? -Dice una de las clientes, asombrada por la grosería del trabajador- A mí me llega a contestar así un trabajador, y es ya que lo estoy echando. A la intolerante expresión de su clientela, Gildardo responde en un tono totalmente contrario; consecuente y coherente, dice: “Y por qué lo voy a echar, mija… ¿por un madrazo? Nooo, si es que él me devolvió el madrazo a mí. No es pa’ tanto”. De este relato que, siendo real, no es que tenga algo de extraordinario ni por bueno ni por malo, se puede deducir que ambos personajes se hablaron sin razón en un momento dado; y sin compartir ni tono ni vocabulario, también se puede colegir que en algún punto de la charla los dos se hablaron con sentido.
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