Me sorprende estar aquí, me sorprende que nos vemos en este lugar frente a frente, te observó y veo una lágrima rozando tu mejilla, río maniáticamente recordando todo por lo que hemos pasado y volvimos exactamente donde todo comenzó, al menos, ¿lo recuerdas?... Bueno, acortemos las cosas, te refrescaré la memoria rápidamente aunque pensándolo mejor, te contaré un cuento. Había una vez en una bella escuela una chica nueva, emanaba ola de alegría que se notaba por cada rincón por el que pasara, a esta chica le asignará un salón completamente desconocido, se presentó, saludó, y mientras iba a su asiento todos la volteaban a ver, inocentemente se quedó solo en el descanso, hasta que se le acercó una chica y le sonrió, otras dos la tomaron delicadamente una por cada brazo, en la cabeza de la niña nueva sólo había una cosa y era que por fin tendría amigas, el grupo de chicas la llevó hasta las solitarias canchas, la pequeña indefensa niña pregunto asustada que estaba sucediendo, y comenzaron a golpearla el punto de desmayarse, la niña despertó en el mismo lugar, ensangrentada y tirada en el piso, lentamente se levantó y fue corriendo a su casa a llorar y lavar su ropa, al día siguiente ocurre lo mismo, y el siguiente también, un día mientras la golpeaban se armó de valor y les preguntó porque la golpeaban a lo que todas respondieron al unísono: "No hay razón". ¿Te gustó?
Te veo nuevamente cuatro años después, sola, y tan indefensa y pensar que fuiste tú quién apagó la luz de una inocente niña, mientras levanté lo hermoso martillo me preguntas porque lo hago tranquilamente y con una sonrisa en mi rostro te respondo: "No hay razón", fue tan hermoso, esos gritos de dolor de fondo, complementa la hermosa imagen con bordes rojos y mi felicidad llega al límite al verte retorciéndote de dolor, me acerco a ti, a tu pequeño rostro como marcas moradas y verdes, hubiera gustado hablar más contigo. Es una pena que ya no puedas responderme más.
AMCC