La dulce muerte está curiosa.
Publicado en Nov 01, 2021
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La dulce muerte está curiosa.
Un corsé imponente se contoneaba en las aceras de la vasta ciudad, la calavera tronaba sus huesos al momento de pasar. «Será una pequeña velada», pensaba ella regocijada; su sombrero desbordaba listones deslumbrantes y llamativos igual a una bella guirnalda. Olvidada de sus deberes dejó en libertad al gran xoloitzcuintle, así apreciando la melancolía de un pasado y un futuro que no tardaría en llegar. Casas adornadas por el tinte amarillo del cempasúchil, su fragancia transmitía una pura nostalgia imposible de ignorar; moños negros representantes del luto apaciguado por el presente de humanos cansados de llorar. Aferró su urna de barro vacía, extrañando las almas que en su templo habían estado un día. Jactándose de sus brazaletes puros y delicados, tintineaba los pedazos de jade sagrados; la luna sorprendida al ver a una linda mujer, dejó proyectar sus destellos lunares considerados.
Diez de la noche, personas conviviendo en un mar de murmullos y risas para honrar a los que ya no están; en hogares más lúgubres arrodillados y con el rosario en mano encomendaban a las almas quienes pronto estarían por llegar. El pan de muerto y las mandarinas no deberían faltar, mucho menos la foto de quien valía la pena esperar. Aplastando la juncia, sus tacones se dirigieron al hombre apremiado, el aroma a copal en segundos la abordó y la música de los mariachis en el quiosco la embelesó.
—La mirada oscura en los mortales añorantes de la desaparecida esencia de los espíritus ya deambulantes, es igual de cautivante como la solitaria mujer en día de muertos vagante. Su elegante vestido me incita a darle más fuego a estos cirios para tener mayor resalte, mi corazón jugaría como los toques de marimba si usted decidiera bailar al ritmo de prosperidad y paz abundante —proclamó galán el Charro de aspecto sofisticado, su chaquetilla desprendía hilos brillantes ante el fuego deslumbrante. Cada movimiento en las pequeñas llamas señalaba la aparición de las almas llegando a su espacio anhelado.
—Un amanecer en un dulce verano provocó mi curiosidad, tejiendo los hilos del destino me acerqué al ventanal, mi mecedora crujió en busca de mi energía para calmar su saciedad —comenzó a explicar abrazando su pequeño recipiente de barro, sus palabras a medida que avanzaban se convertían en un placentero susurro—. Los sirvientes prepararon mi ida perfumando mi cuerpo con el incienso, mis pasos resonaron entre las calles del paisaje alumbrado por faroles, mi sentir se liberó y después del descanso un sentimiento progresó. Llegando al final de la celebración, mis ojos apreciaron la tradición. Las dulces ofrendas avivaron mi privilegio de mi existencia, los cánticos complacieron mi insatisfacción, el amor me obligó a posponer mi labor un día más para evitar su carencia. No sabía la magnitud de clemencias que desconocía, abandoné mi templo para experimentar una razón de la eternidad, en los ojos cristalizados de los mortales encontré mí extraviada integridad. Repiquetear nuestros tacones sería una nueva emoción, bailemos entre las cruces de flores y semillas, lleguemos hasta el son de las campanillas, celebremos como los humanos en su ilusión. ¿Aceptaría Don Charro? —preguntó esperando un sí en secreto. El plumaje que rodeaba su cuello se balanceaba con el silbido del viento, el hombre extendió sus botines de piel para acercarse y lo rozó titubeante como agradecimiento.
—¡¿Don?! Tan viejo no puedo ser, mis huesos indican lo contrario. Si en verdad es así permítame decirle que tengo mucho que ofrecer, robaré al final del anochecer un vaso de tequila de los borrachitos festejantes, necesitaría sanar mis penas para ser un caballero exorbitante.
—Olvidé ese escenario, le propongo que acompañemos a los niños a pedir calabacita. Su compañía la imagino siendo un obsequio y estimaré esta cita. —¿Nuestro baile cuándo será? —dijo preocupado. Los nervios le habían motivado, mucho más la última palabra de la dama sonriente, su corazón que en una época había existido palpitaba inocente.
—Cuando el xoloitzcuintle los comience a guiar, todavía no es momento de una despedida fugaz. En cambio a eso, acompáñeme a dar un recorrido por las calles de este bello pueblo.
Su vestido hecho en un telar como ofrenda a su vanidad, fue reservado para su bajada a la fugacidad, se arrugaba con los movimientos de sus huesos y la liberación de los difuntos de su espiritualidad. Reían alegres ante las caras de susto de las señoras al oír que muera la tía; olfatearon el olor del aroma de los dulces de calabacitas lo que les servía de guía, también la fragancia del encurtido de frutas los llevaba en una tierna armonía.
—¿Qué significa su estola? —indagó El Charro. La gente merodeaba a su alrededor, la Catrina veía los altares con mucho esplendor —. El aspecto dorado del final me recuerda a una caracola.
—¿Caracola? Extraño porque está bañado en pétalos de amapola. Mi plumaje está consagrado a los dioses, en busca del respeto de Quetzalcóatl. A través de constantes eclipses decidí rendir tributo a mis superiores hasta que olviden a Mictecacihuatl. Mi bello canino juega con el gran dios a ser su opuesto, cuando lo conozca verá porque es mi cómplice perfecto—respondió ensoñada. Caminaron a una acera abandonada, frente a ella tenía una cruz soldada. Él depositó un anillo y habló pacífico al rememorar a su enamorada.
—Señorita Catrina, un jueves me enamoré de una mujer, la perdí como fruto de mi adrenalina. Puede que usted la haya conocido al anochecer, cada día de muertos me disculpo ante mis actos que ya no puedo restablecer —dijo antes de que por las lágrimas se dejara vencer—. Ahora contemplo a la ladrona de la vida, amando su porte antes de su partida, quien se llevó a mi amada y ahora me hechiza con su llegada. Mi alma había estado vacía, al sentir su voz la encuentro abundante de eufonía.
—¿Por qué no va a buscarla? Puede que a usted le gustaría más que esperarla —Se detuvieron a observar las calaveritas con nombres de los ya muertos. Él hombre acomodó su broche y dejó los dolores expuestos.
—Mi entidad ya no pertenece a su dulce alma, los años desaparecieron los sentimientos. Ahora me encuentro en calma, ya que la muerte revive los acontecimientos. Le agradezco por extenderme su palma, jamás imaginé verme envuelto en estos momentos.
En lo que pudo haber sido sus mejillas, un rubor cobró vida a escondidillas. El papel picado refrescó las ánimas pasajeras con las ventiscas de las vísperas. La muchedumbre iba al panteón con lámparas de aceite de higuerilla, creando varias luces para que los difuntos siguieran la arenilla. En la ciudad no cabía el dolor y silencio sino esplendor y aprecio. Niños disfrazados tan diferentes a sus antepasados, una galería de cultura similar a una gentil poesía. 
—Don Charro, ¿siempre fue tan hermosa la tradición mexicana?
—No soy tan viejo, señora Catrina... —murmuró quejoso—. Pero así es, mis paisanos disfrutan los alrededores y respetan los planos lejanos.
—Sus emociones desbordan en mí como unos pasamanos. Un sentimiento que los hijos de la vida me ofrendan, calmo y sereno como una mañana en invierno. Ver las costumbres me colma de traslumbres; obligándome a ver la metáfora, vertiendo en mí el ahora, enseñándome lo que para ustedes siempre mora: vivir
—¿La muerte sintiendo la vida? Linda manera de definir. También me gusta ver los bailes, las canciones, las flores. Como tamales de las ofrendas para los muertos abandonados, tomó de los atoles que la gente olvida junto a sus muéganos, acompaño a los solitarios en sus tristes rezos hasta sus breves comienzos. Me convierto en mi epifanía para aprovechar lo que siempre postergue y que ahora continuamente se extingue. Cada generación disfruta lo que a otros ya se les privó, es un ciclo que seguirá porque usted se los concedió.
Su caminata siguió, en busca de más la ventura los sorprendió. El Charro se acercó a la catedral, ingenuo observó a la gente rodeando sonidos continuos. Los mariachis tocaban canciones solicitadas por familiares, dedicatorias para los cercanos a aquellos lares; rancheras, boleros y más sonaban entre los pilares. Se percató de las almas bailoteando, él hombre irremediablemente volteó a ver a la Catrina, intentando adivinar lo que estaba pensando, bajó a ver al gran perro que había llegado desde las ruinas. Apreció sus ojos feroces hondos por la oscuridad, avergonzado reconoció que quería conocerla a profundidad. Extendió sus largos huesos de su mano a las plumas de la damisela a su lado, por un momento llegó a sentir el amor de antaño.
—Concédame esta pieza, querida muerte.
Sorprendida, la Catrina soltó una risa espléndida. En sus años esperando, jamás imaginaría conocer a un hombre de corazón tan blando. Acarició la frente de su amigo adorado y le dejó la urna vacía a su cuidado. Extendió su tacón reluciente mientras su corazón palpitaba fervientemente. Un acto para el recuerdo eterno se dirigía en el tiempo, olvidando su deber interno se sacudió al ritmo del tempo. La danza de la muerte dulce con un mortal condenado. Sujetándose de las manos y sintiendo una piel que jamás estaría ahí, pasearon entre los mortales externos y disfrutando el movimiento en frenesí. Una vuelta a los pilares, digno de los mejores bailares. El corazón de los dioses mexicanos rugieron, anonadados de ver un espectáculo en donde dos seres trascendieron: la consagración de un alma en pena con la calavera distinguida y bastante temida. Los animales callejeros prestaron interés al aura amorosa de los nuevos viajeros, una calma ascendente los arrulló, cayendo en un suave pocillo. Una emoción había sido creada en ese instante, su firmeza era una conexión importante y el día de muertos era su mayor representante. La mujer antes solitaria, dio un giro en la gloria; su vestido formó un ciclón de plumas, tanta elegancia poseía que tomaron la forma de los más hermosos poemas, palabras para el camino a su templo. El xoloitzcuintle sujetó la urna para orientar a su pueblo, el incienso comenzó a emerger y las almas lo siguieron hasta florecer. Se llevaron los regalos, despidiéndose de sus seres queridos sin pocos intervalos, ¿por qué? Porque el día de muertos había terminado.
—Esta noche pudo haber sido tan corriente como todo lo demás pero su visita alegró la odisea de mi eternidad, tanto que estoy dispuesto a acompañarla a su templo con felicidad, Catrina —aseguró el Charro con su sombrero desaliñado.
—Una lástima el amor, siempre efímero. Cargaré con los recuerdos de este dulce amor, bajaré en busca de encontrarlo en su caminar, cada día de muerto en el que pueda estar. Recordaré su humor, será el mejor artista de emociones, un bello pintor. Gracias, don Charro.
—Consagro mi alma a usted, le agradezco por complacerme con esta pieza.
-Briana Farrera.
Nota: ¡Feliz día de muertos! Muchas gracias por leer.  
 
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Foto del autor Briana Farrera
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Descripción

La catrina sin saber su porvenir busca casualidades para encontrar la armonía del bello vivir. Cuento dirigido para un concurso al cuál ya no pude entrar. Espero les guste. (❁´◡`❁)

Palabras Clave: La Catrina el charro la muerte baile México cuento fantasía vida celebración fiesta día de muertos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía



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aljana pausinni

Quizás para nosotros los extranjeros no sea tan fácil comprender en toda su esencia ese majestuoso matiz cultural que imprime con mucho sentimiento a los avatares de la muerte el ser mexicano. No obstante, estimada Briana, en éste pulcro relato has creado un sabroso recorrido muy didáctico para el lector forastero, adornando con detalles muy propios la imaginación de cada quién.
Creo que tu cuento cumple a cabalidad el propósito de éste sitio, cual es enriquecer, a través de las palabras, los vínculos sociales.
Me queda agradecer, como obsequio, tu historia.
Un abrazo
Aljana
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November 15, 2021
 

Briana Farrera

Me alegra bastante que le haya gustado y mostrarle la cultura de mi país. Le agradezco por su comentario, es muy enriquecedor para mí. Un abrazo a la distancia, saludos. ฅʕ•̫͡•ʔฅ
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November 27, 2021

Raquel

Todos los años para el día de los difuntos me apasiona ver lo que ocurre en México ..La alegría, la fiesta, los colores, las vestimentas, las danzas con las que honran a sus seres queridos que están ausentes. Siempre ha sido y es un ejemplo , que me hace repensar muy seriamente en cómo me debo sentir ante la partida definitiva de alguien querido, como en el caso de mis padres, y el haber leído "La dulce muerte está curiosa " con la participación en diálogos muy llenos de empatía de: El xoloitzcuintle; el Charro y la señorita Catrina , me pareció genial todo ..Un arte mismo en palabras y guiones para ser adaptados (dramatizados), perfectamente en esta fecha ..Creo que es importante ver la partida de seres queridos como una felicidad de quienes parten a un lugar mejor.. ¡Somos egoístas (me cuento) cuando les lloramos y nos negamos a dejarlos marchar..Me emocionó Briana ..Que Dios te bendiga..Rq
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November 08, 2021
 

Briana Farrera

Muchas gracias por comentar y su bella reflexión, me encanta leer su opinión. Estoy feliz de que le haya gustado. Igualmente le deseo lo mejor, un abrazo. ฅʕ•̫͡•ʔฅ
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November 27, 2021

Lucy reyes

Interesante cuento en el que metáforas llevan diversas fantasías en vestidos, colores, bailes, actitudes, hombres y mujeres festejando el día de los muertos en México y como es normal, no podía faltar el charro y la Catrina como protagonista, buscando casualidades que sorprendan su buen vivir.
Te felicito, lástima que no hayas podido concursar,
Cordial saludo
Lucy
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November 07, 2021
 

Briana Farrera

Muchas gracias por su bonito comentario y felicitación, me alegra que le haya gustado. Un saludo afectuoso. ฅʕ•̫͡•ʔฅ
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November 27, 2021

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