Habian siete candidatos y era como si no hubiera ni siquiera uno, se investigaban entre ellos y se lanzaban los trapitos al sol en pleno debate, porque esto de la politica tambien tiene su lado chismoso y bien marcado por lo demás.
De los siete quedaron dos, uno blanco y uno negro por decir de alguna manera que son extremos, lo dificil es saber cuál es el negro y cual el blanco porque tanto uno como el otro se ven plomos, tan plomos que están hasta coincidiendo en asuntos que antes los diferenciaban. Por ganar votos reciben con una sonrisa hasta un insulto, le dan la mano a quien desprecian y a  quien envidian tambien. ¡Si no saben de verguenza ni de orgullo, menos de vocación de servicio, qué van a saber de cumplir promesas!
Y aqui el pueblo creyendo el cuento tanto de uno como del otro y hasta agarrándose de las mechas por defender a uno o al otro como si no hubieran escuchado lo mismo mil veces y se hubieran decepcionado unas dos mil .¡Qué lamentable juego de ilusiones perdidas cada vez que se despide uno y saluda otro para volver a repetir la historia! Historia de Chile y de tantos paises que sueñan con un futuro mejor.
Lo cierto, lo desgarrador y hasta repugnate es que la única certeza que tenemos es que el próxmo diecinueve de diciembre  uno o el otro ocupará el ambicionado y envidiado sillón que ha visto cada cuatro años disinto trasero. pero con el mismo olor.