No siempre me siento a escribir en un mismo lugar en particular, ya que siempre creí y sigo creyendo que la rutina en cualquier ser humano termina aburriéndolo primero y luego abrumando. Realizar una misma cosa una y otra vez todos los días, da lugar a que el cerebro se acostumbre y entienda que poner tener el tiempo ocupado en esa rutina, no pueda programar otra cosa que desee, y eso es justamente lo que abruma. Quizás por esto claramente se habrá hecho cierta justicia cuando declararon como derecho que cada empleado deba tener vacaciones en base a los años que hace que pertenece a una empresa, y esto también aplica claramente a los trabajadores independientes. Al salir de la rutina, podemos realmente crear y darle lugar a nuevos pensamientos y salir de esa abrumación. Cierta vez leí que un hábito tarda 21 días en volverse rutina, por lo que el aburrimiento no tarda demasiado en manifestarse.
El gran Dante Alighieri cuando escribió la divina comedia, gran libro en donde imagina y describe los anillos del infierno y a todas las personas que en habitan en él por algún motivo en su vida pasada, en un momento hace referencia a una condena que a simple vista quizás uno la entienda como leve y que hay peores, pero que luego con el tiempo termina entendiendo que está dentro de esas peores, y es el castigo y posterior condena a repetir una sola cosa una y otra vez eternamente. El hecho solo de imaginárselo, hace entender que cualquier ser humano realmente no tiene como propósito de vida justamente eso. Y acá, mi escrito se entrelaza con una palabra que creí hasta hoy no era propia del ser humano, pero que profundizándola puedo lograr encerrar una idea que me hace revertir el pensamiento.
El instinto como concepto no es más que la igual repuesta que tienen miembros de una misma especie frente a una situación en particular. He vagado en esto, y siempre mencioné que el instinto en el ser humano no está presente. Sin ir más lejos, cuando una persona se encuentra frente a un miedo, existen dos maneras de responder, huyendo o enfrentándolo. Algunas optaran por enfrentarlo, mientras que otro tanto por huir, por lo cual ya no estaríamos hablando de instinto, porque existen dos repuestas. También podemos citar al mal llamado instinto maternal/paternal, ya que muchas personas optan por abandonar a sus hijos, mientras otros nunca lo tendrían como una opción válida. En todo suceso siempre va a haber dos o más repuestas, por lo tanto podemos mencionar con certeza que el instinto deja de tener valor real en el ser humano. Ahora bien, ¿Qué pasaría si tomamos como instinto la búsqueda de la libertad? Todo ser humano siempre va a estar condenado a buscar su libertad, en cuanto a pensamientos, en cuanto a actos y en cuanto a todo lo que se proponga ya que entiende que es su vida y que su libertad de eso lo que siempre le va a brindar satisfacción y bienestar. Quino no encontró mejor palabra para nombrar a un personaje de la tira mafalda que es justamente su hermana, y no encontró mejor palabra porque no creo que exista una mejor que libertad.
Lamentablemente en esta vida no vamos a ser totalmente libres como lo deseamos, ya que existen muchas muchos condicionamientos que la limitan, desde salir del país en búsqueda de un futuro en donde uno quiera, hasta condicionamientos sociales y económicos, creándonos sí cierta ilusión de libertad total, pero profundamente sabiendo que esto no puede ser nunca así.
Como mencione al principio, la rutina aburre y abruma, pero quizás, se puede buscar en una en donde se aprende a encontrar el bienestar y la felicidad aunque sea por momentos efímeros y es una la rutina de la libertad; entendiendo que cuando algo abruma y hace ruido, es momento de cortar con esa rutina, y para salir de esa zona en donde uno está, es sumamente importante una primera acción, moverse.
El cierto, no se tuvo libertad de elección al momento de nacer, tampoco se va a tener libertad de elección al momento de morir, pero siempre se debe aprender a elegir correctamente la libertad de aquellos momentos que nos brindan esa felicidad y ese bienestar que tanto necesita cada ser humano para sentirse vivo y pleno, con la libertad también, claro está, de cometer errores y aprender.