A Inventar, a inventar... que el mundo se va a acabar...
Publicado en Mar 15, 2022
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Esta frase, que puede parecer casi vulgar o humorística, cobra una validez que raya en lo vital para la especie humana. ¿Por qué? Pues, porque el mundo entero se encuentra hoy en una encrucijada, casi a estas alturas irreversible, de subsistencia por los problemas que hemos causado al planeta y que lo tienen al borde del colapso.
Y no me estoy refiriendo a las guerras y conflictos armados en los que mueren miles de personas, algún racionalista diría que las muertes de esos miles de personas le hacen bien a la especie, ya que se contraponen a la sobrepoblación que es otro problema que, a la larga, nos va a terminar liquidando a todos; me refiero al fenómeno de calentamiento de la atmósfera debido a la acción humana. El fenómeno del calentamiento de nuestros cielos sin que nos demos cuenta, ha sido un fenómeno progresivo a través de los siglos, al principio casi irrelevante, desapercibido, pero a estas alturas se trata de una acción casi suicida en la que todos, sin excepciones, colaboramos de una u otra forma.
¿Cuál es la causa primerísima del calentamiento global, si no la única? Pues, los procesos energéticos. Los procesos de transformación de energía que ocupan la totalidad de las acciones de personas y organizaciones en la vida diaria. Para vivir hemos inventado, de manera refleja en sus comienzos, que debemos transformar energía sin la cual nos sería todo muy difícil; la energía existente en el entorno, nos otorga calor, movimiento mecánico y luz. Sin ellos, otro gallo nos cantaría; todos consumimos energía para darnos comodidades: gas o electricidad para cocinar o para calentar agua con la que nos bañamos, combustibles para movilizarnos de un lado a otro, electricidad para alumbrarnos en las noches y para mover sistemas de calefacción o de aire acondicionado, combustibles para todo tipo de procesos industriales, energías que en un grado muy superlativo, son extraídas de combustibles fósiles y que como subproducto, botan anhídrido carbónica a la atmósfera. Y dicho gas es el principal responsable del calentamiento.
El drama comenzó con la revolución industrial. A un señor cuya identidad se desconoce se le ocurrió inventar una máquina movida por la energía del vapor de agua, agua que debía ser calentada con leña o con carbón en una caldera; otros señores la perfeccionaron y se llegó al barco a vapor, a la locomotora a vapor y a los locomóviles industriales, todos equipos que usaban (y desgraciadamente que aún usan como en el caso de las locomotoras) estos combustibles. Estos procesos de transformación de energía química de un combustible en calor y luego en movimiento, son procesos altamente ineficientes, derrochadores; se cuenta que una locomotora a carbón tiene un rendimiento del siete por ciento, es decir, por cada cien unidades de energía que consume, siete son aprovechadas y transformadas en movimiento mecánico mientras que las otras noventa y tres son derrochadas en forma de gases calientes y de calentamientos por roce de los componentes de la máquina. China, que es uno de los países del planeta que cuenta con la mayor red ferroviaria, usa aún locomotoras a carbón de manera mayoritaria... nos podemos imaginar la cantidad de energía que se desperdicia.
Los motores de combustión interna de automóviles y de todo tipo de vehículos, son más eficientes, pero no mucho más. Un motor de automóvil movido por gasolina tiene una eficiencia de veinte a treinta por ciento y uno de tipo diesel entre treinta y cuarenta y cinco por ciento.. Y el mundo se mueve entero con este tipo de motores. Los motores modernos de aviación poseen una eficiencia de alrededor de un cuarenta por ciento, con consumos estratosféricos de combustible, todo lo cual nos puede dar una idea del verdadero embrollo en que estamos metidos, porque necesitamos movernos, necesitamos cocinar, calentarnos en invierno o refrigerar alimentos.
¿Y la electricidad? Aquí llegamos, podría decir alguien, a acercarnos a una solución al problema, pero no es tan así, porque resulta que un motor eléctrico normal, tiene una eficiencia de alrededor de un cincuenta por ciento no más y si consideramos que la electricidad que consume es generada por medios térmicos en lugar de hídricos, estamos casi en las mismas. Las matrices energéticas de la mayoría de los países del mundo no tienen la hidroelectricidad como su primera fuente de generación.
Entonces llegan los inventores, que de ellos hemos estado llenos toda la vida, e inventan la forma de producir electricidad a partir de la energía del sol. ¡Brillante!... Diría más de alguien... una genialidad que por fin nos va a permitir dejar la nefasta dependencia de los combustibles fósiles que tanto contaminan.
Brillante invento, tenemos que convenir. Pero hay que advertir sobre los problemas que conllevan estas nuevas tecnologías, de lo cual se habla muy poco... ¿por ignorancia?... ¿por conveniencia?
En primer lugar, hay que revelar que un panel solar, según las normas internacionales, es calificado y etiquetado según la máxima potencia que es capaz de producir en condiciones ideales, es decir, con el sol a noventa grados contra el panel y que la potencia real que dicho panel nos será capaz de entregar durante un determinado período, dista muchísimo de aquella potencia máxima. En términos reales, la potencia promedio de un panel solar debe andar en el orden del veinte a treinta por ciento de su potencia nominal. ¡Grosso problema! Porque si en nuestro hogar queremos tener tres mil watts de potencia, no significa que solucionaremos el problema con diez paneles de trescientos Watts.
En segundo lugar, la energía solar la tenemos solamente durante el día; ello significa que si queremos aprovecharla en la noche, tendríamos que almacenarla en baterías, baterías que son caras (y cuyo precio aumenta en demasía la inversión con lo cual desalienta la decisión), que tienen una vida limitada y que son contaminantes a su vez. Entonces las legislaciones de los países que promueven la energía solar, dejan la solución del problema en manos de las empresas eléctricas, empresas que fomentan la instalación de paneles y que, pregonan, le comprarían al cliente toda la energía que no utilice. Pero ocurre que la energía que le compran al cliente se la pagan (en términos nominales solamente, porque el dinero nunca fluirá hacia dicho cliente) a mitad del precio que le cobran... y como el sol colabora solamente y principalmente en horas en que los hogares usan muy poca energía eléctrica, nos compran casi toda la energía captada durante el día y nos venden toda la energía usada en la noche. Un gran negocio... pero para las empresas, porque instalan fuentes de energía en los hogares, sin incurrir ellas en el costo de instalación que es cobrado al cliente.
En tercer lugar, hay que mencionar que la energía solar es una modalidad que sirve de manera eficiente solamente cuando es captada en un techo o lugar determinado y es usada en el mismo lugar. Hemos oído hablar del problema de desarrollo de este tipo de energía debido a la carencia de "carreteras" transportadoras desde los centros de captación hasta las ciudades. Se hace necesario invertir en redes transportadoras, redes que, a la larga, son financiadas por todos nosotros, en circunstancias de que si instaláramos paneles en nuestros techos, dichas redes sería innecesarias. En dicho caso, falta que los señores inventores se preocupen del tema de las baterías.
En cuarto lugar (y aquí es donde realmente tendrían que intervenir nuestros inventores) está el siguiente hecho: Los paneles solares existentes son tremendamente ineficientes en términos de transformación de la energía que captan desde el sol.
En Santiago, durante el mes de diciembre, la radiación solar a mediodía (en la hora de mayor posibilidad de aprovechamiento) llega a una media de ochocientos cincuenta a novecientos cincuenta Watts por metro cuadrado. Pues bien, si consideramos que un panel solar tiene una superficie de un metro y medio cuadrado y que tendría una potencia (especificada en las condiciones anteriormente descritas) de trescientos Watts, ello significa que por metro cuadrado, dicho panel genera doscientos Watts en condiciones ideales cuando el sol, en dichas condiciones, nos entrega una radiación de novecientos Watts por metro cuadrado, entonces uno llega a la conclusión de que aún falta mucho por inventar en relación con estos elementos. Doscientos Watts sobre novecientos, dan un aprovechamiento de solo un veintidós por ciento.
 
Ergo... ¡A inventar, a inventar... que el mundo se va a acabar!
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Descripción

Una breve opinin del drama del calentamiento de la atmsfera.

Palabras Clave: Calentamiento global energa paneles solares instalaciones solares.

Categoría: Artculos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



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Magnolia Stella Correa Martinez

Al final, el mismo hombre tiende a ser el exterminador del planeta, hagamos lo que hagamos. Buena crónica, amigo.
Saludos desde Colomia donbaldomero.
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March 18, 2022
 

Lucy reyes

Muy interesante tu exposición y muy cierta. Vale la pena preocuparnos, como bien dices: A inventar, a inventar... que el mundo se va a acabar.
Lucy
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March 15, 2022
 

aljana pausinni

No se puede negar el valor del prolijo conocimiento de datos y de la claridad con la que nos los expones; no obstante, esa semejanza un tanto misantrópica que suele asomar en temas complejos como éste y que es manifestado en ciertos segmentos dogmáticos de la sociedad, me resultan ingratos, porque se utiliza siempre el síndrome de la denuncia... el de las soluciones ¿¿¿???
Haber salido del sistema cavernario humano fue el peor invento que ha sufrido la especie...
Acepto réplica.
Saludos
Aljana.
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March 15, 2022
 

donbaldomero.

Aljana, mi réplica relativa a tu demanda de "soluciones" a este tipo de problemas sería: Si yo tuviera la solución, no estaría sentado en esta butaca, sino que la habría tratado de implementar hace mucho tiempo.
En relación con lo de "misantropía" no entiendo nada.
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March 15, 2022

aljana pausinni

Quizás deba reconocer que el haber acudido al concepto de la palabra fue arriesgado y precisamente fue la causa que lo ubiqué como adjetivo comparativo y no fue usado como calificativo porque hubiere sido una falta de respeto. En tu texto evidentemente no asoma odiosidad alguna, pero sí se advierte una incomodidad frente a algo que es absolutamente irreversible y ese rasgo me lleva a aventurarme con una leve comparación.
Respecto a no tener soluciones para lo que nos molesta tengo el convencimiento que la manifestación, entonces, solo contribuye a elevar el volumen del legajo de quejas que se archivan en la nada.
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March 16, 2022

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