Gracias por haberme amado
Publicado en Oct 12, 2009
Gracias amor por haberme amado.
Por haberte abrazado a mí, en mis enojos. Por haber sido circunstancia divina, abundancia en semanas, querer estacionario. Por haberme entregado tu piel y tus caminos y haberme permitido mentolar tus pies. Siempre fuí un ciego solitario y hasta poseso y me auspiciaron furores infinitos. Te paraste en frente de mis ojos con tu manantial de agua dulce y recogíste mis míticos temores que caían de mí como mil alas. Por un tiempo nos abanicamos en celo, en superación, caricias y alegría. Fuíste el surtidor que me amparó: Agua donde lavé heridas cíclicas. También fuíste cálida acogida y besos transcritos de inmedato. Pero tenías una corta raíz que ni los robles alcanzaban a mirar. Sólo podías darme tus migajas y yo no puedo soportar los mínimos. Me consumían mis totales carencias y, como lumbre, quise anexarte al fuego de mi entraña feroz y estrafalaria. No te fue posible apoyarte en mí ni compartir semanas de granadas. No pude competir con tu familia ni con los fragores que se te daban solos. Era yo fiero yerto y hombre urgido y tú un carro enumerado que pasaba a través de todas las dispensasiones, lleno de latidos y de ecos besándome solo unas horas por semana y yéndote luego con los astros. Hoy mi alma ha partido hacia leyendas, buscando paliativos para calmar sus ímpetus. Quizás me acojan otros brazos temblorosos y el beso cordial de otra mujer esbelta.
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