Mi espíritu surge solitario
del magro paredón de la vida.
Siento una extraña beatitud
al dejar mis notas otoñales en tus libros.
El vaho me lleva en su legajo.
El viento me empuja al sacrificio.
Mano de cualquier efeméride
y sólo soy un eco alicaído.
La vida ha menguado mis sueños
y he bebido despecho de sus cálices.
Me coloco mi santa gabardina
todavía no lleno de convencimiento.
No voy al cobijo del corrupto
aunque parto entre las sombras negras
aún tengo mis valores finales.
Alimentaré la locura del vulgo
con alforjas de versos tolerantes.
Exhibiré mis incendios verídicos
y mostraré mi alma fríamente maltratada.
Seré en las bocas postrera comidilla:
Por linajes lívidos seré desestimado.
Me rodearon brumas en desgobierno.
Intentaré buscar refugio en otros brazos
antes que el tiempo tormentoso me borre
desde mis parietales transparentes
hasta mis breves uñas macilentas.