A.VERNICA
Publicado en Aug 19, 2022
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                                                                     MARIAN MILLER
VERÓNICA
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                  
 
 
                                                 A mis lectores, por darme luz en la oscuridad…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                            
 
 
 
 
 
 
 
               Si el Espíritu nos da la vida, andemos guiados por el Espíritu ( Gálatas 5:25)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
VERÓNICA
 
 
Érase una vez una mujer de treinta años, con el pelo blanco, llamada Verónica Olmes, a quien le encantaba las cálidas noches de verano…
 
 
CONVENCIÓN PARANORMAL ( Madrid 1999)
Había alquilado un piso cerca de la estación de trenes (Atocha), me parecía un comienzo romántico, porque como las chimeneas, no había nada más nostálgico que ver partir un tren, con algún pañuelo sacado por la ventana, como besando en la distancia a alguien amado. Solté mis maletas, a mis gatas (Marlene y Greta) y coloqué las fotos de mis hijos, porque sí, había sido madre, aunque por las noches no les arropase, en fin, la vida, que no siempre trae bonitos recuerdos. Esa misma tarde iría a la Primera Convención de Casos Paranormales en España, había quedado con mi compañero de carrera, Víctor, se había especializado en Derecho Penal, y en la última investigación acudió a una médium, por consejo mío, para resolver un caso, y funcionó, por lo que se había aficionado a ese tipo de eventos, que para una mente inteligente no significaban nada, más bien una cultura de gente algo analfabeta, pero cuando tienes una buena experiencia, siempre crees en lo que te convenga. Todo ese mundo lo conocía bien, porque de pequeña experimenté ciertos sucesos paranormales, que mi madre, como persona sensible, empezó a darle importancia y me ayudó a desarrollar. Cualquier otra madre práctica lo hubiera visto como una excentricidad de niña aburrida,  y quizás hubiese quitado la tontería con alguna bofetada, pero mi madre creía en Dios, rezaba, así que me animó a sentirme algo especial, en vez de rara. Echaba de menos a mis padres desde que murieron, pero no tanto a mi hermana Magda, ya saben, la vida y sus artimañas. Me desnudé, tomé la ducha, y mis gatas mientras arañaban el enorme rascador que hice traer antes de mi llegada. Me coloqué el albornoz blanco, de mangas de murciélago, que la mayoría de las veces hacía de bata, cubrí mi pelo con una toalla del mismo color, y me puse a ver una película (me gustaba el cine, la literatura y el teatro, pero no era una experta en nada), pedí una pizza, no tenía comida, a la salida de la convención haría la compra de la semana. Sonaron unos pasos en el descansillo, y no pude evitar observar por la mirilla, era mi vecino de enfrente, llevaba un maletín, parecía que con partituras, porque recogió algunas cuando se les cayeron, al tropezar con el escalón de la entrada. Creo que se dio cuenta, porque giró la cabeza, me asusté, pero no hice ruido para que su presentimiento no fuera realidad, deseaba un buen comienzo, porque quería quedarme, quería instalarme hasta poder arreglar todo lo que se destrozó en mi vida, no me gustaban los cambios, y me había parecido el lugar adecuado para pasar desapercibida, si es que lograba sentar la cabeza profesionalmente, algo importante para que sentimentalmente fueses valorada, y esperaba que Víctor me ayudase, por eso le llamé, le comenté lo que ocurriría ese día, sabría que le interesaría, y ojalá me ofreciera un trabajo, cuando supiera que había vuelto a Madrid, donde pasé parte de mi juventud, en la capital, en la ciudad donde encuentras todo lo que necesitas para vivir en libertad, no siendo castigada, si te confundías.
Después de comer, me tumbé en el sofá, me daba tiempo descansar un poco antes de ver a Víctor. Estaba un poco nerviosa, y quería que me encontrase relajada, porque si me veía algo desequilibrada, no me daría ningún puesto. Antes de coger el sueño pensé que esa mañana había aterrizado en el aeropuerto Adolfo Suárez con el deseo de olvidar, a la vez  recordando lo ocurrido en el último año, quizás por eso mi pelo se transformó en algo extraño, aunque cuando me miraba al espejo, pensaba: he amado, me han abandonado, he llorado, pero he conocido la pasión e incluso me han dicho “je t`aime“, mientras mi cuerpo era acariciado. Una historia normal, cuando la suerte es casi tu enemiga, así que deseaba poder continuar con mi vida, algo simple, que a veces se complica. Me daba un poco de pereza todo, hubiera preferido llegar a Madrid, vivir de forma sencilla, conocer a gente tranquila con la que relacionarme, ver películas, escribir poesías, permanecer donde nada me pudiera hacer daño, o que me pudieran acusar fácilmente de algo, pero debía integrarme socialmente, por mis hijos, si quería volverlos a ver, debía llevar una vida normal, y aunque heredé de mis padres, dándome la posibilidad de sobrevivir sin trabajar, no era una forma adecuada de existir, porque vivimos para intentar ser felices, no para subsistir de forma casi miserable, había que luchar por tener la mejor vida posible, no conformarse con poder comer y vestir de forma humilde. Cogí el sueño rápidamente, sin haber puesto ninguna alarma, me había vuelto la fea costumbre de la adolescencia de acariciarme el suave vello púbico para relajarme. Sabía que estaba mal, pero me ayudaba a entrar en esa especie de vigilia, donde todo el mundo es igual, y no se recuerda nada. Al cabo de la hora mis gatas me despertaron, el pelo lo tenía totalmente seco, tocaba ponerse guapa. Deshice las maletas, elegí la ropa (unos pantalones negros, una chaqueta negra ajustada, sin nada debajo, con un poco de escote, unas bailarinas con algo de tacón y un bolso parecidos a los de Chanel 2.55, sin ser de marca), no me daba tiempo a plancharme el pelo, así que me haría un moño alto, algo informal, que le diese un toque cool junto a mis gafas. Miré mi armario y sonreí, todo era negro, blanco y gris, de Adolfo Domínguez, un capricho dado con la herencia, ya que tenía que cuidar mucho mi apariencia. Sabía que eran colores muy serios, pero tampoco me apetecía vestir de otra forma, además creía que así pasaría mejor desapercibida. No sé porque me había pasado toda la vida intentado no llamar la atención, como si tuviera que ocultar algo, pero la realidad es que no lo había conseguido, aunque en Madrid lo iba a intentar con más ganas, mi nueva ciudad era como la última oportunidad de hacer algo bien en la vida. Mientras paseaba sola por las calles de una ciudad casi desconocida, me preguntaba cómo sería sentirse protegida por alguien que amas. No había tenido suerte con los hombres, incluso me habían maltratado, y cuando sentía la soledad, me daba la curiosidad por saber qué clase de seguridad da sentirse querida y respetada, creo que no lo conocía, tal vez en la niñez, pero estaba tan lejos, que había pasado a ser un sentimiento nuevo para mí. Tropecé, y volví a pensar en Víctor, sabía que sería prudente, que no me haría preguntas impertinentes, supondría el motivo de mi llamada, porque de algo se había enterado, los rumores corren rápido, así que estaba casi segura que no me haría sentir mal, que pasaríamos un buen rato, sin tener que mencionar a Málaga.
-          ¿Verónica?
-          Sí, que alegría de verte
-          ¿Qué le ha pasado a tu pelo?
-          Pensé que lo sabrías, te hubiera avisado, para que no te sorprendieras
-          Perdona, ha sido una imprudencia, estás guapa, estás guapa con todo, y con ese cuerpo quien necesita algo más
-          Gracias
-          Te presento a Raúl, mi pareja actual, os llevaréis bien, es crítico de arte
-          Que interesante, como siempre digo, no soy experta en nada, pero me gusta todo tipo de arte, así que seguro que aprendo algo a tu lado, si nos vemos mucho
-          Seguro que sí
-          Gracias por venir, no tenía claro si llamarte, pero quería que supieras que he vuelto a Madrid, no sé si te has enterado…
-          No te preocupes, puedo imaginar muchas cosas, por eso desde el Lunes empezarás a trabajar en el despacho, ya te he puesto una mesa, necesito una secretaria, me es difícil llevar todo, porque me han aumentado los casos.
-          ¿De verdad?, ¿harías eso por mí?
-          Sabes que soy hijo único, y para mí eres familia, haría lo posible para ayudarte, y más después de todo.
-          Gracias otra vez
-          No pasa nada, luego te doy la dirección
-          Vamos a entrar, el tema son los fantasmas
-          ¿Has visto alguno?
-          He visto tantas cosas a mis treinta años
-          Pasemos querida
La convención duró cerca de la hora y media, primero dieron unos datos básicos sobre el tema, y luego escuchamos casos verídicos, para demostrar su existencia. Raúl parecía un poco reacio a todo, pero Víctor estaba muy interesado, y para mí era muy positivo, así me vería como un poco imprescindible, sin tener que volver a llamar a ninguna médium, si es que la investigación lo necesitaba. Creo que lo hizo por eso, quizás no me hubiese llamado a Málaga para que viniera, pero una vez que se enteró que estaba aquí, seguro que pensó que quien mejor para acompañarlo, algo le podría decir, porque ningún gesto se me escapaba, era como una bruja, quizás algo fracasada.
Salimos algo cansados, le pedí el teléfono al profesor que dio la conferencia, nunca se sabe lo que vas a necesitar en la vida, y ahí empecé a trabajar, Víctor sonrió, y me dijo ” bien hecho”. Me costó, no quería, y aunque se lo pidieron muchas personas, cedió a dármelo a mí, porque le comenté sus libros, los que había leído, diciendo que era una crítica literaria, y le quería telefonear cuando fuese a su ciudad para hablar sobre ellos. Una mentirijilla, pero en este mundo ese pecado, ya casi se veía como necesario. Cedió a dármelo, a regaña dientes, porque estaba jubilado, y solo se dedicaba a dar alguna conferencia por compromiso, nada me meterse en terrenos más profundos, pero pensó que sería una buena publicidad para sus libros. Sonreí, y fui con el papel hacia mis amigos, contenta. Víctor casi chilló: “vamos a la Latina a tomar algo, se ha hecho tarde, y quizás no tengas nada para cenar en casa”. Era cierto, así que no lo dudé ni un segundo.
Fuimos a una tasca muy cerca del teatro, cuando era universitaria me movía mucho por ese barrio, iban muchos actores, y a mí  me había dado por coleccionar autógrafos, tenía una caja preciosa de cartón llena de ellos. Nos sentamos, pedimos unas raciones, un buen vino (la cerveza, con los críticos de arte, no eran muy bien vistas). Tuvimos una conversación muy amena, sin mencionar nada sobre mí, más bien todo lo relacionado con Madrid, como seguía en obras, como nos estábamos introduciendo en el mundo de la tecnología, y yo suspiraba porque me iba a costar trabajo ponerme al día, no me llamaba la atención, lo que significaba que no me iba a convertir en ninguna experta, como casi siempre me pasaba con todo, pero me manejaba, sabía sobrevivir, es lo que pasa cuando enfermas, te maltratan y lo vives sola, sin apoyo de nadie. Me di cuenta que en la mesa de enfrente no paraban de mirarme, no sabía por qué, quizás por mi pelo, pero en Madrid encuentras de todo, así que imaginaba que no. Coquetee un poco con la mirada, llevaba tiempo sin estar con alguien, y aunque algo me asustaba, después de haber vivido una experiencia terrorífica, me salía la feminidad al intentar ser seducida. Entonces me di cuenta, y paré, era mi vecino de enfrente, quien se levantó, cuando pensó que me había incomodado
-          Buenas noches, vecina
-          Buenas noches
-          Perdona si te he intimidado, es que sabía que te conocía de algo, y he tardado en identificarte. Te vi cuando viniste semanas atrás, para traer algunas cajas, ya sabes el pelo
-          No pasa nada, me llamo Verónica. Estos son mis amigos Víctor y Raúl
-          Encantado, yo soy Charly, para lo que necesites, estoy al lado
-          Gracias, lo mismo digo
-          Hasta pronto
-          Hasta pronto
No sé porque me entró la timidez de la juventud, no quería tener ninguna historia sentimental, y menos con un vecino, esperaba que no me hubiese mal interpretado por coquetear un poco. Me puse nerviosa, mis amigos se dieron cuenta, decidimos marcharnos a tomar una copa, pero les dije que estaba cansada, y quería hacer cosas en la casa al día siguiente, solo tenía el fin de semana para instalarme adecuadamente, ya que el lunes empezaba a trabajar, luego todo sería más complicado, al carecer de tiempo. Me acompañaron a coger un taxi, estaba cerca, pero por la noche es peligroso pasear sola, y más por ciudades donde eres casi una forastera. Nos dimos un beso, y Raúl me dijo “buena suerte”, a lo que contesté que gracias, porque la necesitaba, necesitaba toda la del mundo para poder arreglar mi vida, y creo que él lo sabía. En el taxi pensé que quizás mi pelo no me haría pasar desapercibida, pero no quería teñirlo, quería recordar una de las consecuencias de todo, ya formaba parte de mí, me había acostumbrado, y bueno era blanco, no violeta, el color del maltrato. Llegué en cinco minutos, besé a mis gatas, me puse el pijama de satén, como toda mi ropa interior, y me tumbé a dormir, sin pensar en el pasado, visualizando un buen futuro, por lo menos tranquilo, no sé dónde había leído que cuando quieres algo, debes proyectarte con ese objetivo, verte formando parte de él, para poner todas las buenas vibraciones en la correcta dirección, así que, pensando en ello, me quedé dormida, sin miedo, y casi sin darme cuenta, por supuesto ayudada de pastillas. Desde que las había empezado a tomar, no temía pesadillas, descansaba siete u ocho horas, sin ningún monstruo que enturbiase la letanía, pero esa noche sucedió algo, casi sin ser consciente empecé a sudar, a suspirar, sentí calor, a pesar de verme desnuda, empecé a notar golpes en mi cara, como me cogían las muñecas, quería despertarme pero no podía, abrí las piernas, y  no sé porque empecé a sangrar, o eso me parecía. Suspiré más fuerte, me dolía el cuerpo, estaba inmovilizada, llorando, gimiendo de dolor, me tiraron del pelo, pero no veía nada, lloré más fuerte, me estaban violando, golpeando, y nadie hacía nada, mis gatas solo miraban, hasta que me desmayé del dolor, de la desesperación, y caí  ante los que mandaban. Entonces me desperté, ya era por la mañana, había sido una pesadilla, porque no había sangre en las sábanas, aunque estaba muy despeinada. Que tormenta había pasado, sin comprender el motivo de volver a tener esos sueños tan angustiosos, cuando me encontraba psicológicamente cada vez mejor, más tranquila. Fui al baño a darme una ducha, puse el agua muy caliente, el vaho hacía de niebla, mientras suspiraba, estaba realmente agotada, cuando había descansado más de diez horas. Me desnudé, no me reflejaba en el espejo, así que le di con la mano, y lo vi: tenía la espalda llena de moratones, casi sangraban, también el cuello y las muñecas ¿Qué era lo que había pasado?, me asusté, me eché para atrás, ¿me habían violado?, no comprendía nada. Fui a la puerta, estaba echada por dentro, y el pestillo sin tocar. Vivía en un quinto piso, sin balcón, con las ventanas cerradas. Mis gatas estaban tranquilas, comiendo, y jugando entre ellas. Miré las sábanas, estaban intactas, no había sangre, ni siquiera estaban muy arrugadas. Quizás me lo había hecho yo misma,  entonces recordé una cosa de la convención: los estigmas (marca o señal sobrenatural que aparece en el cuerpo de algunos santos, y que es signo de su participación en la pasión de Jesús), pero yo no era ninguna santa, aunque si había experimentado sucesos paranormales, y me acordé de algo: muchas veces las médiums sienten en su cuerpo, lo que a otras personas le están haciendo, porque están en contacto con ellas, con su sufrimiento. No me lo podía creer, había vuelto a Madrid, y la primera noche había tenido una premonición, que casi me quita la vida. No podía descifrar a quien le habían hecho todo lo que había soñado, pero tenía claro que algo malo había sucedido, que algo iba a pasar o había pasado, y me dio pena, porque seguramente habría muerto por la violencia del acto, o por lo menos es lo que sentí esa noche, cuando quizás la habían abandonado. Me duché, intentando convencerme que había sido una pesadilla violenta,  eso era mucho mejor, que saber que pronto recibiría malas noticias. Lloré, no quería volver atrás, y que nadie me creyera, así que sabía que me tocaba callar, y esperar a que pudiese dar alguna prueba física, no por mis visiones, que para muchos eran de una mente enferma. Me lavé bien, me eché thrombocid y tomé mis cereales, no me apetecía bajar a tomar los churros madrileños que había pensado. Me dio pena, porque el regreso a Madrid no estaba saliendo muy bien, había comenzado con malos sueños, que siempre me avisaban de algo, lo único positivo, que sabía que no estaba involucrada, intuía que era a alguna chica joven y engañada, como casi siempre pasa. Sonó el teléfono, era Víctor
-          ¿Cómo estás?, ¿llegaste bien?
-          Sí, todo perfecto( mentí)
-          Me alegro, me siento un poco responsable de ti, hasta que vea que has rehecho totalmente la vida
-          No te preocupes, estoy en ello de una forma positiva
-          Ese es el truco, no te entretengo más. Sabes donde vivo y mi teléfono, en menos de media hora  puedo estar ahí
-          Lo sé, gracias Víctor, por ti me vine a Madrid
-          Yo también lo sé
-          Gracias por todo
-          Una cosa más, empiezas a trabajar en un Despacho de abogados criminalista, muy serio, y ya con cierto nombre. No quiero que me acaben llamando “El cazafantasmas”; ¿lo comprendes?, ¿sabes lo que quiero decir?
-          Perfectamente, no te preocupes.
-          Pues todo correcto entonces.
-          Sí, un beso
-          Un beso amiga, cuídate y ten cuidado en Madrid.
-          Lo tendré
-          Hasta el Lunes a las nueve
-          Allí nos vemos
Puse la televisión algo nerviosa, no quería ni mirarme el cuerpo, porque no sabría cómo explicar lo que había pasado, así que desayuné algo triste, temiéndome lo peor, si Víctor se daba cuenta pero, como siempre, mis gatas me sacaron una sonrisa, y fui a vestirme, tenía que hacer la compra y adecentar algo la casa. Me puse algo deportiva, sin mirarme al espejo, no me atrevía, pero al colocarme la camiseta pude observar que las marcas de las muñecas habían desaparecido, como si no hubiesen estado nunca. Miré mi espalda, mi cuello y nada, mis muslos, ni una señal. Me asusté otra vez, quizás mi mente me estaba jugando una mala pasada, pero sabía lo que había vivido esa noche, todo lo que mi cuerpo sufrió, no fue un mal sueño, pero dudé, y a la vez respiré aliviada, no tendría que explicar nada, sería mi secreto, a no ser que tuviera más visiones que me dijeran lo que significaba. Si me estaban pidiendo ayuda, necesitaba más que unas muñecas amoratadas.
 
DESPACHO CRIMINALISTA DE  W. ARREBOLA
-          Bienvenida
-          Gracias, ando un poco nerviosa
-          No te preocupes, todo va a ir bien
-          Eso espero, no puedo con mucho más, estoy agotada emocionalmente
-          ¡Mira!, esta es tu mesa. Es una oficina pequeña, la entrada con un sofá frente a ti, a la derecha el baño y al fondo mi despacho.
-          Para que más
-          Eso pensé cuando lo alquilé, prefería que estuviera bien situado, a muchos metros cuadrados
-          Buena elección
-          Te compré esto en el Rastro
-          A ver, ¿qué es?
-          Es un pisapapeles con la figura del Dios Plutón, ya sabes, el Dios del Inframundo. Pensé que te gustaría
-          Me encanta, no podías haber elegido mejor
-          Eso imaginé
-          Una pregunta, porque has puesto una W en vez de una V de Víctor en la puerta
-          Lo hice cambiar esta mañana temprano, porque quería que tuvieras algo de presencia, y en la W se enlaza Víctor y Verónica. Si no fuese homosexual, serías mi novia
-          Gracias otra vez ( le besé)
-          ¿Sabe Pierre qué estás aquí?
-          Espero que no
-          ¿Y tu marido?
-          No quiere saber nada de mí. Lo comprendo, ya sabes: mis hijos
-          Perdona por preguntar, pero quería conocer con exactitud la situación que tienes, no volveré a hacerlo, solo deseo que me cuentes lo que veas necesario, llegado el caso. Bueno a trabajar, ya formas parte de esto, vivimos de esto, por lo que debemos hacerlo lo mejor que podamos.
-          De acuerdo, significa mucho para mí, es como mi última oportunidad
-          Pues mano a la obra, solo una cosa más. Mis clientes quieren intimidad, no entrarás al despacho, a no ser que te llame para algo expresamente: café, algún papel. Nada de sorpresas, mientras estemos hablando. Además es mejor que sepas poco, a veces vienen verdaderos monstruos pidiendo ayuda
-          Perfecto, solo si me llamas
-          Vas a empezar a pasarme estos informes de hace muchos años al ordenador, te he abierto una carpeta nueva con el nombre de expedientes antiguos. Sin prisa, pero sin pausa. Quiero tener todo mi trabajo en el ordenador, y cuanto antes mejor, para poder consultar, si fuese necesario. Además así te vas dando cuenta, de la clase de trabajo que hago.
-          Mil gracias Víctor
-          Aquí Señor Arrebola
-          Perdón
-          No pasa nada, hay que cuidar la imagen
Miré el reloj, quería hacer mínimo un expediente por día. Sabía escribir a máquina, pero no tenía una gran velocidad, así que no tenía claro que me fuese a dar tiempo, pero lo iba a intentar, quería agradecer la oportunidad que me estaba dando, nadie más me la hubiese dado, así que me quité la cazadora, me senté, miré a Plutón pidiéndole ayuda, y abrí el ordenador. A lo lejos gritó: “la clave es el mes y año cuando terminamos la carrera”. Volví a dar las gracias, y empecé a trabajar. Cuando llevaba un par de páginas, sonó el teléfono, y me entró la duda de si debía cogerlo o no, además no me había explicado cómo pasárselo, así que lo dejé sonar, hasta que el Señor Arrebola lo cogió. Me entró la curiosidad, pero no podía escuchar la conversación, la puerta estaba cerrada, además ya me había dicho que nada de saber más de lo necesario, así que cuando pasaron un par de minuto, dejé de intentar oírlo. Seguí con mi trabajo, con los cinco sentidos puestos en cada carpeta amarilla, colocadas sobre el escritorio.
-          Bueno te voy a explicar cómo va lo del teléfono, queda muy bien que cojas las llamadas y me las pases, da como categoría al despacho
-          De acuerdo, no tenía claro qué hacer
-          No pasa nada. Descuelgas diciendo despacho del Señor Arrebola, y luego pides el nombre y preguntas el motivo de la llamada. Si no estoy ocupado con alguien, cojo todo, ya que si se han molestado en llamarme, debo ser condescendiente, así me educaron. Si estoy ocupado, coges el nombre, número de teléfono, y el motivo, le llamaré en cuanto pueda. Si prefieren llamar más adelante, da siempre un plazo mínimo de media hora, que es lo que suelo estar con mis clientes, a no ser que sea un asunto muy importante y difícil. ¿De acuerdo?, ¿todo claro?
-          Sí, lo haré bien
-          También está el tema de la agenda, la llevarás tú, es una gran responsabilidad. Apunta hasta las llamadas de teléfono, no se sabe qué puede hacer falta. Todas las mañanas te preguntaré lo que tengo en el día. No me falles, por ahora me va bien, no querría arrepentirme de haberte traído.
-          No te arrepentirás, sabes que soy eficaz.
-           ¿Quieres saber quién era?
-          No me atrevía a preguntar
-          Y haces bien, así debe ser, a no ser que quiera compartirlo contigo. Manuel Larios, ¿sabes de quién se trata?
-          No
-          Es un descendiente del antiguo Marqués de Larios
-          ¿Pasa algo importante?
-          Sí, por lo visto han encontrado un cuerpo flotando de una chica en el río campanillas, cerca del Cortijo Jurado, y sin especificarme el motivo, dice que se ve algo involucrado, y quiere que vaya a participar en la investigación
-          Por lo menos no tiene que ver conmigo
-          No seas egocéntrica
-          Solo me preocupo, lo he pasado muy mal
-          Perdona, es importante, porque no quiere que su reputación quede mancillada     ( para recuperar el título, necesita una imagen intacta)
-          ¿De qué lo conoces?
-          Solemos visitar los mismos bares, cuando voy por allí, y mi amigo el Notario, ya sabes, me lo presentó, es cliente suyo
-          Bien entonces, ¿qué le pasó a la chica?
-          No me ha dicho gran cosa, solo quiere que vaya, que pagará todos los gastos, e incluso puedo alojarme en su casa, si lo prefiero a un hotel.
-          Entonces tendrás que ir
-          Sí, pero le he mencionado que tengo un apartamento en Fuengirola, solo tendrá que pagar las otras dietas. Me es más cómodo estar en una de mis casas, con mis cosas. Iré el jueves, y no sé cuándo regresaré. Supongo que no querrás venir
-          No
-          Bueno te quedas aquí con los expediente, con el teléfono, y si viene alguien, actúas como te he dicho que hagas con las llamadas. ¿De acuerdo?
-          Sí
-          Voy a hacerte una llave ahora mismo, para que puedas abrir el despacho siempre, vaya que a mí se me haga tarde
-          Bien
-          Siento abandonarte, nada más empezar
-          No pasa nada, es la historia de mi vida
-          Vamos, sonríe, ya estás en casa
-          Sí, eso espero
No estaba segura si era buena idea quedarme sola en el despacho, pero si quería avanzar, no debía pensar en el pasado. Suspiré, y me desee suerte, volviendo a mirar a Plutón, quizás me ayudase. Cuando Dios falla, quedan otras deidades a quien socorrer por tus inseguridades.
La jornada pasó rápido, de nueve a seis, con una hora para comer en el bar de abajo, (tenían menús diarios, y me lo podía permitir). Marché a casa, con las manos algo doloridas, porque no paré, pero me dio tiempo a hacer lo que quería. Cerré el despacho, Víctor se había marchado antes, y llegué a mi piso algo emocionada, porque sabía lo que significaba tener un trabajo, era como el comienzo de una nueva vida, sin tener que recurrir a las pastillas. Besé a mis gatas, como siempre, me costó algo de trabajo, porque estaban nerviosas, y luego empecé a llenar la bañera, me apetecía un buen baño de agua caliente. Llamaron a la puerta, pregunté quién era, contestó Charly, quería darme una tarta casera que había hecho, como regalo de bienvenida. Le dejé pasar, sin tenerlo muy claro, porque desde que viví la pesadilla, no quería comenzar ninguna relación, no estaba preparada, la única relación que me interesaba era la de mis hijos, por eso hacía todo, no por mí, bastante señalados estaban, y quería enmendar algo, si podía, si me quedaba vida. Le di las gracias, y por supuesto tuve que ofrecerle una taza de café, para tomar un trozo, a lo que aceptó encantado.
-          Llegaste hace mucho
-          Menos de una semana
-          ¿Te gusta el barrio?
-          Sí, bastante. De todo y bien comunicado, no se le puede pedir más
-          Exacto
-          Está rica, muchas gracias ( era todo un poco violento, no me apetecía intimar)
-          De nada, solo era para que supieras, que ando por aquí para lo que quieras, como si es para un buen sexo ( me asombré)
-          Gracias, pero tengo una relación( mentí)
-          Era broma mujer, Madrid es una ciudad muy abierta, pero no vamos por ahí preguntando si quieres joder, esas  cosas surgen ( me apretó la pierna con su mano, cogiendo confianza,  pero me incomodó)
-          Perdona, llego del trabajo, estoy cansada y querría tomar un baño
-          Claro, solo una cosa más: ¿dónde trabajas?
-          En un despacho de abogados criminalista, como secretaria
-          Muy bien, nunca se sabe a quién tendrás que recurrir. Yo soy músico, todo el violín en la Orquesta Sinfónica de Madrid, te daré alguna entrada
-          Gracias
-          No te entretengo más, sé que tienes pareja, pero para lo que quieras estoy al lado, para cualquier urgencia, más que nada ( creo que supo que no tenía)
-          Gracias, otra vez
-          Te echaré las entradas en el buzón ( se marchó sonriendo, sin saber por qué)
Me tomé otro trozo de tarta, no iba a cenar, y me fui al baño, sin pensar mucho en la conversación, creí que le había dejado claro que no quería una relación, y esperaba que no fuese el típico vecino pesado, que llama para todo. En el fondo me agradó, parecía una persona sencilla, y eso a mí me parecía una maravilla. Además tenía un buen trabajo, no iban a dejar que un psicópata estuviera tocando para una orquesta tan importante, eso sería bastante raro. Cerré el grifo, casi me bosa la bañera, y a pesar del vaho, sentí frío, un frio helador. No tenía claro lo ocurrido, pero recordé los estigmas, y empecé a sudar, el dolor volvió. Miré el agua, estaba roja, cerré los ojos, suspiré y todo volvió a la normalidad, hasta el calor. Entonces lo tuve claro, lo que soñé, hacía referencia al caso del Cortijo Jurado, eso fue lo que vivió la chica del río, ese fue su tormento, pero no sabía quién se lo había producido. Me metí en la bañera algo asustada, porque volvieron las visiones y con ellas, los miedos, la ansiedad y el dolor en el pecho: mi particular infierno…
 
 
 
 
 
 
 
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Descripción

La primera parte de un libro llamado Vernica, que trata de diferente casos que lleva a cabo la Medium Vernica, como ayudante de un abogado.

Palabras Clave: VERNICA

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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