B.VERNICA Y EL CASO DEL CORTIJO JURADO
Publicado en Aug 19, 2022
MARIAN MILLER
VERÓNICA Y EL CASO DEL CORTIJO JURADO A mis abogados, pase lo que pase… El secreto para seguir adelante, es empezar (Agatha Christie) VERÓNICA Y EL CASO DEL CORTIJO JURADO LA VOTACIÓN Todo ocurrió por la noche, cuando la oscuridad puede camuflar a Belcebú y a sus aliados. Cerca de la Plaza del Obispo, en un ático, se llevaba a cabo una votación, para determinar quién sería el jefe de la Secta, el anterior había muerto en circunstancias algo extrañas, siendo algo normal, cuando te rodeas de personas siniestras. Tarde o temprano se le despierta en instinto de asesinar, quizás simplemente porque no le hayas dado la razón en cómo tratar a un esclavo, aunque no hayas nacido lacayo. Formaban parte cinco familias: Quesada, Heredia, Larios, Reding y Huelin, por lo menos ellas eran quienes estaban en la cúspide, quizás las otras reuniones estaban llenas de más bullicio, pero quienes importaban eran ellos, nadie más que ellos, y aunque no se llevaban bien, siempre se respetaban, por lo menos guardaban las formas, mientras no hubiera que dar dinero, porque se trataba de tener más, no menos. Para la policía consistían en reuniones de personas ricas, algo excéntricas, y algo aburridas, pero la realidad, es que con la excusa de adorar al demonio, se habían convertido en una especie de mafia, con dinero, que eso da poder, y creyéndose con el derecho de obrar a desgana. No se conocían las fechas de sus reuniones, ni habían hecho grandes actos, para preocuparse demasiado, aunque ya habían robado papeles del obispado. Votaron uno a uno, introduciendo una papeleta negra en la urna, estaba todo muy bien ambientado, sin llegar a utilizar máscaras y capa, sería algo exagerado, aunque sí tenían bordado en la corbata el mismo Plutón, que a Verónica le habían regalado. Iban vestidos con trajes de chaqueta, suficiente para dar categoría al acto, por supuesto hombres, mientras las mujeres pensaban que jugaban a las cartas, e incluso alguno se iría de putas, pero a quien le importaba, si había dinero en casa. Era la mentalidad de otra época, y no todas lo aceptaban, pero la gran mayoría callaba, obedecía, mientras las alhajas colgaran de su vacía alma. No podían votar al candidato de su familia, algo honrado entre esa especie de finos vándalos. Y rápidamente salió la elección: ganó Rafael Heredia, el gitano del Palo. Realmente no lo era, pero en su familia había miembros de ese clan, y ya sabemos que donde hay uno, gana el temor a posibles venganzas del adversario. Creo que lo eligieron porque era el que tenía más fuerza, y quien quiere un líder sensible y débil, se quiere a uno que por la apariencia se sepa, que si obras mal, él dará la cara por la secta. Se felicitaron, y empezó la fiesta. Había un catering, por supuesto todo de etiqueta, es lo que tiene el dinero, no da la felicidad, pero te da buenos bocados que alegran hasta al triste fantasma de la bodega. No hacían cánticos, ni bailes, aunque no tenía claro que no sacrificasen con la excusa de adorar a su Dios malvado. No estaba bien visto las reuniones clandestinas, pero quien iba a impedir que hombres ricos se divirtiesen con la bebida, y por qué no, con alguna joven con bonito cuerpo, sin importarles el nombre, si es que les satisfacía. Creían que dominaban el mundo, pero lo que no sabían, es que la adoración a Satán, llevan a la lujuria, ella a la equivocación, y más adelante: al final de la vida pública, porque los barrotes serán su templo, y el guardia su gurú, mientras allí respiran; pero nada de eso les importaba, porque aún se creían en la cima, donde pensaban que nadie podría destruirles, porque donde había dinero, la ambición y la avaricia eran seducidas. MÁLAGA - Hola Manuel, ¿cómo estás?, ¿cuéntame? - Muchas gracias por venir a mi casa, siéntate, por favor - De nada, es trabajo - Voy al grano. El lunes encontraron a una joven en el río, cerca del Cortijo Jurado, la casa rosa que hay a la salida de Málaga, cuando coges la autovía. - Sí, sé cuál es - Por lo visto se llamaba Paula, aunque no es algo extraño en Málaga, ya que el 18/6 es San Ciriaco y Santa Paula, patronos de Málaga. - ¿Cómo saben que se llamaba Paula?, ¿ la familia la estaba buscando? - Se sospecha porque cerca del río había una esclava con el nombre, y con sangre del mismo tipo que la de ella - Bien, más o menos claro. ¿Pero saben quién es? - No, no se sabe a qué familia pertenece, ni su oficio, nada. Solo tienen el nombre con una fecha detrás, y que rondaba los veinte años. - ¿Cuál es tu conexión con el cuerpo? - Bueno es más bien con la casa, con el Cortijo, soy el propietario, y hay una leyenda en Málaga, contando que hay reuniones clandestinas allí, donde suceden cosas extrañas. Lo que ocurre realmente, es que a veces invito a amigos de la alta sociedad de España, a pasar un fin de semana o unos pocos de días más, y lo pasamos bien. Nada más que eso, pero ya sabes las lenguas como son, y más si hay envidia por el dinero. - Entendido. ¿Tienes coartada? - Estaba solo en casa - ¿Los criados lo pueden corroborar? - No, pero puedo decir que lo digan - No, se pillan rápido las mentiras. Bueno, hay un pequeño lío, por lo que no debo centrar la investigación en ti, porque no lo has hecho, ¿verdad?, puedes confiar en tu abogado, te voy a defender de todas formas - No lo he hecho, no tengo nada que ver - Entonces intentemos buscar al culpable - ¿Te odia alguien? - Muchas personas, ya sabes: el poder y el dinero - ¿Escondes algún secreto, hay algo más que ayudaría a pensar que eres el culpable?. No sé, frecuentas prostíbulos, algún tema de salud, no sé algo que las personas no sepan, pero pueda salir a la luz - No - No mientas, en el juicio saldrán - No ( pero no le creí) - Entonces tengo que visitar el Cortijo, ir a la Policía, saber quién era esa chica, donde vivía, a quien amaba, a quien despreciaba, qué hacía allí esa noche, donde solo había oscuridad y peligro… Tengo que averiguar muchas cosas, porque más que defenderte, es mucho mejor encontrar al culpable, se olvidaría hasta la duda. - ¿Podrás? - Tengo algo de ayuda - ¿Cómo? - Bueno es difícil de explicar, pero hay alguien que me nos puede socorrer, trabaja para mí. El problema será traerla a Málaga - Yo corro con todos los gastos - No se trata de eso. Es Verónica, ¿te acuerdas de ella? - Sí, de habladurías, ya sabes. Pobrecilla - No le digas jamás eso, si viene, haz como que no la conoces, quiere pasar desapercibida - Normal, ¿se fue a Madrid? - Sí - ¿Sola? - Sí, dice que es la mejor forma de poder arreglar algo - Creo que es cierto - Bueno ahora la llamo, es una buena detective, tiene una gran intuición - Tráela, si quieres la llamo yo - No te preocupes, sé que debo decirle - Muchas gracias - Te llamo - Espero la llamada, no te preocupes por los gastos, necesito una buena defensa - De acuerdo - Te llamaré por las noches, para ver qué tal vas. Siento si me ves pesado - No te preocupes, lo haré yo cuando llegue a casa, y te diré qué tal me fue el día - Hasta entonces - Hasta mañana EL CONCIERTO Llegué a casa temprano, había terminado el trabajo pronto, y Víctor no estaba, así que me tomé la libertad de irme quince minutos antes, esperaba que no se enterase, pero me encontraba algo cansada, y decidí marcharme. Miré el buzón, y estaban las entradas para el concierto, eran para dentro de tres horas. Dudé si ir o no, era muy precipitado, quizás llevasen tiempo ahí, no abro el buzón todos los días. Subí, me duché, tomé un sándwich, y decidí ir, a veces las cosas improvisadas son el mejor plan. Diría la excusa de que mi pareja no había podido asistir. Me puse un vestido de punto entallado, de cuello vuelto, con unas botas militares, el pelo suelo, lo tenía arreglado, y marché a ver a mi nuevo conocido. Cogí un taxi, no tenía claro si estaba cerca o lejos. Llegué de las últimas, pero los asientos estaban enumerados, y era en tercera fila, con suerte me vería, quería quedar bien, quería tener otro amigo en Madrid, y me gustaba que fuera músico, le daba como categoría al asunto. En menos de quince minutos empezó, había elegido bien, se trataba de un pequeño concierto de las mejores bandas sonoras. Me encantó, e incluso me gustó un poco más mi vecino. Estaba muy elegante, y sonreía, él siempre sonreía, y eso era agradable, muy agradable. Duró aproximadamente una hora, y le esperé a la salida, imaginaba que lo harían por otra puerta, así que le di la vuelta al edificio, encontrando fácilmente la otra salida. No se había cambiado, pero llevaba un anorak negro que le daba un aspecto algo más moderno, sin quitarle elegancia. - Me alegro que te hayas decidido a venir, no tenía claro si lo harías - Fue una decisión algo repentina, pero también me he alegrado - ¿Tomamos algo?, ¿has cenado? - Vale - Los bocadillos de calamares del bar de aquí al lado, son espectaculares. No puedo invitarte a más - Pagaré lo mío - No, esta vez invito yo, no me hagas el feo. Espero que haya otra ocasión, y pueda llevarte a un lugar mucho mejor. Soy músico, ya sabes lo que pasa con el arte, aunque ahora estoy también componiendo para una agencia de publicidad, y eso me dará un extra bastante importante - Para mí estará perfecto, me encantan los bocadillos de calamares - Con una cervecita - Con todo estará rico No sé qué me pasaba con Charly, me hacía sentir como en casa. No buscaba ninguna historia sentimental, había pasado por un trauma, pero mis fuerzas por sobrevivir hacían que mirase hacia el futuro, sin mirar atrás, como siempre pasa, si quieres continuar después del dolor y la rabia. Pasamos una velada muy agradable, incluso reí a carcajadas, cuando me contaba hazañas (rondaba los cuarenta). No me preguntó por el pasado, ni por mi pareja, me agradó mucho más, pensaría que si me había venido sola a Madrid, con treinta años, sería para escapar de algo, o eso quería imaginar, y rezaba que no me preguntara, que no le condicionase mis pesadillas, que pudiera verme como alguien que venía a luchar a la capital, por tener un futuro mejor. Cuando nos levantamos, me pareció ver como un hombre nos observaba desde una esquina, no lo pude identificar, pero le miré de forma preocupada, no quería pensar que me habían seguido, no lo iba a soportar, pero justo cuando los miedos iban creciendo, se marchó, y con él mi malestar. Volvimos a casa despacio, subimos en el ascensor, y hubo un silencio aún más agradable, pero no me besó, y algo de mí lo deseó. Llegamos al descansillo, tuvo la galantería de acompañarme a la puerta, estábamos muy cerca, lo podía oler, y seguía ese silencio, que hacía que me excitase. Entré, y le pregunté si quería pasar, volvió a sonreír, y dijo que pensaba que no era un buen plan, porque quizás me fuese a incomodar. Entonces me entró el miedo, el temor a tener otra mala historia, y más con un vecino, no quería confundirme otra vez, aunque había entrado en una edad, donde no se debían desperdiciar las oportunidades. Sonrió, y se marchó jugando con las llaves. Cerré la puerta. Sonó el teléfono - ¿Verónica? - Sí, dime - ¿Cómo va todo? - Me voy apañando, han venido dos personas, pero no tienen prisa, dicen que podrás esperar a que vengas - No sé cuándo podré ir, este caso parece algo complicado - ¿Sí? - Vas a tener que venir - No - Vamos Verónica, no puedes esconderte en Madrid, tienes que seguir con tu vida, y los traumas se vencen acudiendo al lugar donde los has vivido - No quiero ver a nadie - No tiene por qué. No nos vamos a mover mucho por Málaga - Cuando vuelva a ver a mis hijos, tengo tenerlo todo bien ordenado, que no haya ningún obstáculo para que me lo nieguen - No te preocupes, será un buen comienzo ayudar a resolver un caso, donde unas de las personas más importantes de Málaga está involucrada, ¿No crees?. Estaré a tu lado, será un camino por recorrer juntos, y cuando acabe, tendrás el volver a empezar que querías, lleno de éxito - No es por mí, es por mis hijos - ¿Lo deseas por ellos? - Sí - Pues vente mañana en el tren de la tarde, creo que sale uno a las cinco, te esperaré en la estación e iremos a casa, allí te pondré al día de todo - No lo tengo claro - Yo creo que sí, que es la mejor opción para demostrar que llevas una vida normal, y ello requiere trabajar en donde tu jefe te mande - No quiero ver a nadie - Será difícil, pero piénsalo esta noche, mañana sobre las diez me dices la decisión que has tomado - Perfecto, tendré tiempo para pensar - Como quieras, pero yo lo veo claro - Hasta mañana - Buenas noches - Gracias - A ti, guapa Me pasé toda la noche sin dormir, pensando qué era lo que debía hacer. Me atraía la idea de ayudar a Víctor en un caso, y que saliera bien, pero no quería ver a nadie, me sentía tan avergonzada. Además del mal trato, del acoso, y de todo lo demás, había sido difamada en mi ciudad, donde todo el mundo se dejó llevar, y ayudó a ello. Es lo que quería pensar, porque si no me hubiera hundido más. Una comete errores, a veces sin querer y otras queriendo, según las circunstancias, pero nadie piensa que la van a difamar, por lo menos yo no lo pensaba, no contaba con esa maldad, pero en las mentes enfermas, cabe cualquier atrocidad. Di muchas vueltas en las sábanas, y mientras tenía los ojos cerrados, me vino la imagen de la muchacha ahogada. La vi en una especie de pantano, llena de fango, pero aún la belleza parecía intacta. Su piel no era muy blanca, tampoco oscura, algo tostada, cabellos largos castaños, de complexión delgada, con los ojos cerrados, quizás alguien no aguantó su mirada, después de haber sido mancillada. Llevaba ropa buena para ser una prostituta, pero también las había caras. Se desvaneció la imagen, cuando quise ver los zapatos que calzaba, me dejaría claro cuál era su clase, aunque hubiese estado andando sola y de noche, algo que llama a las desgracias. Entonces vi unos pies descalzos, la imagen se desvaneció otra vez, no pudiendo averiguar nada. Justamente en ese momento tuve claro lo que haría: cogería el tren a Málaga, me dolería, porque había sufrido mucho en mi ciudad. Iría a resolver el caso, pero no iba a dejar Madrid, de Madrid al cielo, eso me repetía. Mi idea era arreglar mi situación, volver a tener trato con mis hijos, llevar una vida normal, pero no vivir donde los días habían sido largos y las noches inquietas, dejé atrás el mar, pero ahora tenía tranquilidad, algo tan preciado, cuando has vivido más que una guerra. La distancia es el olvido, pero no con mis hijos, por eso algunas noches seguía escribiendo poesías, para que ellos las leyesen, para que supieran que su madre fue algo más que una enferma. Y pensando en todo, más en la muchacha del río, llamé a Víctor sin esperar a que dieran las diez, lo desperté, pero no le importó. Se puso contento cuando le dije que esa noche dormiría con él en su casa, que charlaríamos cenando en restaurante de Puerto Marina, donde solíamos ir cuando aún no teníamos preocupaciones. Le gustó la idea, y me puse a hacer la maleta. Estaría llena de ropa con clase. No había nada como aparentar, aunque por dentro fueses una pendeja, porque había conocido a tantas, que sabía que la ropa solo decía que cuidabas tu apariencia, pero es importante para todo lo que fuera un negocio, incluso para los que son de la entrepierna. Justo antes de salir toqué en la puerta de Charly, quería despedirme. Me abrió, vio los bultos, me cogió la mano, la besó, y me dijo que volviera pronto. Le acaricié la mejilla, y cogí el ascensor, si no hubiera salido con el tiempo justo, hubiese entrado, y quien sabe, las relaciones empiezan de alguna forma, y no se sabe con exactitud cuál es el modo correcto. Solo había un problema, cuando me paraba a pensar en ello, me daba un miedo atroz confundirme, lo conocía de poco, no sabía realmente quien era, no teníamos conocidos comunes que me pudieran orientar, quienes me dijeran si podía confiar en él, que no me haría daño, si no funcionase como quisiera, pero me había despertado la duda, el deseo, y la ilusión, algo que creí que ya no existiría en mí, y menos de una forma tan rápida e improvisada. No era mayor, pero tampoco tenía veinte años para enamorarme a simple vista. Me iba a ir a Málaga, y si a la vuelta seguía pensando igual, seguía con la fantasía de encontrar el amor en unas nuevas sábanas, por qué no, lo volvería a intentar, sería bueno para mí tener a alguien en una ciudad donde vivía sola, y por supuesto serviría para demostrar que mi vida había avanzado, que estaba totalmente equilibrada: una condena que demostrar, mientras tuviera cuerpo y alma. LA CITA Rafael Heredia y Andrés Quesada, se reunieron en el Paseo de Chinitas un jueves a las cinco. No se trataba de tener una charla amena, tomando café, consistía en tramar algún plan, sin saber a ciencia cierta en qué consistía. Pusieron dos cortados en unas tazas blancas con el logo del bar, el mismo Plutón que había en sus corbatas. Sonreían con miedo, porque un error les llevaría al suicidio, así que en servilletas escribían nombres y direcciones. Pude ver desde el cielo la grafía de Paula, “La Chica” la llamaban, porque su significado era pequeña, y un diminutivo utilizaban. Mientras hablaban entre medias, se abrigaban porque había humedad en las calles, no el frío helador del norte, pero a los huesos llegaba, por mucha ropa que llevases. El bar tenía una chimenea, que serviría para tirar todas las servilletas, que poco a poco habían escrito, con una especie de sangre, porque la muerte acechaba a la pequeña, simplemente por nacer y ser buena amante. Ya sabemos que se mata por diferentes motivos: por dinero, por celos, por envidia, por odio, por vergüenza y por venganza, hay muchos más, pero esos son los principales, y ella, sin saberlo, reunía más de uno, para que su vida no avanzase, mientras la veía caminando por las calles de Madrid, sin preocupaciones que la atormentase, sin saber que dentro de poco la engañarían, para que las arcas de los otros mejorasen. La vida es muy bella, pero muy dura para aquellos que un secreto esconden. Paula vivía ingenua, siempre al lado de su madre, aún no tenía pareja, se sentía feliz y segura bajo las faldas de quien bien la tratase, así que sería fácilmente engañada, ya que no había cerca un padre que dudase. Y así poco a poco se acercaba el momento, mientras los dos siervos de satán se arreglaban el bigote, sin despeinarse MÁLAGA Llegué no muy temprano, pero con ganas, que era lo que importaba. Me puso al día de todo, mientras cogíamos el taxi insonorizado, suponía que lo había pedido así, se podía permitir esa serie de lujos. Casi nada de lo que me comentó, fue nuevo para mí, pero me hacía la tonta, o como se quiera llamar. La vida me había enseñado, que era mejor hacerse la despistada, porque si no las personas esperan demasiado de ti, y luego llega la desilusión, de esa forma siempre se sorprenden de una manera grata. Le pedí ir al Cortijo y donde encontraron a la joven, quizás sintiese algo cuando lo visitase. Lo imaginaba, y al día siguiente tendríamos una cita por la tarde, porque estaba un poco abandonado todo, como para ir de noche. Me hubiera gustado más la penumbra, siempre surgen fantasmas con ganas de ser escuchados, pero suponía que no era tan valiente para ir conmigo, y que los espectros lo asustasen. Así que me conformé, y cruzaría los dedos para que algo me viniese, porque mi don o intuición no era una ciencia exacta, que siempre funcionaba cuando a una le daba la gana, más bien dependía de otras circunstancias. Tardamos una media hora en aparcar frente a la garita de la urbanización, tenía seguridad, y me parecía genial. Era un lugar perfecto para pasar las vacaciones de verano, tenía gusto para todo, y más para lo que era disfrutar. Solté la maleta, me di cuenta de que me tenía la cama preparada, pero preguntó si quería dormir con él, para sentirme más arropada, a lo que contesté que no, porque no sabía cómo iba a pasar las noches, y prefería tener intimidad. Pedimos al chino que había cerca, estaba cansada para salir a cenar, ya habría ocasión, y deseaba que fuese para celebrar que todo había salido como se esperaba. Una vez en la cama, olí las sábanas de algodón, pensando lo que le costaría plancharlas, aunque quizás tuviera asistenta una vez a la semana, quien le hacía lo duro de la casa. Mientras cogía el sueño pensé en Charly, aún me quedaba algo de inocencia, creía que por acostarme con él, llegaríamos a tener una relación, y quizás solo fuese sexo lo que buscaba, es lo que pasa cuando careces de afecto, buscas en la pareja al padre protector, al amante entregado, al amigo fiel y comprensivo junto al marido resolutivo, mientras que él ni siquiera puede ofrecerte ser una buena pareja en la que confiar y pasar buenos ratos. La mayoría no tienen carencias, como para comprenderte, y mucho menos para dar tanto. Eso fue lo que me pasó con mi marido (incluso con amistades) no estaba a la altura que esperaba, y caí en los brazos de un amante francés, quien conocía bien el cuerpo de una mujer, pero valía mucho menos que el padre de tus hijos. Había madurado, y aprendido la lección, esperaba que eso no volviese a pasar. Me hubiese gustado retomar la relación con mi marido, pero hay personas que si les haces el daño suficiente, no dan más oportunidades, no creen en el volver a empezar, y más cuando mis hijos habían salido perjudicados, por el ataque de un amante rechazado. Lo había asumido, pero quería recuperar algo de mi pasado, al menos lo más importante: a mis hijos, aunque fuera en un futuro no muy cercano. Me había convertido en una mujer muy fuerte y valiente, pero a un precio muy alto. Mi destrucción, me haría surgir de mis cenizas, con la soledad que el Ave Fénix necesita, para construir algo casi sagrado. Pasamos el día muy tranquilo, casi sin mencionar nada del caso, y cuando quisimos darnos cuenta estábamos a la puerta del Cortijo, esperando a que Manuel nos llamara. No sé el motivo, pero estaba temblando, casi maullando como un gato asustado. Y entonces se abrió la puerta principal, parecía una fortaleza abandonada, donde la pasarela se había desplegado. Dimos los primeros pasos a la vez, y luego Víctor se adelantó para saludarlo. Había un patio central con habitaciones alrededor, sentí dolor, parecía que la niebla se estaba metiendo en mis huesos, así que le pedí entrar. Nos dirigimos a un salón enorme, aunque más bien parecía una especie de biblioteca donde se podía recibir visitas. Había un escudo de armas, por supuesto el de su apellido, muchos títulos académicos, y también nobiliarios, realmente era como un castillo encantado, tenía hasta su chimenea enorme, alguna telaraña por las esquinas, y un viejo mobiliario. A una parte de mí le gustaba, y a otra le aterrorizaba, quizás porque piensas, que esas fiestas sin importancia ocultaban algo más que coca o cualquier droga blanda. Entonces pude ver en una estantería un objeto que me sorprendió: el mismo pisapapeles que Víctor me había regalado. Me horrorizó. - ¿Y este pisapapeles? - Era de mi padre, fue un regalo de alguien, no te puedo dar más datos, aunque sí sé que hay pocos, unos diez, porque fue hecho por un artista con algo de renombre en su época, sin llegar a ser famoso, por un encargo - Tengo uno - Sí, lo encontré en el rastro de Madrid - Pues tienes una pequeña obra de arte - Muchas gracias Víctor - No lo sabía, pero bien regalado está - ¿Significa algo para ti, Manuel? - No, solo es un adorno más, que lleva tiempo ahí( se ruborizó y me di cuenta) - Bueno demos una vuelta, ¿si no os importa?, quiero ver hasta los pasadizos ocultos, porque todas las casas antiguas tienen alguno, ¿no? - De acuerdo, pero espero que sepáis guardar los secretos que aquí se esconden - Somos abogados, no periodistas Vi todos los dormitorios, aunque no me importaban mucho, y luego bajamos al sótano, donde, por supuesto, había cadenas clavadas en la pared, rejas en algunas ventanas, y una gran mesa con sillas alrededor de otra época. Volvió el frio en mis huesos, porque parecía todo sacado de una película de miedo, y ahí estaba yo: Verónica, la valiente, a quien de niña le daba miedo la oscuridad, y tardó en dormir sola, vaya que los monstruos apareciesen. Anduvimos por un pasillo muy estrecho, y la vi, vi a Paula en él, alguien la llevaba en brazos de forma ligera, casi sin esfuerzo, me dio pena, no miedo. Me frené mientras los otros avanzaban, se giraron y les supliqué que siguieran andando, quería tener un poco de intimidad, por si su espíritu me quería decir algo, pero empezó a entrar la luz, y ya sabemos de quien es enemiga, porque si la gente era feliz tomando el sol, la oscuridad atrae siempre a lo peor de uno mismo, cuando cree que nadie te mira. Me paré casi cerca de la salida, pero no sentí nada importante, aunque tenía claro que Paula había estado ahí. Salí sin decir nada, pero sospechando de Manuel, mientras me miraba de una forma inocente y algo trágica. El pasadizo dio a parar a un jardín algo descuidado, no en un bosque encantado, ni nada que fuese perfecto para dar un rango novelesco al teatro que realizábamos, así que tuve claro que había visitado la casa, pero no fue al jardín a bañarse en la piscina, porque su papel era algo muy diferente al de una invitada. Había leído mucho, y en una ocasión me enteré que el pueblo azteca hacía ofrenda a los Dioses con la vida de alguna muchacha joven, inocente, y por supuesto de clase baja, pero eso había quedado muy atrás como para que en la actualidad copiasen rituales atroces, simplemente por distracción de alguna gente no muy honrada. Creía que esa maldad no existía, o que estaba muy lejos para que yo fuera parte, porque una vez que te desean matar, difícilmente te salvas. Así que rezaba porque eso no me pasase, por no levantar ese deseo en nadie, ni que el odio incitado me rodease, bastante había pasado en la vida, como para que ahora todo se complicase por intentar descubrir quién mató a una chica, que aparentemente no había hecho nada, o no lo suficiente para que la vida se le acabara, siendo asesinada. LA OTRA CITA Paula vestía con sus mejores ropas, tenía la primera cita con un hombre casi desconocido, pero de la alta esfera, por lo que confió en que no solo buscase quitar su virginal riqueza. Había una gran diferencia de edad, que a su madre le agradaba, porque pensaba que mimaría con muchos caprichos a su dulce dama. No comprendían que la maldad a veces se disfraza, y aunque buenas botas calcen, su corazón seguro que harapos abrazaba, pero no vivía desconfiada, es lo que tiene la inocencia, cuando la maldad no era su aliada, y pasearon una noche a oscuras, después de haberle dado a su madre el pisapapeles, que tanto idolatraba. No se trataba de un presente, más bien de un regalo antes de ser asesinada, porque no eran tan crueles como para maltratarla antes de la gran hazaña, preferían que se fuesen de este mundo con una sonrisa en la cara, para que nadie pudiera sospechar, que la vida le puso un trampa, así que con bombones cautivó a la madre, pidiéndole que los abriera cuando ellos se marcharan, colocando a Plutón junto a los libros de su difunto marido, pues aunque no estuviera con ellas, algo también necesitaba. El demonio domina la psicología, y supo que con esa acción se ganaría la aprobación de la muchacha, porque adoraba a su madre, pero también al padre que ya no estaba. Marcharon por la puerta, guapos e incluso con algo de arrogancia, pudiendo adivinar que Paula no volvería a cruzar la puerta de la casa. Cenaron en un buen restaurante, sin prisas, aunque Andrés miraba su Rolex intentando adivinar cuál sería el instante adecuado, para saber que todo había salido como se esperaba, y a pesar de que Paula no quería tomar postre, pidieron una tarta, saborearon cada bocado, mientras sonreía al mirarla, y ella como joven sin experiencia en la vida, le devolvía el gesto con algo de dulzura (pobre muchacha). Volvieron a la casa, y su madre se encontraba muerta, sin haber señales de haber tomado el bombón de chocolate, relleno de alguna espada, mientras Paula en los brazos de Andrés caía, seducida por el abogado del diablo y de la mafia que lo rodeaba… EL DESCAMPADO Pedí ir sola donde la encontraron, por supuesto no me dejaron, pero esperaba que mi mente se abstrajese, y visitara todo desde la distancia, no solo lo que estaba vallado, y fuimos dando un paseo, mientras intentaba pasar a otro plano. Era complicado, porque no paraban de hablar, y mi concentración se distraía, pero una vez que llegamos, vi a Paula, casi pude apreciar una breve sonrisa en su cara, así que supuse que quizás la durmieron antes de ser asesinada. Miré el cielo, el paisaje, cerré los ojos un momento, mientras ellos hablaban de todas las marcas que tenía la muchacha, y pude ver algo: otro pasadizo, otro lugar diferente al que había estado, pero no lo divisaba. Lo tenía claro, había otro escondido, pero cabía la posibilidad de que Manuel no lo enseñara, porque desconocía su procedencia, pero ahí estaba, ella había transitado por él, aunque fuese en brazos del hombre que la mató, a saber cuál fue el motivo, ese impulso tan cruel que enfureció a su ira malvada, pero así había sido, así había ocurrido, habían terminado con ella, de una forma cruel, poco humana, solo esperaba que cuando encontrase el pasadizo, algo me dijera Paula, porque desde Madrid supe que estaba conectada con la muchacha, no siempre pasa, pero a veces ocurre, y da razón a mi vida, algo estropeada, proporcionándome las fuerzas para pensar que algo especial verían mis hijos en mí, cuando lograra volver a acariciar sus caras. Durante unos minutos solo se escuchó a los sapos del río, porque cerca charcas visitaban, recordé que era un animal muy utilizado en brujería, así seguí a uno que del agua se alejaba. Manuel y Víctor me miraban, les pedí que no me siguieran, necesitaba esa intimidad tan necesaria para hallazgos de importancia. Perdí de vista al sapo, y ahí estaba, parecía una guarida escondida por la maleza. Llamé a Manuel, y dijo que no tenía la llave, que no conocía ese escondite, y que no creía que fuese de la casa. La empujé y estaba abierta, como si alguien quisiese que entrase, y a pesar de ser de una gruesa madera, su peso era ligero, tanto que no costó abrirla para entrar donde Paula pasó su última noche. Anduvimos mucho rato, tenía un pasillo muy largo, donde había corriente, el miedo cautivó a todos, pero mi curiosidad era mayor, por lo que no descansé hasta ver lo que parecía un picaporte. Lo abrí, y allí había una gran sala, sin otra puerta que la uniera a la casa, pero descubrimos algo muy importante, debajo de unas mantas había un zapato de alguna joven. Era de buena calidad, de piel de serpiente, flexible, casi nuevo a pesar de la suciedad que tenía, aún las suelas eran rojas y con algo gravado, sin poder apreciarse por la mugre que tenía pegada. - ¿De quién será? - Creo que estoy bastante segura, diría que de la Chica - Bueno primero habría que preguntar el número que calzaba, para asegurarse - Es cierto, pero mi intuición pocas veces falla - ¿Tenéis algo donde guardarlo? - Llevo la bolsa plegable de la compra, creo que será suficiente - ¿Para qué utilizarán esto? - Para nada bueno, ahí hay sangre - Es verdad, ahora llamaremos a la policía, no sé porque no lo encontraron antes que nosotros - Supongo que se están centrando en Paula, luego ya investigarán el lugar, no son tontos. La encontraron hace poco, acaban de empezar. - Bueno le hemos ahorrado algo de trabajo, no toquéis nada Manuel no estaba contento con nada de lo que estaba viendo, y permanecía callado, creo que temía que estuviera conectado, y así fue. Nos acercamos a la pared, donde había más sangre, y no había que ser muy inteligente, para ver que se trataba de otra puerta, la abrimos, y daba directamente al sótano. Todos nos asombramos, más Manuel, parecía que le dolía algo, porque se agachó, diciendo: “esta será mi condena, seguro que ya sí que me acusan de algo”. Lo miramos con pena, porque si no tenía nada que ver, le iba a resultar muy difícil demostrar que por allí no había pasado, era su casa, y todo el mundo conoce bien los rincones donde guarda parte de su patrimonio, aunque fuese heredado. LA POLICÍA - Buenas tardes - Soy Verónica - El comisario Márquez, encantado - Aquí le traemos el zapato del que ya le hemos hablado, y sus compañeros han ido a la sala donde estaba, espero que sirva de algo - Servirá de mucho, pero siéntese - Ahora viene mi jefe, él lleva la defensa del Señor Larios - La va a necesitar - Queremos esperar a ver qué nos pueden decir del zapato - De acuerdo, lo llevo al laboratorio - Creemos que es de Paula - Nosotros también Estuve sentada como una hora aproximadamente, se pusieron manos a la obra muy pronto, por lo visto el caso había cogido gran importancia, por estar involucrados personas de la alta sociedad, y no solo por estar cerca el Cortijo Jurado, sino porque habían identificado a la muchacha, gracias a que su imagen fue divulgada por todos los medios, y una vecina la reconoció, contando además la forma tan extraña en la que había muerto su madre. Todo estaba cogiendo color, porque la habían visto con un señor de la nobleza, sin poderlo reconocer porque llevaba gorra, siempre que iba a verla, pero la madre le había comentado su procedencia, no desvelando el nombre, para que la prensa no se hiciera eco de la noticia. Muchas coincidencias, pero ya había donde rasgar, porque si fue engañada, solo había que encontrar a quien la trajo a Málaga, después de fallecer su madre, quien fue incinerada, sin entierro por expreso deseo de su hija, y ella creía que era el deseo de su nueva pareja, ya que por la visto Paula era una chica bastante inocente, que se dejaba llevar, así que no la veía como para tomar esa decisión, más bien estaría demasiado impresionada como para llevar la contraria a un hombre maduro y de carácter fuerte. La ingenua de la madre decía que eso le gustaba, porque veía a su hija totalmente protegida, ante la maldad que a veces llega rápido, tanto como el vuelo de un águila. Cuando el Comisario Márquez dejó de hablar, salieron dos personas del laboratorio confirmando que era la sangre de la muchacha, su número de pie coincidía, y lo malo que el logo del zapato estaba como borrado, no sabiendo si por andar o a conciencia. Una parte de nosotros se alegró de que fuera de Paula, quizás diese las pruebas necesarias, para que Manuel saliera impune, porque los dos teníamos claro que no había sido él, que no tenía nada que ver, aunque cada vez más se le señalaba. El comisario se despidió, y nosotros nos marchamos, contentos, pero con algo de rabia - Quieres ir a cenar - No te preocupes hice la compra antes de salir, y me traje la ensalada césar que siempre tomo por las noches. Es casi un ritual, antes de irme a dormir - Ha sido un día duro - Pero muy gratificante, no ha sido una visita en vano, hemos encontrado buenas pruebas para saber lo que le pasó a Paula - Estoy preocupado por Manuel, como alguien lo identifique como el hombre que acompañaba a Paula antes de morir su madre, no habrá Dios que lo salve. - Manuel sigue insistiendo que no tiene nada que ver, así que debemos confiar, creo que si lo hubiese hecho, lo hubiera reconocido con lo del zapato - ¿Sentiste algo especial? - Solo que sabía que había estado allí, pero no recorrió el camino que nos enseñaron, por eso mi insistencia en ir donde la encontraron. - Bueno a ver que dicen del lugar, si encuentran sangre que no sea de Paula ni de Manuel, será una buena noticia, una muy buena noticia. - Cruzaré los dedos - ¿Sabes lo que me puede ayudar? - Dime - Querría pasar una noche en el Cortijo - Me da un poco de miedo - A mí también, pero si logro conectar con Paula de una forma más directa, quizás podamos averiguar lo que realmente pasó - Se lo comentaré a Manuel, pero que sepas , que si voy y me quedo, será por ti, por no dejarte sola - Te lo agradezco - No tenemos que dormir, puedes ver pelis con Manuel, mientras me quedo en otra habitación sola - Me da más miedo por ti - Es lo que necesitaré, intimidad para hablar con ella, si es que se quiere comunicar - Mañana le llamo - Tranquilo, todo irá bien - Eso espero, no querría perderte en el primer caso - No digas esas cosas ni en broma, trae mala suerte - Perdón, no lo sabía - Vamos a casa( y arrancó su coche alquilado) EL ASESINATO La llegada a Málaga fue muy hermosa, con bellas flores, y una promesa de matrimonio, por supuesto falsa. Paula estaba ilusionada, había perdido a su madre, pero había encontrado al hombre de su vida, y se sentía incluso más segura que con su familia. Cuando eres joven la apariencia manda, y Andrés Quesada era un hombre apuesto, con algo de arrogancia, que hacía parecer que nada a su lado te iba a faltar, y que más podía pedir una chica sola en la vida, quizás la ilusión de un hijo, pero poco más. Fueron a una capilla cerca del Cortijo, y la mintió diciendo que Rafael Heredia era el sacerdote que los iba a casar, no se sabía porque se tomaban tantas molestias en mentir a la muchacha, si esa misma noche la iban a asesinar. A veces las personas que dicen ser creyentes, participan de las ceremonias religiosas, no para salvar a su conciencia, no la tienen, si no para seguir guardando la apariencia. Me hacía gracia verlos rezar, santiguarse, e incluso dar la paz, y al salir del templo su mente empieza a maquinar el daño que pueden hacer, para adorar a satán o para que sus bolsillos se queden tal y como están. El motivo no importaba, ya le había cogido el gusto a matar, una parte de todas las personas lo tienen, pero solo es el valiente el que se atreve a pecar, porque hace falta más que valor para llevar acciones no aceptadas por la sociedad, quizás cuando eres joven las llevas a cabo, sin tener muy claro lo que estás haciendo, pero cuando las canas empiezan a asomar, tu carácter homicida es lo que vence, no el influjo de los demás, quizás la vida no siempre es maravillosa, pero nadie es quien para matarte, y menos sin haberles hecho nada, simplemente por el placer que tu ego necesita para brillar en el mundo de la oscuridad, porque si formas parte de él, tarde o temprano te susurrará. Paula fue vestida de blanco a su noche de bodas, sin saber lo que le iba a pasar. Recibió otro regalo, una esclava con la fecha de su boda, los brillantes tendrían que esperar, y cuando brindó con una copa de vino exquisito, al suelo fue a parar. Rafael Heredia la cogió en brazos, aún vestido de sacristán, ella se despertó, cuando su brazo calló fuera del cuerpo, entonces luchó, empezó a sospechar. Le dio su primer golpe, y la sangre empezó a brotar. Llegó Andrés Quesada, pidiéndole que él también quería participar, a lo que Rafael Heredia contestó que por supuesto, pero que la virginidad sería él quien la debería tomar. Estaban de acuerdo, mientas Paula agotada, escuchaba su plan. Su inocencia se marchó, llamando a su madre, quien ya se había ido, esperándola, si es que los espíritus tienen un lugar. Pusieron mantas en el suelo, Paula no podía gritar, pero su cuerpo respondía, y seguía recibiendo golpes, sin parar, la droga no había sido suficiente, y tenían que acabar con su voluntad, así que sin dudarlo, después de lastimarla sin parar, Rafael puso sus manos en el cuello, y acabó con lo que Dios había traído a la tierra, para que fuese feliz en su hogar. La vida trae sorpresas, algunas demasiado duras, como para agradecer el estar, pero nunca piensas que te van a matar, solo por amar. La ahogó, mientras la miraba, lleno de satisfacción al ver como sus pupilas cambiaban de tamaño, al dejar poco a poco de respirar. Cuando todo terminó, se abrazaron, como cuando acabas un trabajo con el que sentirte orgulloso, y fue entonces cuando supieron que el Paraíso no visitarían, pues para ellos era mejor reinar en el infierno que servir en el cielo, como dijo J. Milton. Paula estaba amoratada, con los ojos llenos de lágrimas, sin saber muy bien el motivo de su trágica marcha, mientras sus asesinos estaban contentos, porque era un problema menos que solucionar. No les dio tiempo a violarla en vida, pero no por eso dejaron de hacerlo, cuando su alma dejó de molestar. Rompieron su himen, pero ella al menos no conoció el dolor que se siente al ser forzada por Satán, ya nos había dejado, pero no pararon de violar, porque sentían placer, como les pasa a todos los que la maldad es su finalidad. Paula se murió, pero quizás su ángel de la guarda la ayudó a vengarse, a que no les saliera perfecto el plan, y al igual que cenicienta, un zapato perdió antes de empezar a volar. Dejó huellas, que el hombre no supo valorar por su afán de superioridad, y todo terminó con una ducha de agua caliente, cuando la dejaron en el rio, pesaba muy poco, la fuerte corriente la llevaría al mar.. El asesino cruel peca de prepotente, no cree que lo vayan a pillar, se cree tan inteligente, que piensa que los demás son tontos, y que jamás lo cazarán, pero la vida es imprevisible, y sería muy ruin que ellos no vieran las rejas, porque el mismo dolor deberían de probar… PAULA - Es algo tarde para las barbacoas, ¿no creen? - Por supuesto, pero es una ocasión especial, además la cocina no va muy bien, y algo debemos de tomar, antes de entrar en la casa para pasar la noche - Entonces encantada, a ver ese choricillo de Málaga - No sé si te gustarán porque están hechos con la carne magra de cabra, típica de aquí, no con la del cerdo, y para mi gusto mejor el salchichón, pero no casa bien con las brasas - Seguro que estará bueno - Las patatas están casi listas, y creo en cinco minutos podremos servirlas con las chuletas Y así pasamos la tarde, esperando que anocheciese, como ocurre en todas las películas de miedo. Los veía nerviosos, algo normal, porque no sabían lo que iba a ocurrir, y lo desconocido siempre algo asusta. En cambio yo entendía perfectamente a lo que me exponía, a un espíritu muerto de una forma trágica, así que imaginaba que su visita no iba a ser algo sin importancia, protestaría, se quejaría, pero seguro que me daba alguna señal para condenar a quien no temió ni a la Policía. Cuando nos dio el frio entramos sin dudarlo, había tanta niebla, que estaba todo como caracterizado. Nos fuimos a la Biblioteca, miré a Plutón, por si echaba una mano, y Manuel encendió la chimenea, para que Víctor entrara en calor, estaba temblando, sin tener muy claro si era por el frío o por el miedo. Le tranquilicé diciendo que vería con ellos una película, y sobre las doce me marcharía a algún dormitorio, quizás al principal, donde suelen pasar las cosas más desafortunadas, por ser el más amplio, para jugar sin liarla. Vimos la película Laura, en blanco y negro, nos entró algo de nostalgia, y no importaba que fuera antigua, porque cuando una cosa está bien hecha, los años le dan más valor, en vez de avejentarla. La hora llegó rápido, incluso antes de que el film acabara, así que les traje el chocolate con menta que había traído para el café, y pusieron otra película para que el tiempo pasara de una forma más grata. Subí los escalones del patio, y el dormitorio principal se distinguía fácilmente, entré sin dudarlo Estaba bien decorado, aunque anticuado, con cortinas de terciopelo en las ventanas a juego con una colcha de cuadros, dos mesitas de noche con paños, unos candelabros, y por supuesto un espejo con un tocador, llenos de polvo y de harapos. Me senté en el taburete, no sé lo que estaba esperando, pero no pasaba nada. Abrí los armarios, sin una razón aparente, pero quería saber si algo estaba ahí encerrado. Vi las estrellas, en Madrid no se veían, la luna por supuesto era llena, y entonces sentí un crujido en una de las mesas. Me acerqué, quizás había algo escondido por allí, pero no, no había nada. Me tumbé en la cama, y cerré los ojos, estaba algo cansada. Al cabo de unos minutos sentía como los muebles se abrían y cerraban, pero no podía moverme de donde estaba, veía pisadas en el suelo con agua, aunque mis ojos permanecían quietos, del espejo salían gotas que un charco de sangre formaban, y en el cristal de la ventana, la imagen de Paula se reflejaba, mientras mi respiración se hacía profunda, casi elevándome cuando expiraba. No podía tener miedo, había empezado a entrar en una especie de mundo paralelo, y aunque mi cuerpo permanecía casi inerte, sentía que me ahogaba, sentía como había entrado en un espacio tridimensional y solo estaba esperando que Paula dijera lo adecuado para acabar con el caso. Me desmallé, y en esa especie de sueño, fue cuando me vi paseando por Málaga, dejando atrás la Plaza de la Marina, andando por la calle Larios, parándome incluso a ver un escaparate de la Perfumería Primor (lleno de biznagas), tocando el agua de la fuente de la Plaza de la Constitución, llegando a la calle Granada, y entonces empecé a caminar muy despacio, entrando por la Calle Sánchez Pastor, casi parecía que todo iba a cámara lenta, incluso clasificando las baldosas de la calle, y fue cuando me di cuenta de algo importante: había una zapatería que utilizaba el logo de Plutón en las suelas. Volví a respirar más profundo, pero me estaba despertando, porque escuchaba el canto de las lechuzas por la ventana. Poco a poco abrí los ojos, teniendo claro lo que me quería decir Paula, allí le compraron los zapatos, y por supuesto que llevase la misma figura que tenían abajo en la estantería, era una coincidencia muy extraña. Todo volvió a la normalidad en la habitación, como si no hubiera pasado nada. Sabía que tenía facilidad para este tipo de cosas, pero nunca pensé que me iba a resultar tan sencillo encontrar alguna prueba en la casa, ni que Paula se hubiese comunicado de una forma tan rápida. Cuando miré a la puerta estaba Manuel junto a Víctor, asustados mirándome. - Llevas más de dos horas aquí arriba, hemos escuchado ruidos, y decidimos subir - Creí que había pasado mucho menos tiempo - Pues no, estábamos preocupados - Estoy bien, creo - Sí, eso parece - Ha merecido la pena este tiempo - ¿Has encontrado algo en la casa? - No, pero Paula me ha dicho algo importante - ¿El qué? - Conocéis alguna zapatería en la calle Sánchez Pastor( hubo un silencio) Miré a Manuel, y se sonrojó igual que cuando me dijo que no sabía nada del pisapapeles con la figura de Plutón. Y entonces empecé a sospechar de él, porque tenía claro que esa coincidencia no era casual. Una parte de mí no quería pensar que volviesen las costumbres antiguas de formar sectas, y poco a poco introducir a empresarios con dinero, que a cambio de parte de su patrimonio, se les diera protección, favores e incluso llevar a cabo cualquier encargo, que no todo el mundo fuese capaz de realizar. No lo quería pensar, pero una parte de mi lo tenía bastante claro. Y me acordé de lo que me comentó Víctor sobre las reuniones que las familias más importantes de Málaga. Creí que había llegado el momento de empezar a investigarlas, porque si todo eso había pasado, mientras Manuel era partícipe de esa especie de banda refinada, Paula quizás hubiese muerto, por capricho, como siempre pasa en esas personas con intenciones de salirse con lo que les dé la gana. Quizás hubiesen vuelto los ritos satánicos, que en la antigüedad habían hecho tanto daño, muchas veces encuentran en el demonio un aliado para llevar a cabo lo que sus sucias mentes desean para el adversario, sin necesidad de que fueses el enemigo, en ocasiones el hombre pisa una hormiga, simplemente porque se cruza en su camino, y para ellos el resto de seres humanos eran simples insectos, que molestaban para caminar tranquilos. Me levanté y miré a Víctor, intentándole decir que me quería ir de allí. Se dio cuenta, y nos fuimos rápidamente, era de noche, y Manuel no comprendía nuestra repentina marcha, aunque no era tonto, y se podía imaginar lo que pasaba. Llegamos al apartamento sin mencionar nada, pero se había dicho casi todo. Tomé una ducha a las cinco de la mañana, y cuando salí me dijo que su cliente era Manuel, asentí porque a pesar de pertenecer a la secta, de ser el propietario de la casa donde se produjo la desgracia, seguía creyendo en su inocencia, aunque no sabía cómo demostrarla. También me comentó que cuando dieran las diez iríamos a la zapatería, para confirmar lo que Paula explicaba, dejando claro que la secta la había asesinado, aunque el motivo me parecía demasiado superficial, debería haber algo más. Lo bueno es que con el tiempo todo se sabe, tarde o temprano la porquería sale a flote, por muy hondo que la ocultes, siempre resurge e incluso por arte de magia. LOS ORÍGENES - ¿Víctor? - Sí, ¿quién es? - Soy el comisario Márquez - ¿Puedo ayudarle en algo? - No, solo quiero que sepas las nuevas noticias. Querría quedar con usted en algún sitio, para tomar un aperitivo, y así cerramos de una forma grata el caso - ¿Tan claro lo tienen? - Sí, bastante - Qué tal en el Pimpi sobre las una y media, un vinito dulce nos quitará las penas - De acuerdo Antes de entrar en la bodega, paseamos por la calle Sánchez Pastor, y ahí estaba la zapatería, con todas sus suelas intactas, donde parecía que Plutón sonreía, deseando el mal a quien desobedecía a esa especia de mafia. Nos encantaba el Pimpi, era tan acogedor y con tanta clase, que parecía que las reuniones que ahí se hacían adquirían importancia. Entonces nos comentó la pesadilla de Manuel, porque si no lo sabía, iba a ir a la cárcel, sin tener muy claro si era el autor de la masacre. El comisario Márquez nos dijo que había buscado los orígenes de la familia, y habían descubierto que el padre de Manuel era también el padre de Paula, por lo que estaba bastante claro el motivo de su muerte, el dinero mueve montañas y también despierta el espíritu asesino de quien lo idolatra. Víctor agachó la cabeza, porque sabía que no había defensa que a Manuel lo salvase, lo que no comprendía era como un dato tan claro, no había sido comentado, porque esas cosas son fácilmente demostrables, y dudó de que lo supiese, de que fuese consciente de quien se trataba, pero como iba a defenderlo, si no tenía ni coartada. Lo único que pidió fue ver a Manuel antes de que le arrestaran, por si confesaba o le daba alguna pista donde rasgar, si no tuvo que ver nada. El comisario lo miró, diciéndole que por lo general la culpa es de quien se sospechaba, rara vez se confunden, porque las pruebas van dejando huellas de quien mató a la pobre muchacha. El comisario se marchó, sin no antes comentar que mañana por la mañana, cuando Manuel fuera por el periódico, lo llevarían a la cárcel de Alhaurín de la Torre, donde no estaría mejor que en su hogar, pero tendría la proximidad para que las visitas no se cansaran. Nos miramos tristes, porque había sido nuestro primer caso, y no había salido bien, no habíamos podido demostrar su inocencia, pero quizás fue porque no existía, porque era culpable, y quería disimular para que las rejas no fueran su nueva casa, así que tristes llamamos a Manuel para ver si nos podía recibir, creo que Víctor le iba a pedir que se marchara, porque de la condena no había ningún Dios que le salvara, y era mejor una huida a tiempo, que pasar parte de la existencia sin libertad, señalado de una forma poco grata, tenía dinero para empezar de nuevo en otro lugar, donde quizás no lo conocían, o por lo menos debía intentarlo con ganas, para salvar la vida que le quedaba. EL ESPÍRITU A mí me mataron por no querer participar en ese tipo de actos vandálicos, soy descendiente del Alcalde Miguel Sánchez-Pastor Drago, quien formaba parte de la secta, sin tener muy claro sus fines, simplemente que pertenecía a la élite, y cuando eres inocente te llama la atención tener clase, pertenecer a un grupo selecto, a quienes miraban con respeto, sin saber que simplemente eran delincuentes vestidos de bonito, gente sin escrúpulo, con afán de poder, e incluso de ser presidentes. Cometieron el error de querer que participase, cuando me gustaban otros quehaceres, como ir a jugar al ajedrez, sin tener que pedirle dinero al contrincante, así que me mataron, aun habiendo sido el elegido como jefe, porque les molesté como las hormigas que te cruzas en algún puente, pisándome la cabeza, porque eran dos y más fuertes. Dejé esta vida, y pensaban que había sido atacado, cuando salí de alguna reunión de gente pudiente, pero mi espíritu aún seguía paseando por Málaga, y fui yo quien avisó a Verónica, no Paula, ella murió joven sin haber pecado, su alma fue directa al Paraíso, mientras mi espectro continuaba atrapado, y necesitaba ser escuchado una vez más, antes de dejar este mundo tan peligroso como poco honrado. Fui yo quien la visité en Madrid, fui yo quien hizo ruido en el Cortijo, fui yo quien la hice pasear por la calle de mi antepasado, para que supiera de la existencia de los malvados, pero la cosa se había complicado, no supe decirle quienes fueron, confundiendo al culpable, porque la vida puede ser maravillosa, pero muy injusta para quienes no actúan como un hombre empoderado, y a Manuel le pasaría lo mismo que a mí, pagaría por la crueldad de unos vándalos, porque no conocían el honor, y jamás confesarían su pecado, pues bien hecho estaba todo lo que ellos hubieran provocado. No había nada peor que un ego subido, que no le dejaba ver la misericordia del adversario, porque por su crueldad Manuel iría a la cárcel, mientras Rafael y Andrés vivirían llenos de gozo: el dinero no había sido separado, porque en el fondo solo se trataba de eso, de seguir viviendo como un príncipe, aunque tuvieras el alma maldita por Satán y sus aliados. Manuel pasó su última noche entre los que creía amigos, pidiendo que le ayudasen, no conocía nada de lo sucedido, y ambos sonreían, pues mientras hubiera un culpable, nadie buscaría al hombre de la gorra, quien engañó a Paula y a su madre. La vida puede ser injusta, cruel y muchas más cosas, así que había que cruzar los dedos por no dar con personas malas, porque si estaban cerca, nadie se libraría de sus horribles hazañas. AVE FÉNIX Volví a Madrid, como había prometido, pero bastante triste. Manuel se había ahorcado en la última noche de libertad, dentro del Cortijo Jurado, en la Biblioteca, con Plutón mirándole, mientras la cuerda lo zarandeaba. Sabía que no iba a soportar la cárcel, le sería difícil huir, porque todos los medios se habían hecho eco de la noticia, y la condena fuera quizás hubiese sido peor, y tanto Víctor como yo creíamos que la culpa por la avaricia fue su condena (ingenuos). Él se quedó en Málaga para arreglarle papeles y la Herencia, por supuesto la mayoría se la quedaría la dichosa Secta. El tren me trajo rápido, a mí se me hizo muy lento, dándome tiempo a reflexionar. El regreso a Málaga no había salido como esperaba, aunque a pesar de haber tenido todo tipo de visiones, había vuelto a la vida normal, salí de la cama, y comencé a trabajar al lado de quien me valoraba, eso es mucho para una persona que tiene añadidos adjetivos que nadie los deseaba. Era un paso muy importante para volver a resurgir de mis cenizas, por algo se empieza, aunque no fuera de la forma que una deseaba, porque el triunfo de la bondad es lo que una siempre ansia, pero la vida era muy distinta, a veces totalmente diferente a lo que una quiere de niña. Miré por la ventana, llegué a Atocha, cogí un taxi, pasé por la Puerta de Toledo, y sin saber por qué, pedí un deseo (no se dice, para que se cumplan). Mi apartamento estaba intacto, mis gatas alimentadas por el portero (le llamé para pedírselo). Aparentemente todo estaba en orden, y mi cabeza relajada, después de tantos sucesos paranormales, estaba un poco agotada. Aún era temprano, y decidí ir al Rastro, no quería estar en casa, me pareció un buen plan. Víctor me dijo el puesto donde había comprado el pisapapeles, comentando que generalmente eran cosas robadas, pero con clase, así que sin dudarlo fui para ver si había algo más para adornar mi apartamento, estaba un poco frío, sin muchas cosas personales. Cogí el metro, me dejó cerca, y me acerqué al lugar exacto que me había indicado. Tenía un poco de todo, sin orden ni concierto, pero vi una litografía que me gustó, parecía una señal positiva para continuar, era del Ave Fénix, por supuesto la compré, estaba hasta enmarcada. Me costó cara, pero no importaba, era la imagen que debía idolatrar, para que poco a poco fuese recomponiendo mi vida destrozada. La metí en la bolsa plegable que siempre llevaba, y me fui a casa. De repente sentí miedo, hacía tiempo que no lo vivía, pero me pareció que alguien me seguía. Paré, la gente me sobrepasó, y no pude saber si era cierta mi intuición, o la imaginación me estaba jugando una mala pasada. Había visitado Málaga, pero no había visto a nadie, paseé en horario laboral, por lo que no coincidí con los que llamé amigos durante un largo instante. Se suponía que la historia había quedado atrás, que ninguna persona importante volvió a vivir esos sentimientos tan destructivos hacia mí. Lo que no se ve, ni se habla, casi no existe, o eso era lo que pensaba. Volví a coger el metro de forma insegura, pero no pasó nada. Llegué a casa bien, aunque suspiraba. Me duché deseando no tener ninguna visión, y así fue, esperaba que los espíritus me dejasen en paz, y que no mataran a ninguna otra muchacha. Me puse mi albornoz de mangas de murciélago con mis iniciales bordadas, y me tumbé en el sofá con los after eight que tanto me gustaban. Casi me duermo, pero sonó el timbre. Había avanzado mucho, antes ese simple gesto me daba miedo, me daba miedo pensar quien podía estar detrás de la puerta, o a quien habían mandado. Me levanté, pregunté, y era Charly. Había visto luz, y quería saber si había regresado. Le abrí la puerta, ahí estaba, como siempre sonriendo, y yo continuaba algo mojada. Cerró la puerta, dejé que el albornoz cayese al suelo, iniciando lo que pensé que jamás volvería a hacer, por temor a alguna desgracia. Me acariciaba, me besaba, me empezó a amar en la cama, sin mencionar palabra. Mientras intentaba relajarme, porque no quería estropear nada, lo deseaba, y él no paraba de apretarme con sus manos fuertes por el instrumento que manejaba. Más que sexo parecía que estaba tocando una melodía con su violín, porque era música lo que producía con sus dedos, cuando me apretaba las nalgas, y en mi bosque animado penetró, cuando no había nada que lo obstaculizara. Me gustó, me hizo sentir viva, aún merecía la pena la vida junto al sexo. Miré el cuadro que estaba apoyado en el tocador, no me había dado tiempo a colgarlo, asintiendo y rogando volver a tener unos brazos que me abrazasen, cuando la vida no pareciese un regalo. Nos tumbamos boca arriba, medio enamorados, aunque fuese un pensamiento pasajero, era sano. Entonces el sonido del teléfono interrumpió la belleza del momento - ¿ Quién es?( nadie contestaba) - ¿ Quién es?.¿Hay alguien al otro lado? - Soy yo…
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