Las memorias sobre tus visitas recurrentes a mi mente no han cesado. Dentro de un ocultismo insensato continúan, quizás existen días donde esto ocurra de manera paulatina, el desenfreno de una juventud ha acabado desde hace meses, la sobriedad sobre las acciones y las nuevas cartas son distintas, no hace falta que se tiña un deseo para ya saber que existe un grado más de conocimiento.
Recuerdo haberte amado y dicho que no sería más un remolino de soberbia, solo que esas cartas ya no forman parte de mis sentimientos actuales, si una mañana fría de invierno nos deja reflexionando si seríamos capaces de afrontar todas nuestras consecuencias pasadas y futuras, ahora veo que es difícil afrontarlas. 
No es novedad que sea un curioso de la belleza ajena de cualquier encanto de la vida, a distancia un novato incauto puede ser presa de ello, perderse en un botón de flor naciente y ser cautivado ante ella, mi atención ya no es tan débil, con el cual puedo apreciar un truco oculto en esos detalles significantes de la vida.
Dentro un mal vendaval dejé un día expuesto todas mis pertenencias, esperando una clemencia, a pesar de ya saber su naturaleza, ingenuamente pensé que si había una calma dentro de sí, la naturaleza es solo naturaleza, una buena voluntad e incredulidad absurda no generan cambios en ello, pero si en uno.
Redactando la nueva carta, he descubierto que una memoria llena de polvo puede dibujar de manera casual una esperanza, que al final se enmarca con una sonrisa con parsimonia.